LIBROS

Pessoa «revisited»

Todos los escritores que fue Pessoa hacen de su literatura un vasto universo al que las editoriales siguen añadiendo satélites y planetas. Cuatro llegan ahora a la galaxia de nuestras librerías. En forma de cuentos, retratos o textos de despedida

Documento de identidad de Fernando Pessoa, fechado en Lisboa el 28 de agosto de 1928

DIEGO DONCEL

¿Cómo leer a Pessoa a principios del siglo XXI? ¿Cómo leer a este escritor portugués en el que asistimos, de una forma muy radical, tanto a la dramatización del texto literario como a la dramatización de la psicología que lo escribe? ¿Cómo pensar ahora esa obra hecha de muchas voces distintas y a ese escritor que se fragmenta en muchos escritores?

Antonio Tabucchi dijo de él que era un baúl lleno de gente, una confederación de almas. Lector de Shakespeare y del Romanticismo inglés, del futurismo y de lo clásico, podemos ver a Pessoa dentro de lo que llamaríamos una literatura cuántica . Es decir, una literatura en la que caben lenguajes y escrituras distintas, que mezcla géneros y diferentes niveles de ficción, una literatura múltiple y extendida que intenta reflejar la complejidad del hombre contemporáneo y su acercamiento a eso que conocemos como realidad.

Desde su oscura oficina de traductor comercial, como lo dibuja Jesús Marchamalo en «Pessoa, gafas y pajarita» (Nórdica) , un retrato biográfico que es una pequeña joya; desde sus casas y cuartos de alquiler; desde los cafés que frecuentó, Pessoa escribió, a veces compulsivamente, una literatura de literaturas o un universo de universos.

«Desfeito em pedaços conscientes», podría ser el lema que presida toda su obra. Y el que ha tenido en cuenta Manuel Moya para la excelente edición de sus «Cuentos» (Páginas de Espuma) , el más completo compendio de las obras de ficción al que puede acudir el lector en español.

Pessoa consigue ensus relatos una narrativa fascinante, abierta y original

De Pessoa se puede decir que buscó una personalidad que nunca encontró, lo mismo que el narrador Pessoa estuvo toda su vida empeñado en buscar un relato que se le escapaba, un relato imposible . Esbozos o fragmentos, un puñado de cuentos publicados a lo largo de su vida, proyectos de reunión de su narrativa que nunca llevó a cabo, todo ello para consignar que el cuento, en su sentido estricto, no le satisfacía porque, como le ocurre frecuentemente, también este era un género que necesitaba volver a crear.

Toda su narrativa tiene, por ello, un carácter fronterizo: limita tanto con el ensayo filosófico o político, las elucubraciones sentimentales, lo policiaco o la poesía. Y, más que el hecho de contar una historia, de construirla, le interesa dar cauce mediante la experimentación a su enorme y fracturada subjetividad.

Lector de Dickens, de Edgar Allan Poe y de la novela gótica , su afición por la novela policiaca le convierte en un experto en la utilización de la paradoja, la elipsis y el oxímoron. Es decir, de todo aquello que nos dé cuenta de que la realidad se basa en el equívoco, la contrariedad y la ambivalencia: «La verdad suprema que se puede decir de una cosa es que ella es y no es al mismo tiempo».

«Libro del desasosiego»

En el prólogo, Manuel Moya habla de Pessoa como «un hombre de mirada caleidoscópica», que hace de la insatisfacción y la incertidumbre sus rasgos más definitivos. Un hombre «abierto a todas las posibilidades que depara la escritura». Textos que van de lo estático, dialógico o conceptual a textos donde se pretende reflejar los acontecimientos históricos, la aventura vanguardista o las expe-riencias esotéricas o iniciáticas. De «El banquero anarquista» a los fragmentos del «Libro del desasosiego» (no se pierdan la edición que el propio Moya ha publicado en Alianza) pasando por «Una cena muy original» y «El crimen del Doctor Cerdeira», Pessoa consigue una narrativa fascinante, abierta y original, que nos obliga, como todas las grandes aventuras literarias, a aceptar sus códigos para poder comprender la enormidad de sus resultados.

«La educación del estoico» es el testamento de alguien al que ya no le une vínculo alguno con la vida

En ese sentido, la publicación de «La educación del estoico » , del Barón de Teive (siguiendo la edición imprescindible de Teresa Rita Lopes), viene a completar el mapa siempre incompleto de la obra pessoana. Texto que dialoga con «Las cartas de Marcos Alves», en él Pessoa habla del amor, el sexo, la soledad ontológica y la muerte. Y crea un heterónimo donde e l desarraigo metafísico se une a la lucidez vital, donde el nihilismo es una forma de vitalismo antes de decir adiós a la vida. «La educación del estoico» (La Isla de Siltolá) es un texto de despedida, el testamento de alguien al que ya no le une vínculo alguno para seguir viviendo.

«Me voy a matar»

Escrito en 1928, el mismo año en que se escribe «Tabacaria», son páginas que vuelven a traernos al Pessoa más emocionante, esto es, al Pessoa que se autoanaliza obsesivamente y crea esta figura heroica que acepta la muerte y el suicidio con una honda dignidad aristocrática. «Alcancé, creo, la plenitud del uso de la razón. Y es por eso que me voy a matar».

Libro imprescindible, no faltan en él los correlatos autobiográficos y las reflexiones de una lucidez que hiela. Reflexiones, en cualquier caso, que se alzan ante el dolor, y donde Pessoa crea un héroe clásico que se siente « vencido por la vida, pero no abatido por ella ».

«Bebe, y no quieras ser», nos dice en ese otro testamento que son los «Rubaiyat» (Ediciones El Gallo de Oro) , publicados ahora por primera vez en nuestro idioma.

Memoria vacía

Escritos ya al final de su vida, y por tanto, poemas del consuelo último , de la última tragedia, Pessoa vuelve a construir en ellos, con todo su esplendor, una poesía de pensamiento en la que la identidad personal y la inanidad de la existencia están expresadas con una economía y claridad analíticas donde sentir y pensar son un mismo impulso. En los «rubai», el Pessoa final no solo se acerca a Omar Khayyam , no solo dialoga con Ricardo Reis, sino que dibuja su rostro último entre una memoria vacía y un futuro vital y metafísico imposibles.

¿Qué queda de Pessoa a los ochenta años de su muerte? Una literatura fuerte, poliédrica , un camino fecundo (cuántico, decíamos) por el que seguir transitando en estos inicios del siglo XXI.

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