LIBROS
«Sol poniente»: Antonio Fontana, la memoria en reformas
La familia y sus asuntos, internos y no tanto, configuran el hilo argumental de la obra ganadora del Premio Málaga de Novela
![El escritor malagueño Antonio Fontana](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2018/02/26/fontana-kIcB--1240x698@abc.jpg)
Antonio Fontana es un escritor muy fiel a un estilo propio, que edifica sus novelas sobre dos constantes: la memoria de los espacios de su infancia en Málaga y una poética de la imagen restituida fragmentariamente. Casi al comienzo del relato sitúa el narrador el principio medular de esa poética: «mintiendo con descaro la memoria. Tirando tabiques e incluso vigas maestras y cimientos todo lo que encuentra a su paso». Esa memoria, como ocurrió en su novela anterior «Hostal Parisien» , es más personal que colectiva en su intención y arranque, si bien restituye muchos elementos que comunican con recuerdos generacionales a través de objetos, marcas, programas televisivos y locuciones, formas del decir que muchas veces han desaparecido, pero que eran operativas hace cuarenta años. Pero esa comunicación con los otros no tiene en su estilo un afán documental, sino poético. Quiero decir que nos encontramos con modos de hablar, actitudes sociales o bien el encuentro de tres generaciones (abuela, padres e hijos) que han sido traídas no para certificar ninguna suerte de testimonio externo, sino para que sirvan de cifra de una arquitectura sentimental del narrador, que se esfuerza por afirmar que no todo lo que leemos fue como lo cuenta, pero que deja constancia de una trama autobiográfica.
Hay en la trama urdida una predilección por los personajes secundarios
La novela reconstruye la memoria personal sobre tres ejes: la personalidad de la abuela materna, verdadera protagonista, la desgracia familiar de tener un hermano con una fuerte discapacidad física y mental y el descubrimiento de la homosexualidad , casi desplazado, pero dotado de enorme fuerza expresiva en cuanto sugiere y no dice en la escena del autobús que casi cierra la obra.
Pocos novelistas han recuperado con la gracia con que él lo hace el papel ocupado en nuestra historia por la generación de las abuelas , que fueron muchas veces piedra angular de las estructuras familiares en la España de la posguerra. La evocación que Fontana hace ofrece una mezcla de gracia y gravedad. Gracia porque esas abuelas eran premodernas, provienen de unos hábitos apenas modificados pero que de repente tienen que convivir con la modernidad. Ese encuentro no es apenas conflictivo. Además poseen una fuerza insólita para sostener la adversidad.
Vivencias indecibles
Hay en la trama urdida por Antonio Fontana predilección por los personajes secundarios. Puede verse en el homenaje que hace a la primera actriz negra que ganó un Oscar, Hattie McDaniel , la Mammy de «Lo que el viento se llevó» basada en la novela de Margaret Mitchell. Le dedica un capítulo memorable por lo que tiene de metonimia de su propia novela para con su abuela materna, esas mujeres que estaban ahí para apretar el corsé de los otros.
El segundo eje, referido al hermano, tiene contención. Evita ser lastimero lo que lo convierte en más emotivo. En cuanto al que he definido tercer eje, el del descubrimiento de la sexualidad del protagonista, es quizá el que mejor se ha beneficiado de esa poética de imágenes fragmentarias, tanto en el modo como se muestra la atracción por el policía Marco, como sobre todo en los quebrados añicos de la memoria de lo que el lector deduce fue una violación, eludida, indirectamente allegada, con la eficacia literaria de la mezcla de culpa y terror obtenida en la rememoración de vivencias indecibles.