LA VIDA EN NEGRO
Patricia Highsmith y la fascinación por el mal
«El talento de Ripley» y las otras cuatro novelas de la serie representan esa forma de vivir en la que no existen límites morales ni freno alguno al deseo o la ambición
Patricia Highsmith murió en 1996 en Locarno, donde vivía rodeada de gatos. Había cumplido los 74 años y dejaba atrás una extensa y apasionante obra literaria que había seducido a autores como Graham Greene y Peter Handke . Hay en sus trabajos un tema que aparece y reaparece de forma obsesiva: la fascinación por el mal. O tal vez sería más acertado decir la abolición de las fronteras entre el bien y el mal. Nadie mejor que Tom Ripley , el más popular de sus personajes, representa esa forma de vivir en la que no existen límites morales ni freno alguno al deseo o la ambición.
Highsmith se inspiró en Ripley para escribir cinco novelas, la primera de las cuales es El talento de Ripley , publicada en 1955 y llevada al cine por René Clement con el título A pleno sol . La película tuvo un enorme éxito, especialmente por la interpretación de Alain Delon , que acierta a encarnar el turbio y ambiguo arribista sobre el que gira la serie.
Complejas relaciones
La trama se desarrolla en torno a la suplantación de Dickie Greenleaf , hijo de un millonario americano que pide a Ripley que localice a su hijo en Italia y que intente convencerle de que regrese a su hogar. Tom acepta el encargo y encuentra a Dickie y su novia en Mongibello , un pueblo cercano a Nápoles. A partir de ahí, comienza una compleja relación que acaba con un sorprendente desenlace.
El talento de Ripley es una novela clásica de suspense , pero también un thriller psicológico porque más importante que la acción son las motivaciones de sus tres protagonistas, que se sumergen en un banal hedonismo para huir de un mundo en el que no han hallado su sitio.
Antes de publicar esta primera entrega, la escritora tejana, nacida en Fort Worth en 1921, había vendido un millón de ejemplares con Carol , publicada bajo pseudónimo, en la que cuenta la relación homosexual entre una casada de clase alta y una joven vendedora de unos grandes almacenes. La novela, llevada al cine hace pocos años, acaba felizmente. Carol es una narración autobiográfica, ya que Highsmith era una lesbiana promiscua que mantuvo relaciones con decenas de mujeres, de las que se enamoraba con la misma facilidad con la que rompía. Nunca tuvo un vínculo estable a lo largo de su vida.
El talento de Ripley gozó de una gran acogida del público y la crítica, lo que le impulsó a escribir otras cuatro novelas con el mismo personaje: La máscara de Ripley , El juego de Ripley , Tras los pasos de Ripley y Ripley en peligro . En ellas, el protagonista se ha casado, vive confortablemente en Suiza y ha amasado una fortuna gracias a la falsificación de pinturas. Para quienes no hayan leído la serie, hay una recopilación de los cinco libros en la editorial Anagrama. Highsmith deja traslucir una evidente empatía hacia este hombre tranquilo y convencional, amante de la buena mesa y los placeres cotidianos, que no duda en recurrir al crimen, la estafa y la duplicidad para mantener una doble vida en la que nada es lo que parece.
La escritora tejana, afincada en Francia y Suiza en los últimos años de su existencia, no oculta su fascinación por un mal que identifica con el instinto de los más fuertes . Pero hay también una presencia en todas sus novelas de la mentira, que es descrita como una necesidad para sobrevivir frente a las desventuras que acarrea la verdad.
Mujer de armas tomar
Highsmith fue a lo largo de toda su vida una mujer transgresora , que gustaba de provocar a la sociedad biempensante al mismo tiempo que se refugiaba en una soledad que se fue acentuando en sus últimos años. Maj Sjöwall , la escritora sueca que la conoció, me contaba que era una persona de gran sentido del humor y que ambas solían bromear sobre Simenon , al que consideraban un depredador sexual.
Se ha dicho que la autora estadounidense, que comenzó a trabajar en una agencia de publicidad de Nueva York y luego en la industria del cómic, describe al ser humano «con la misma frialdad que una araña escribiría sobre las moscas que atrapa en su red». Es cierto. Hay algo de inhumano y demoniaco en sus creaciones, que, la vez, evocan la perspicacia visionaria de un Dostoievski en el retrato de las pasiones y las emociones. Realmente nadie conoció a esta mujer solitaria e introvertida, que se refugiaba en una máscara de hostilidad para huir de la gente. Nos quedan sus novelas y Ripley, ese personaje de las mil caras que podría ser el alter ego de la autora.