ARCO'19
Perú, visto por sus artistas desde Europa
Muchos creadores peruanos, impulsados por las dificultades y carencias que vivían en su país, emigraron a España para desarrollar su carrera artística
En la década de los 90, los artistas peruanos trataban de sobrevivir en un país que había olvidado el arte. Muchos huyeron de la violencia desatada en 1980 con el terrorismo de la banda Sendero Luminoso . Otros escaparon en busca de una formación artística más prometedora. Y numerosos creadores emigraron al Viejo Continente para vivir de su profesión en España.
«Era consciente de que sobrevivir desde mi actividad es difícil en todos lados, pero en Perú es prácticamente imposible», explica Andrea Canepa . La artista limeña llegó a España para saciar su interés por el arte contemporáneo, que no pudo satisfacer en su tierra natal. «La educación artística en Perú es muy mala» , añade Canepa, convencida de que los artistas peruanos han encontrado la manera de «autoeducarse» para «suplir las carencias» de las escuelas de arte.
Después de tantos años fuera del país andino, Canepa (ahora en la residencia artística Jan Van Eyck en Holanda) se siente «más ligada a la escena española» que a la peruana. Y, a pesar de conservar un vínculo afectivo con la de su país natal e intentar «mantener un pie allí», ella no trabaja «temas peruanos».
Algo parecido sucede con Maya Watanabe . La también limeña lleva 14 años desarrollando su trabajo artístico en Madrid. Se considera una autora tan peruana como española. Con todo, algunas de sus creaciones están relacionadas con la Historia peruana. «Los temas recurrentes vienen de períodos que vivía en Perú», explica Watanabe. Es el caso de su último proyecto audiovisual, « Liminal» , expuesto en La Casa Encendida , que muestra las fosas no exhumadas que legó el terrorismo en su país de origen. Hoy, vive entre Ámsterdam y la capital española. Y tiene claro que su casa es Madrid, pero su hogar es Lima.
Aunque la Historia que comparten Perú y España es extensa, el intercambio cultural no siempre ha sido recíproco. «Es curioso cómo a veces hay una afiliación de un lado y no del otro», comenta Sandra Gamarra , que emigró a Madrid en 2002 y que ayer presentó en ARCOmadrid el libro «Esquinas. Paredes. Suelos». La pintora, a quien representa la galería Juana de Aizpuru en la feria, se dio cuenta de que, aunque España ocupa gran parte de los estudios peruanos, los de estos son «prácticamente desconocidos» en la Península. Watanabe coincide: «Nosotros sí miramos a España, mucho más de lo que España mira a Perú».
Para Aldo Chaparro , que pasa gran parte del año en su estudio en Madrid (trabaja con la galería Casado Santapau ), el intercambio artístico entre ambos países se ha activado a partir de las ferias de arte contemporáneo, como ARCO. «El mundo debe conocer a nuestros grandes artistas», afirma Chaparro, de identidad peruana (nació en Lima) y nacionalidad mexicana.
Perú, como invitado de honor a la feria, celebra el bicentenario de su independencia como colonia española. Una oportunidad, según Watanabe, para estudiar con «ojo crítico» la relación que se está entablando. «Que no sea una relación que repita vínculos históricos entre España y Latinoamérica», aclara.
Además, ARCO es una ocasión, no tanto para mostrar el arte contemporáneo peruano, sino para «hablar de arte en un país como Perú», asegura Gamarra. Pues lo que conocemos como artes folclóricos o, incluso, arte primitivo, «en Perú sigue siendo lo actual», explica la pintora. ARCO abre la puerta a ese «caleidoscopio» –cultura nazca, prehispánica o arte amazónico– que conforma el arte peruano.
Sin embargo, es más preciso hablar de arte contemporáneo limeño, en lugar de peruano. Los artistas allí pertenecen a «un gremio pequeño de un estrato económico medio-alto», explica Watanabe. Canepa está de acuerdo: «El arte en Perú es muy exclusivo» , siempre vinculado a la capital. Y es complicado que participe en un circuito internacional. «El arte contemporáneo es un lugar de códigos; si no entras en esos códigos, estás fuera», aclara Watanabe.
La situación artística en Perú siempre ha sido complicada. En un país con tan rico patrimonio artístico, las universidades imparten una formación muy tradicional, no hay ningún apoyo institucional al arte y el Gobierno considera la cultura un «estorbo». Quizá por ello Chaparro tardó más de ocho años en «pensar en Lima como una plataforma para su trabajo».
Pero el escenario peruano ha cambiado. Aunque «aún tienen que aprender varias lecciones», según Chaparro, existen coleccionistas activos, museos e instituciones que superan sus limitaciones y galerías capaces de integrarse en ferias internacionales. Y, sobre todo, lo mejor de Lima: los artistas. « Siempre ha habido arte bueno en Perú , aunque muy disperso. Ahora hay una narrativa», afirma Gamarra.
Antes, Perú carecía de una institución que entablase relaciones en el mundo del arte. Hoy, existe un referente, el MALI , que, no obstante, sobrevive con fondos privados de coleccionistas. Canepa lamenta esta falta de apoyo institucional que ha hecho que el arte esté «siempre muy ligado al mercado y a las galerías». Así, muchos trabajos «o se autofinancian, o no existen, o los artistas se tienen que ir fuera».
Y, al buscar fortuna en la escena internacional, parece que los artistas deben abanderar su identidad peruana . «No puedes entrar como una persona cualquiera; si eres peruano, tienes que hablar de Perú», declara Canepa.