LIBROS

La prosa adulta de María José Ferrada

La escritora chilena remata magistralmente su primera novela de llamativo título, «Kramp». Con su país de origen de fondo

La escritora María José Ferrada

ALEJANDRO PALOMAS

Se titula «Kramp». K-R-A-M-P, una palabra que no suena a nada reconocible porque sólo lo es después de haber leído sus 116 páginas. Confieso que no soy un lector fácil. Busco en un libro algo que me sacuda la raíz, el tronco o las ramas, y a ser posible todo y a la vez. Sé que no soy el único y que hay quien dice que eso no es leer. Quizá. Quizá tampoco vivir sea vivir. Aunque a estas alturas, y a mi edad, poco importa lo que es. Importa lo que uno siente que es, y lo que yo he sentido es que estas 116 páginas son las mejores que he leído en el 2019.

Leí «Kramp» en un vuelo. Su autora, María José Ferrada, me la regaló después de una charla compartida en la Feria de Miami. «Si algún día tienes tiempo, a lo mejor te gustaría leerla», casi se excusó. «Es mi primera novela para adultos. Yo hago infantil» . Al día siguiente, cuando en el avión abrí la bolsa del portátil para coger los auriculares, allí estaba «Kramp». Empecé a leer antes de despegar. Hora y media más tarde, cuando la terminé, me quedé en silencio un buen rato. Faltaban aún 11 horas para aterrizar y, ante la imposibilidad de compartir con nadie lo que sentía en ese momento, decidí darme un voto de desconfianza y volver a leer. «No puede ser que me haya gustado tanto», pensé. Y eso hice: releer. Y fue peor porque fue mejor. La segunda lectura me impactó de otro modo, pero la intensidad fue la misma: descubrí en la historia un mundo tan propio, tan delicado y tan potente que decidí entonces que en cuanto llegara a Barcelona me pondría en campaña para que el mundo conociera a esa niña y a ese padre que recorren de la mano las páginas de un universo tan hermoso como el habita Kramp.

La vida desde abajo

¿Por qué? porque esta es una historia humilde y emocionalmente magistral… eso es exactamente, una clase magistral de lo que debe de ser una novela: frases cortas, poco adorno, la mirada de una niña que recorre los caminos de un país -Chile- acompañando a su padre, el trasfondo de la dictadura como un nubarrón que nunca descarga pero que nada borra, un hombre que visita ferreterías, que vende tuercas, tornillos y maquinaria mientras su niña lo ve todo, nos lo cuenta todo: cuenta la vida desde abajo, la emoción entera, esa madre que vive ajena a los viajes de su hija, ese padre que es un país entero y esa historia que entra como un cuento porque nos llega contada, pero que es la historia de lo universal, de lo que somos todos.

Ferrada no pretende ser lo que no es y eso es lo que da verdad. Cuenta su «Kramp» como si estuviera sentada en un banco y yo fuera un niño huérfano necesitado de una historia regalada. Cuenta generosamente, como si los dos quisiéramos que la vida fuera así, contada así, con la mirada de lo que todavía no está maltrecho, ni manchado, ni perdido. Talento. Verdad. «Kramp». No lean esta novela. Mejor que Ferrada se la cuente.

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