ARTE

Picasso y Picabia, dos vidas dialogantes

Pablo Picasso y Francis Picabia se entrecruzan en el recorrido que nos propone la Fundación Mapfre en Barcelona

Vista de las obras «Cabeza de mujer» de Picasso y al fondo «El matador en el ruedo» de Picabia EFE

Isabel Lázaro

Barcelona es el entorno ideal para presentar por primera vez un diálogo entre dos autores, antagónicos en su postura ante el arte, que tuvieron la Ciudad Condal como nexo de unión de sus vidas y sus obras. Dos artistas de la relevancia del incuestionable Pablo Picasso y el más batallador Francis Picabia se entrecruzan en el recorrido que nos propone la Fundación Mapfre de la mano de la comisaria Aurélie Verdier, con la colaboración del Musée Granet de Aix en Provençe. Esta es una de esas muestras-tesis de las que se sale con la inmensa sensación de haber redescubierto nuevas perspectivas de los maestros que ya dábamos por conocidos, disfrutando de obras y documentación procedentes de colecciones privadas e instituciones de gran relevancia.

Otros han sido los autores a los que se les ha hecho dialogar con el gran maestro Picasso en una búsqueda de influencias y permeabilidades . En esta muestra se huye de esta visión unidireccional para ir más allá y destacar una relación inconsciente y constante, invitándonos a recorrer su obra y su vida para comprobar sus tan cercanas y diferentes respuestas artísticas ante el momento que les tocó vivir. Desde sus inicios cubistas que afrontaron con bagajes bien distintos, hasta su reacción ante el Dadaísmo , del que Picabia fue uno de los protagonistas. Desde su aproximanción al objeto mediante unas delicadas piezas en papel, hasta su etapa más decorativa. Todas las salas demuestran un constante viaje de ida y vuelta, de reacciones y guiños que se encuentran en su particular «asesinato de la pintura», como comportamiento que más les acerca.

Picasso y Picabia: desde la sonoridad de su nombre y su procedencia española e hispano-cubana, se entrevé un nexo. Este punto de unión queda demostrado con especial protagonismo en la sala dedicada al retrato, así como en el eje temático de los monstruos y las metamorfosis . La resolución de ambos temas es distante pero a la vez denota un aire común.

Un juego de historias cruzadas en el espacio y en el tiempo que Picasso y Picabia protagonizan llevando a cabo roles casi antagónicos en su manera de entender el arte. La extrema notoriedad de Picasso hace crecer en Picabia una desmedida obsesión por él , como demuestran cartas y textos. Amistad y recelo coexisten y les impulsa a distanciarse en sus formas, como demuestran los retratos deconstruidos de Picasso a partir de los años 30, mientras que Picabia basa los suyos en fuentes fotográficas. Ambos coinciden en un sentido individualista, lo que les conduce a alejarse del surrealismo por vías diferentes.

En «el final de la partida», como se ha denominado a la última etapa de ambos autores, vemos cómo la distancia se hace mayor. Frente a la abstracción final de un Picabia interesado por monocromáticos lienzos salpicados de puntos, encontramos la respuesta de un Picasso que vuelve al más humanista retrato con su particular huella . Ésta es una acertada exposición que propone un dúo desconocido de influencias inconscientes con dos grandes maestros como protagonistas, que bien podrían parecer diez por la extrema heterogeneidad de sus obras.

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