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Paula Cifuentes: «La Historia se utiliza como caballo de batalla»

La reina María Cristina, esposa de Fernando VII, madre de Isabel II y regente entre 1833 y 1840, protagoniza esta biografía

Paula Cifuentes Rita Puig-Serra
Carmen R. Santos

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Profesora de Escritura Creativa, traductora, Paula Cifuentes (Madrid, 1985) consiguió una beca en la Fundación Gala y a los veinte años debutó en la novela con La ruta de las tormentas , donde da voz a Hernando Colón, el hijo ilegítimo del descubridor de América. Después dio a la imprenta Tiempo de bastardos sobre la infanta Beatriz de Portugal.

¿Cómo le surgió la idea de esta biografía?

Hablando con mi editor, Francisco Martínez, apasionado del siglo XIX, nos dimos cuenta de que los años del reinado de María Cristina se habían abordado desde muchos puntos de vista, pero que faltaba un auténtico retrato de ella como mujer. La vida de María Cristina lo tiene todo: violaciones, intrigas, robos, amores apasionados…, y siempre con el trasfondo de una España extremadamente convulsa.

¿Ha sido complicado el proceso de documentación?

Largo y con altibajos. La suerte es que todo el archivo personal de María Cristina se conserva en el Archivo Histórico Nacional, con lo que uno siempre podía regresar a las fuentes. Pero el personaje de María Cristina, como tal, en una biografía, muy pocas veces se había tratado en todo su recorrido vital. El texto más completo es el del Marqués de Villa-Urrutia, que no resultaba fácil de conseguir y que tampoco es estrictamente contemporáneo a los hechos que narra. Quizá lo más interesante fue el poder sumergirse en las cartas de los diferentes diplomáticos que sí que los vivieron, como el célebre Washington Irving. Y desde esa perspectiva, observar la terrible guerra de intereses que se mediaba en todo el mundo con España haciendo el papel del niño del rey Salomón.

«No supo adaptarse a una nueva idea de monarquía constitucional»

¿Qué dificultades ha encontrado en él?

Lo más difícil fue poder desvelar lo que estaba escrito en las cartas de María Cristina, ya que la digitalización del archivo es muy antigua y en la mayoría de ellas casi era imposible su lectura. Pero el personal del Archivo Histórico Nacional es extremadamente amable y aunque la clasificación que se hizo de los documentos es también muy antigua, siempre intentaron ayudarme en todo cuanto pude precisar.

¿Qué tal le ha resultado su experiencia en el género?

El ensayo y dentro de él, el histórico, me parece un género interesantísimo. La historia de nuestro país ha sido utilizada muchas veces como caballo de batalla, lo que hace que en otras tantas ocasiones se haya perdido el aspecto humano. Eso es lo que buscaba precisamente con María Cristina: comprender a la mujer y no sólo al personaje. Los hechos en los que se vio envuelta fueron, sin duda, capitales para dilucidar cómo somos hoy en día. Pero lo que echaba de menos, y es lo que he procurado en este libro, es el poder rozarle la piel y conocer a la persona.

La reina María Cristina

¿No pensó en escribir una novela histórica con el personaje?

Me gusta mucho la Historia. Casi igual que la literatura. Con lo que era fácil en mis comienzos que ambos intereses confluyeran. Ahora estoy intentando separarlos. No tener que hacer ficción con la Historia y no tener que hacer no-ficción con la literatura.

¿Cuál sería la principal virtud de María Cristina?

La lealtad. Pero, sobre todo, hay que destacar que es un personaje muy complejo. Alguien con tantas caras como opiniones tienen aquellos que la han descrito alguna vez. Un ejemplo de esta complejidad es la relación de amor y odio que tuvo con sus hijos, dependiendo del padre. Mucho se ha escrito de cómo dio de lado a la futura reina Isabel, pero en cambio, se desvivió por sus otros hijos, los de Agustín Muñoz. De ahí que intentara crear la primera dinastía Borbón-Muñoz en uno de sus hijos y en las colonias americanas perdidas.

¿Y su mayor defecto?

La ceguera. No supo ver que los tiempos habían cambiado, que debía adaptarse a una nueva idea de monarquía constitucional donde importaba, y mucho, no granjearse enemistades con la nueva clase burguesa. También la incapacidad de pararle los pies a su segundo marido en su ambición desmesurada. Asimismo, un error de bulto fue delegar la crianza de Isabel II y utilizarla en beneficio propio. Eso hizo de Isabel una desgraciada de por vida. Y una reina espantosa.

«El XIX es un siglo convulso. El mejor caldo de cultivo para radicales y corrupción»

¿El momento más espinoso de su reinado?

Los días antes de huir por segunda vez a Francia, cuando su propia hija, la reina Isabel, tuvo que interponerse para evitar que la muchedumbre la linchara. Eso no paró que le prendieran fuego al palacio donde vivía. Finalmente tuvo que huir de madrugada para sortear que la justicia cayera sobre ella.

¿Con Agustín Muñoz, su segundo marido, formó un tándem perfecto?

Totalmente, aunque mucho más beneficioso para él. Sólo hay que ver cómo María Cristina se marchita en la última parte de su vida y sólo espera morir para poder ser enterrada junto a él. No obstante, en el caso de Agustín se podría ver las mismas ambiciones de muchos que esperaban acercarse a la reina.

Dedica usted su libro «A los moderados y moderadas, una especie en peligro de extinción». ¿Hasta qué punto?

-No creo que vayan a desaparecer, la Historia es circular y siempre va a haber moderados. Pero también es cierto que resulta muy fácil hacer paralelismos entre nuestro momento histórico y lo que sucedió en la época de María Cristina, con la creación de múltiples partidos «que intentaron llenar huecos» y que, por supuesto, ocuparon facciones cada vez más extremas y radicales que solamente tuvieron que agitar las aguas. El siglo XIX es una centuria muy convulsa y la gente estaba preocupada. Ese es el mejor caldo de cultivo para extremismos, revueltas y corrupción. Baste con mirar la pandemia de cólera que asoló Madrid en 1834 y que acabó en una matanza de frailes. O la corrupción de la propia María Cristina.

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