LIBROS
«La parte recordada», la memoria como arte
Rodrigo Fresán culmina con este título, «La parte recordada», la trilogía que inició hace 10 años sobre la mente del escritor
El arte de la literatura es la memoria, la historia, la ficción. En el fronstispicio del exhaustivo y ejemplar estudio de Paul Ricoeur sobre «La memoria, la historia, el olvido» (2000) se lee una contundente advertencia de Vladimir Jankélevitch: «El que fue ya no puede no haber sido; en adelante, este hecho misterioso y profundamente oscuro de haber sido es su viático para siempre.» El viático del escritor. La narración es pasado, incluso la que está por venir . Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963) cierra su extraordinaria trilogía literaria con «La parte recordada», antes aparecieron «La parte inventada» (2014) y «La parte soñada» (2017). Una llamada telefónica, una música al azar, un olor perdido en el tiempo, la voz que resuena en un libro, las imágenes en blanco y negro de una fotografía, el fotograma fugaz de una película disparan la memoria, aniquilan el presente, crean otra realidad .
Cortázar gustaba recordar cómo la memoria puede estirar el tiempo en el acto de mirar a través de la ventanilla oscura de un vagón del Metro parisino y cómo los minutos transcurridos entre una estación y otra apenas eran homologables; para Cortázar, como antes para Proust, para Joyce, siempre para Borges, es un relámpago intraducible que dilata el tiempo. Es un impacto, un fogonazo bruta l, imprevisible, caprichoso; el palimpsesto sobre el que el escritor traza la vida inventada, soñada o recordada: «Inventar -señala Fresán- era recordar hacia delante. Soñar era recordar hacia arriba o hacia abajo. Recordar es inventar hacia atrás.» El arte de la memoria envuelve lo inverosímil entre la realidad y la ficción , y recuerda que sólo se escribe por venganza contra el tiempo.
Un barco ebrio
La mirada que ilumina los espacios sombríos que el propio tiempo ha alterado, o recobrado, o soñado. Formidable libro el de Fresán. Literatura sin adjetivos, ni géneros . Memoria y anhelo de belleza (es decir, de añadir algo a la realidad, dicen, de verdad), «traer algo al mundo que no estaba en otra parte», o en palabras de Conrad: «Nunca he sondeado la palabra escrita en busca de otra cosa que no fuera una manifestación de la belleza.» Un barco ebrio (Rimbaud) sin rumbo pero que marca los perfiles de quien escribe. A la manera de Proust, la ficción, se presenta en estas páginas, como autobiografía, no la autobiografía como ficción .
Una obra compleja, que respeta al lector, e indaga en lo extraordinario. una novela total
La clave de la memoria es el olvido ( Todorov ) y para Fresán esto se lee así: «El olvido es una decisión estética tan importante como qué decides recordar».
La vida nunca está en orden . Y la literatura, la de verdad, como la que exhibe este libro monumental, es la feliz, o fatal, conjunción de tres verbos: inventar, soñar y recordar. Fresán se inscribe en la gran novela americana , la del norte y la del sur. Una obra compleja, que respeta al lector, e indaga en lo extraordinario, lo ordinario y lo infraordinario. La novela total, pero la novela total del siglo XXI, no del XIX, ni del XX. Ya escribió Paolo Fabri que «es muy difícil ser contemporáneos de nuestro presente.» Si hoy una novela hace honor al tiempo en el que se publica ésta es «La parte recordada». Hay pocos escritores así. Fresán es uno de ellos.