LIBROS

Paula Serraller: «Nuestra filosofía huye de los empobrecedores dogmatismos excluyentes»

Fundamentos acaba de cumplir cincuenta años de vida. Paula Serraller, que tomó el testigo a su padre, Juan Serraller, desgrana la historia de la editorial madrileña que, como todo el sector, se enfrenta a difíciles retos

Paula Serraller, actual responsable de Fundamentos
Carmen R. Santos

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El aniversario de sus cincuentas años en funcionamiento, le he pillado a Fundamentos en plena pandemia. Pero la editorial madrileña, referente en fomentar el pensamiento crítico y el debate intelectual, así como en el ámbito teatral, está acostumbrada a las dificultades y tiene una enorme capacidad de resilencia. El presente es complicado y se avecina un futuro incierto. No obstante, incluso de los peores momentos, se pueden extraer conclusiones positivas: «La cultura ha reafirmado su posición como elemento vital de nuestras vidas», señala Paula Serraller, actual responsable del veterano sello editorial.

¿Cuándo nació Fundamentos?

Editorial Fundamentos fue creada por mis padres, Juan Serraller y Cristina Vizcaino, en abril de 1970, dos años antes de que naciera yo; por eso en la familia bromeamos que se trata de su primer bebé.

¿Con qué objetivo esencial?

En su proyecto editorial, Fundamentos se definió como nacida para dar a conocer el pensamiento en política, economía y movimientos sociales desde un punto de vista crítico y contemporáneo. Surgió cuando la dictadura aún mantenía una mano férrea sobre las publicaciones en nuestro país mediante la Ley de Prensa e Imprenta, promulgada cuatro años antes, por lo que su intención era también dar eco a los temas que por aquel entonces se silenciaban y perseguían. Con el paso de los años, su objetivo básico ha sido ampliar la oferta cultural en español mediante textos que fomentasen el pensamiento y el debate intelectual, a la vez que nos ayudasen a conocernos mejor y a comprender el mundo en que vivimos. Fundamentos trajo a España a grandes pensadores como André Breton, Jacques Derrida, Charles Fourier, Edgar Morin, Novalis, Paul Nizan y Antonin Artaud… descubrió para el público nuevas formas de arte y cultura, como un teatro más allá del entretenimiento o el canon clásico (por ejemplo, el de Eugène Ionesco), con textos pioneros como Morfología del cuento , de Vladimir Propp, y Semiótica, de Julia Kristeva, y otros que habían sido prohibidos anteriormente como El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado , de Frederick Engels, y El derecho a la pereza , de Paul Lafargue.

¿Cuándo tomó usted el testigo?

Como en toda empresa familiar, yo crecí con la editorial: visitando imprentas, transportando libros de aquí para allá, pasando maravillosas tardes y fines de semana en el Retiro durante la Feria del Libro, enredando entre las casetas, haciendo amigos cuando era niña y atendiendo al público más tarde. Al volver de estudiar la carrera de Farmacología en el Reino Unido empecé a traducir para nuestra colección «Canciones», que acabé dirigiendo. También empecé a realizar cubiertas. Cuando el puesto de edición se quedó repentinamente vacante al poco de terminar yo el Máster de Periodismo de El País, lo ocupé durante un tiempo hasta que me vine a vivir a Euskadi, desde donde seguí colaborando con la editorial. Fue en 2013, cuando mi padre se vio obligado a abandonar la gerencia por culpa de un Parkinson fulgurante, cuando tomé definitivamente el testigo, asumiendo las riendas de Fundamentos.

De izquierda a derecha, los escritores Óscar Cormago Bernal, Ignacio García May, y Juan Serraller, creador de Fundamentos

¿Es un proceso de continuidad, aunque siempre con mejoras?

Me gusta pensar que sí, que nos hemos mantenido fieles a nuestro objetivo inicial y a nuestros principios fundadores. Por de pronto, hemos permanecido independientes durante estos 50 años, que tiene su mérito.

¿Cuál es el ideario de la editorial?

Nuestra filosofía ha buscado siempre promover la diversidad y el debate intelectual, acogiendo obras de escuelas diferentes y huyendo de los dogmatismos excluyentes que tanto empobrecen. También hemos procurado dar voz a los marginados y olvidados de la sociedad, colaborando con diversas ONG y publicando libros emancipadores; fuimos de las primeras editoriales en abordar el feminismo. Todo ello poniendo especial cuidado en ofrecer buenas traducciones y versiones íntegras de los textos al precio más ajustado posible, pues creemos firmemente en la importancia de facilitar el acceso a la cultura.

¿Cuál fue la primera colección?

Las primeras dos colecciones se inauguraron casi a la par, fueron la colección «Arte» y la colección «Ciencia». En «Arte» se recogían libros de Cine, de Teatro, de Crítica y de Humor-Cómic en sus respectivas subcolecciones. «Ciencia» iba enfocada a la Política, la Sociología, la Economía, la Filosofía y la Psicología… También estaban los «Cuadernos prácticos», un formato muy innovador, a medio camino entre el libro y el artículo extenso.

«La editorial surgió cuando la dictadura aún mantenía una mano férrea sobre las publicaciones en nuestro país mediante la Ley de Prensa e Imprenta»

¿Cómo fueron surgiendo las colecciones?

Las colecciones fueron surgiendo en función de una mezcla de los intereses y pasiones de mis padres y sus colaboradores cercanos. Por ejemplo, uno de mis tíos paternos, José Antonio Serraller, era un loco del cine, y dirigió esa subcolección durante algún tiempo. Más adelante se iniciaron la colección «Espiral» (ensayos literarios, novelas, obras dramáticas y cancioneros), «Club de Ajedrez» (primero en coedición con Alberto Aguilera), «Espiral Hispanoamericana» (crítica literaria y lingüística), «Narrativa Española» y «Narrativa Contemporánea». Estas dos últimas acabamos clausurándolas, porque resultaba muy complicado competir en el ámbito de la novela con las grandes. En 2009 creamos la serie «Género», la más transversal porque recorre temas como la política, el arte, la filosofía, el cine, la sociología... materias que han marcado la trayectoria de Fundamentos.

¿El «best seller» de la editorial?

En número de reediciones son El arte de la guerra, de Sun Tzu, y Fundamentos del ajedrez de José Raúl Capablanca, que van por la 19ª edición. Aunque en su día tuvo mucho éxito El método del Actors Studio . Conversaciones con Lee Strasberg , de R.H. Hethmon, y ahora se vende muy bien El actor y la diana , de Declan Donnellan, ambos textos de referencia para la formación del actor.

El teatro ha sido y es una preocupación clave.

Sí. Empezamos a publicar estudios y manuales teatrales muy pronto, Teoría teatral , de V.E. Meyerhold, es el número 3 de la colección «Arte», y el ya mencionado Método del Actors , el 21. Siguieron las obras de teatro contemporáneo principalmente de autores españoles en la colección «Espiral», algo en lo que fuimos pioneros en su momento, entre las que cabe destacar la Biblioteca Miguel Romero Esteo, con once volúmenes de la insólita obra de ese Premio Europa de Teatro 1983 y Premio Nacional de Literatura Dramática 2008 que desgraciadamente falleció hace dos años. A finales del siglo pasado iniciamos nuestra colaboración con la Resad (Real Escuela Superior de Arte Dramático) de Madrid, con la que coeditamos los libros que recogen los textos finales de los alumnos de dramaturgia junto a estudios y manuales para la formación actoral. También hemos coeditado con el Teatro de la Abadía, el Centro Andaluz del Teatro y diversas universidades extranjeras. Para una editorial independiente, la especialización es muy importante, pues seguir una línea editorial clara facilita la comunicación con los lectores, la identificación de los libreros y el hacerse un lugar en el mercado. Por otra parte, en editoriales de fondo como la nuestra podemos permitirnos ocuparnos de temáticas más minoritarias puesto que no nos importa mantener nuestros títulos disponibles los años que haga falta hasta que lleguen a sus potenciales lectores. No buscamos un rendimiento inmediato de la inversión.

«Empezamos a publicar estudios y manuales teatrales muy pronto, y siguieron obras de teatro contemporáneo principalmente de autores españoles»

¿Qué etapas diferenciaría en estos 50 años?

A grandes rasgos destacaría unos comienzos muy eclécticos, dedicándonos a muchos y muy variados ámbitos, quizá propios del afán de descubrimiento de la juventud. Y luego, tras haberlos cultivado durante los años 80 y 90, en el nuevo siglo vino la apuesta por unas cuantas materias que nos definen.

¿Cuáles han sido los momentos más difíciles?

Editorial Fundamentos ha demostrado ser sorprendentemente resiliente. Sin duda porque surgió del sueño muy personal de Juan Serraller y Cristina Vizcaino, que la alimentaron con la fuerza de su pasión lectora y editora. Tan es así, que logró sobrevivir a la separación de sus dos fundadores, probablemente el momento más peliagudo a nivel personal. Mi padre decía que si las cosas se hacían con cariño, salían mejor, así que quizá eso haya sido parte del secreto.

¿En alguna ocasión se pensó en tirar la toalla?

No, no lo creo. Para Juan Serraller la editorial fue siempre su gran pasión, a la que se reincorporaba feliz cada septiembre después de haber recargado pilas en su Euskadi natal. Él no tenía ninguna intención de jubilarse cuando con 70 años cumplidos el progreso acelerado de su enfermedad le obligó a dejar su puesto. Sí que recuerdo que en algún momento recibimos una oferta de compra de algún gran grupo, pero mi padre me dijo orgulloso que no se le pasaba por la cabeza perder su independencia. Y desde que yo he tomado las riendas, he pensado a menudo que, pese a que a veces las ventas no fueran todo lo abundantes que desearíamos, el trabajar en algo que nos estimula y nos apasiona es una riqueza que no se mide con dinero.

¿Cómo salieron de la crisis del 2008?

Por un lado, gracias al margen que proporcionaban unas cuentas saneadas por una buena gestión de los beneficios de años mejores y, por otro, mediante una estrategia de repliegue, minimizando las contrataciones externas y aumentando las áreas de trabajo cubiertas por la plantilla.

«Fundamentos ha demostrado ser sorprendentemente resiliente. Mi padre decía que si las cosas se hacían con cariño, salían mejor, así que quizá eso haya sido parte del secreto»

La pandemia ha sido un desastre para la cultura...

Aún es pronto para evaluar las consecuencias a largo plazo, pero aunque las pérdidas inmediatas por cierre de teatros, salas de conciertos, cines, museos, etc. y, cómo no, las librerías puedan parecernos asoladoras, yo saco una consecuencia muy positiva del confinamiento: la cultura ha reafirmado su posición como elemento vital de nuestras vidas. Las redes sociales se han visto inundadas de vídeos compartiendo belleza y cultura: pictórica, musical, de danza; enlaces a las descargas gratuitas ofrecidas por las principales compañías mundiales de ópera, circo, teatro, etc. Creo que ha quedado patente que necesitamos cultura para sobrevivir, casi tanto como las ineludibles visitas al súper. Espero que los poderes públicos actúen en consecuencia y concedan las ayudas y protecciones necesarias para paliar los efectos del confinamiento y asegurar una larga vida a los diversos agentes culturales.

¿Cuáles serían los principales problemas para el sector editorial?

Es indudable que hemos sufrido todos un parón forzado. Como tantos otros sectores, del país de hecho. Quizá deberíamos tomárnoslo colectivamente como un paréntesis y no exigirnos mucho los unos a los otros. Para las librerías ha sido muy duro tener que cerrar de golpe, en un contexto de alto riesgo donde tampoco se debía promover el comercio por correo. Y claro, sin librerías toda la cadena se paraliza: los distribuidores no tienen a quién servir y las editoriales no tienen dónde enviar sus novedades ni vender sus fondos. Personalmente, creo que tomé conciencia de la gravedad de la situación cuando el 12 de marzo se nos comunicó que la Feria del Libro de Madrid se aplazaba hasta octubre. Hay citas anuales que parecen incuestionables y la Feria es una de ellas. Cuando desde la Comisión nos dijeron que se retrasaba, todos en el sector supimos que lo del confinamiento iba en serio y que se preveía para largo.

¿Cómo está afrontando Fundamentos la situación por la pandemia?

Hemos intentado no proyectarnos demasiado en el futuro, puesto que lo veíamos muy incierto y fuera de nuestro control inmediato, así que hemos preferido afrontar los días uno a uno. Y no perder el buen humor ni las ganas de celebrar, como este 50 aniversario que nos ha caído en pleno confinamiento. No todos los días se cumple medio siglo, y esperamos que sea el principio de medio más. Por otro lado, tenemos la suerte de que el libro no es perecedero, no caduca, y en nuestro caso, no está sujeto a modas. Las novedades que no hayamos podido sacar en estos dos meses pueden salir un poco después, los lectores saben esperar y seguramente hayan aprovechado el confinamiento para ponerse un poco al día. Yo personalmente siempre compro más libros de los que luego consigo leer e imagino que somos muchos los glotones de la lectura. De hecho, la pandemia ha demostrado que el libro sigue teniendo muchas posibilidades sobre todo si entra como un hábito en nuestras vidas: leer ha sido la tercera actividad que más ayudaba a la gente a sobrellevar la cuarentena, según un estudio de la Federación de Gremios de Editores. Y este mismo estudio indicaba que íbamos por el buen camino, con un 4 % más de lectores habituales durante la primera semana del confinamiento que un mes antes y, como era de esperar, un incremento de la lectura de libros en formato digital (más fácil de procurarse en esos momentos).

¿Cómo ve el futuro?

Lo veo como una gran oportunidad para replantearnos muchas cosas. Este parón nos ha enseñado que podemos vivir y trabajar a otro ritmo, que es maravilloso tener más tiempo para estar en familia, que las ciudades con menos tráfico son más agradables… Sería fantástico ajustar nuestros modos de trabajar en consecuencia. Por otro lado, ha quedado patente que una sanidad pública fuerte y bien dotada es esencial. Los países como Alemania y las Comunidades Autónomas como Euskadi, que contaban con ella, han podido minimizar el número de víctimas de manera envidiable. Si las grandes empresas trabajan con margen para atender una crisis, ¿por qué se ha obviado este concepto básico en algo tan fundamental como es la asistencia sanitaria? Si después de esto aprendemos de nuestros errores y actuamos en consecuencia, habremos sabido sacar algo bueno de estos momentos tan duros. Espero que eso sirva de consuelo a quien hayan perdido a un ser querido. Yo me quedo con las impresionantes muestras de solidaridad que ha despertado la pandemia y la noción de que trabajando juntos, por el bien común, podemos hacer grandes cosas.

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