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«El puente», el primer golpe de Gay Talese

Tras el revés de «El motel del voyeur», Alfaguara recupera la crónica con la que el reportero estadounidense abrió su carrera

Gay Talese ABC
Jaime G. Mora

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Ya octagenario, sin ningún gran proyecto entre manos, Gay Talese (Nueva Jersey, 1932) contaba con cerrar su carrera con un último golpe maestro: la historia del propietario de un motel que durante décadas espió a sus huéspedes practicando sexo. Hubo de esperar más de treinta años, el tiempo que tardó su protagonista en permitirle revelar su identidad, para publicar « El motel del voyeur ». Cuando por fin pudo hacerlo se entusiasmó tanto que accedió a que Netflix lo grabara para el documental «Voyeur» , que mostraría cómo trabajó el reportaje. Nada salió como deseaba.

«Voyeur» es el retrato de un rotundo fracaso. Antes de que el libro saliera a la venta ya había quedado desacreditado porque el protagonista de la crónica inventó, sin que Talese lo corroborara, varios episodios de su relato. «¿Cómo he podido citar su diario, cuando ni siquiera fue dueño del motel durante seis años?», se lamenta el reportero estadounidense ante la cámara. «Estoy acabado, el libro está acabado. He hecho que el puto libro se vaya al garete. Fin de la historia. Es el fin. Es mi final».

¿Cómo iba a imaginar Talese, el máximo exponente del nuevo periodismo, que iba a sufrir un revés así? Él, que con «La mujer de tu prójimo» , una crónica sobre el despertar sexual de la América de los años 70, ganó cuatro millones de dólares. Él, que con su reporterismo se adentró con «Honrarás a tu padre» en la intimidad de la mafia como solo ha podido hacerlo el cine. ¿De verdad el fracaso del «Voyeur» suponía el final del gran valedor de la no ficción?

Para responder a esta pregunta, la editorial Alfaguara propone regresar a los orígenes con «El puente» , uno de los dos libros de Talese que quedaban por traducir. La respuesta es «no». «El motel del voyeur» no es el final del escritor. La lectura de «El puente» hace olvidar el inexplicable desliz del viejo Talese. Siempre que nadie descubra que en el resto de sus libros fue igual de imprudente, claro.

«El puente» es el segundo libro de Talese, publicado en 1964, cuando aún era parte de la plantilla de «The New York Times», la única cabecera para la que ha trabajado a jornada completa, y antes de dedicarse a elegir con esmero perfiles y reportajes que son historia del periodismo. Durante cinco años, Talese escribió una docena de artículos para el «Times» sobre la construcción del puente colgante Verrazano-Narrows, una ambiciosa obra que uniría el distrito neoyorquino de Brooklyn con Staten Island.

Ese Talese iniciático, que dio forma a su primera obra importante con estos reportajes, es un narrador mayúsculo. Los «boomers», los hombres que levantaron el puente, son en la pluma del escritor como personajes del Salvaje Oeste: recorren los EE.UU. en busca de puentes y rascacielos que levantar, trabajan como si estuvieran en una carrera de caballos, jugándose la vida, perdiéndola. Los «boomers» son una secta forjada entre tragos de whisky y cerveza.

En «El puente» Talese hace inmortales a esos trabajadores cuyos nombres nunca aparecen en las crónicas. «Céntrate en las historias menores –dice el autor–, y no serán pequeñas si lo haces bien». El día de la inauguración, fue el único en darse cuenta de que, en la procesión de coches que atravesaron el puente, el arquitecto viajaba en el puesto número 18. Hacía tiempo que los «boomers» se habían marchado.

«El puente», el primer golpe de Gay Talese

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