LIBROS

«A puerta cerrada», García Montero en la postverdad

Los años pasan factura y nos conducen a dolorosas encrucijadas. Sobre ese desengaño y su salida versa este bello poemario

Luis García Montero (Granada, 1958)
Diego Doncel

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Este es el diario de un tiempo de encrucijadas. El diario de una identidad en crisis . Durante seis años, García Montero anotó y reflejó hasta qué punto la crisis social era también una crisis de la intimidad, hasta qué punto los fundamentos, los valores y los sentimientos sobre los que había construido su mundo se venían abajo. El resultado es este nuevo libro «A puerta cerrada», un libro donde la confesión es una forma de indagación y donde el yo y la historia trazan el mapa de un fracaso colectivo. Por aquí pasan la perplejidad ante la degradación, el desengaño y la rabia, pero también el tiempo, el amor, la nostalgia y la amistad. Y sobre todo de qué forma las encrucijadas de estos años nos obligan a repensar quiénes somos, qué hemos hecho y qué modelo de civilización hemos creado, ese «otoño idiota» del que habla García Montero.

El infierno sartreano demarcado en los otros se amplía al infierno también soy yo , al infierno también está en mí y en mis actos, porque en este proceso de interiorización propiciado por los mecanismos capitalistas, las víctimas y los culpables al final se confunden. Un tema, el de la culpa, que sabe señalar todas esas zonas de sombra de nuestro propio retrato y del retrato de nuestro tiempo.

Geografías sentimentales

Los sentimientos reales son exterioridades, decía Damásio. En «A puerta cerrada» la reflexión sobre el otro o sobre lo otro es constante, el desdoblamiento, la extrañeza y las experiencias del yo, del yo en el tiempo, en la edad, en la tristeza o en la desilusión. O perdido por esas geografías reales o sentimentales. También la creación de figuras simbólicas que atraviesan de principio a fin el libro: la casa, como experiencia de una vida y de la intemperie actual; y, sobre todo, la alegoría del lobo donde se cifra no solo la cólera sino el enfrentamiento contra el cinismo en tiempos de la postverdad.

No obstante a lo que fundamentalmente apunta el libro es a la posibilidad de la reconstrucción , de la rehabilitación y del indulto. Más concretamente a que las ruinas también sean una forma de espera. El ilustrado que hay en García Montero no renuncia ni a la fuerza de la voluntad ni a la pobre dimensión de la utopía y no renuncia a que la poesía siga siendo útil en ese sentido, es decir, siga siendo un elemento de lucidez , de conciencia y de transformación.

El hombre que habla aquí está a la espera de un tiempo nuevo y de unas ideas que lo hagan posible, vive en ese tiempo menesteroso donde «el Gótico no acaba de morir, /ni despunta la luz en el Renacimiento», pero aún conserva la esperanza de esperar, la melancolía del hombre que busca ser perdonado. En «A puerta cerrada» García Montero se encierra con sus días, con sus vivencias para entregarnos un puñado de poemas donde brillan la emoción de lo cotidiano y de la imaginación , la intensidad de las imágenes que buscan continuar el diálogo con la verdad. Un libro inteligente y sagaz, de altura y valentía, que parte del hombre y de su defensa para no degradarlo y deshonrarlo.

«A puerta cerrada», García Montero en la postverdad

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