LIBROS
«Patrick ha vuelto», doble con conciencia
Elizabeth Mackintosh es una clásica del género negro que brilló bajo sus pseudónimos
«Una vez había oído decir que si uno pensaba en algo de manera obsesiva, por absurdo que fuera, incluso lo inconcebible podía llegar a parecer razonable»; la afirmación de Brat Farrar, protagonista absoluto de «Patrick ha vuelto», se formula en la primera mitad de esta novela de la escocesa Josephine Tey (pseudónimo de Elizabeth Mackintosh) y apela, más allá de la trama de la obra de Tey, al vínculo indisoluble entre el lector y el autor de literatura criminal; un compromiso tácito de fe en la invención de lo terrible , que en esta ocasión se centra en uno de los temas más emblemáticos e interesantes del suspense: la figura del doble .
Sentido del humor
En la tranquila granja inglesa de Latchetts, la familia Ashby se prepara para celebrar la mayoría de edad de Simon, el primogénito y único heredero de la propiedad desde que su hermano gemelo, Patrick, se suicidó en la adolescencia, tal y como atestiguaron en su momento una escueta nota de despedida y el hallazgo tardío en una playa de un cuerpo irreconocible debido a su avanzado estado de descomposición. Pero ¿y si Patrick no hubiera muerto y decidiera regresar?
Escrita con un sentido del humor que roza el costumbrismo y se recrea en las preocupaciones que llenan las vidas pequeñas, la novela encaja a la perfección en el singular universo de su autora. Coetánea de Agatha Christie o Dorothy L. Sayers , si bien la producción literaria de Josephine Tey se enmarca sin duda en la llamada Edad de Oro de la literatura de misterio y cuenta por supuesto con un detective, el inspector de Scotland Yard Alan Grant, que actúa como hilo conductor de cinco de sus títulos (no en este), también es cierto que sus libros se alejan del pautado estilo que caracterizó la narrativa policiaca de la época y exhiben una profundidad psicológica poco común .
Empatía
En «Patrick ha vuelto», aparte del juego de identidades que ocupa el primer plano de la acción, destacan la empatía que despiertan algunos personajes, como Brat o la tía Bee, y el monólogo interior que anticipa sus actos y los define con sutileza, mostrándonos de ellos matices casi subconscientes, cuyo efecto es el de despertar nuestra negligencia ante la estafa que se planea. En el texto ninguna voz se parece a otra, lo que contribuye a reforzar la sensación de verosimilitud de los hechos y hace más fácil el compromiso de aceptar como auténticas historias increíbles.
Toda una proeza.