LIBROS
«Punin y Baburin», Turguéniev en su 200 aniversario
En el bicentenario de uno de los grandes narradores del realismo europeo, se recupera su, inédita en castellano, «Punin y Baburin»
Iván Turguéniev (no Turguénev; prefiero diptongar en ie la segunda «e» de su apellido, para que nuestra pronunciación se asemeje a la rusa) nació en la ciudad de Oriol, a 360 kilómetros al sudoeste de Moscú, hace algo más de doscientos años, pues su venida al mundo se produjo un 9 de noviembre de 1818. Moriría en Bougival (afueras de París) en 1883. Los tópicos trivializan la verdad, pero no la desmienten, por lo que me veo obligado a recordar aquí que se trata del escritor ruso del siglo XIX más vinculado con la Europa occidental , primero con la filosofía hegeliana durante sus estudios en Berlín, y más tarde con la literatura francesa y con París, donde lo retuvo a partir de 1843 su gran amor por Paulina Viardot, cantante francesa de origen español con quien mantendría una apasionada y apasionante relación amorosa de por vida. Javier Marías dedicó a Turguéniev un epígrafe de sus «Vidas escritas» (Siruela, 1992), donde puede encontrarse una semblanza admirable del autor de «Padres e hijos» (1862), la novela más justamente célebre que salió de su pluma. También Juan Eduardo Zúñiga se ocupó de él, publicando en 1996 (Alfaguara) «Las inciertas pasiones de Iván Turguéniev» , cuyo primer, y excelente, capítulo se reproduce como prólogo de la «nouvelle» objeto de estas líneas.
«Punin y baburin» permanecía inédita en castellano hasta que Marta Sánchez-Nieves la tradujo del ruso para insertarla en el magnífico catálogo de Nórdica. Turguéniev pertenecía a una familia de la nobleza rural rusa. «Punin y Baburin» evoca unos tiempos en que los campesinos estaban adscritos a la tierra como mera propiedad de los terratenientes . La abuela del narrador -trasunto de Turguéniev- de la novela que nos ocupa está basada en el retrato de la madre de nuestro autor, una mujer cruel y despiadada con los cinco mil siervos que poseía.
Viaje a través del tiempo
Punin y Baburin son dos amigos que vagabundean por el inmenso territorio ruso en busca de un trabajo precario… solo para Baburin, un prerrevolucionario sin pelos en la lengua, porque Punin, su inseparable camarada, nunca trabaja y no hace otra cosa que pasear la vista por el mundo y por la naturaleza circundantes, haciendo gala de una entrañable humanidad en toda circunstancia y de una gama amplísima de saberes. Es ese encanto y ese halo proteico que desprende Punin lo que va a encandilar al muchacho protagonista.
Iremos siguiendo las huellas de los personajes a lo largo de más de treinta años. Viajando a través del tiempo y de tres décadas de historia de Rusia. La presencia femenina la pone Muza Pávlovna , otra criatura maravillosamente diseñada por Turguéniev, que a la hora de trazar los rasgos que caracterizan a sus personajes no tiene rival a no ser que traigamos a colación al insuperable Dostoievski.