DISEÑO

Palabra de Óscar Mariné

El diseñador madrileño, de gran sensibilidad estética y capacidad para dialogar con la Historia del Arte, ha tocado muchos palos

Óscar Mariné se alzó en 2010 con el premio Nacional de Diseño Isabel Permuy

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Si, como dijera McLuhan, «el medio es el mensaje», tendríamos que añadir que el «masaje» no es completo sin el diseño. No hace falta rememorar el glamur de «Mad Men» para tener claro que el «fetichismo de la mercancía» no impone su ley sin las tácticas adecuadas del márketing. Con toda la razón del mundo, Óscar Mariné realizó en el Círculo de Bellas Artes la exposición «Todo es diseño» en la que se recogía el trabajo de cuarenta consagrados diseñadores españoles.

Mariné despuntó como diseñador en plena efervescencia de la Movida con una revista «burbujeante» como «Madrid me mata». Ciertamente, su imaginario comunicativo no quedó atrapado en el pantano de la frivolidad deliberada, ni era el «neocasticismo kitsch» algo que le tentara especialmente. Al contrario, él tiene algo de neo-constructivista, obsesionado por la tipografía, confiando en el poder de la letra, como en la magnífica dirección artística que ha desplegado en la revista «C», de Ivory Press.

No ha dejado de ajustar letras y dibujos, colores y tipografías para hacer más comprensible nuestro mundo.

Tal vez fuera e l cartel de «Todo sobre mi madre» de Almodóvar una de sus piezas de mayor potencial icónico, con un dibujo que parece tener algo de guiño «post-warholiano». Lo cierto es que un mínimo repaso a los trabajos realizados por este diseñador revela que ha tocado muchos palos, desde las portadas de discos para Bruce Springsteen o Siniestro Total, a los catálogos para instituciones como el IVAM; del logo de Matadero-Madrid a la cabecera del diario «El País»; de las colaboraciones con Swatch o Benetton a las que ha realizado con el estudio de Norman Foster. Su exquisita sensibilidad estética y capacidad para dialogar con la Historia del Arte se plasmó ejemplar en la muestra «El Greco 1900» y, especialmente, en ese «devenir tridimensional» de «El Entierro del Conde de Orgaz» , que permitió al público penetrar (virtualmente) en un espacio de enorme intensidad dramática.

Distinguido con el Nacional de Diseño (2010) y reconocido internacionalmente por su trabajo, revisado en muestras como «Óscar Mariné Big Bang» (Museo de Navarra, 2017), no ha dejado de ajustar letras y dibujos, colores y tipografías para hacer más comprensible nuestro mundo. Al tiempo, ha dado rienda suelta a su pasión pictórica como se comprobó en la exposición «King for a Day» que realizara en la galería de Blanca Berlín (2018). Siempre con tono lúdico , este diseñador supo dejar su sello en la campaña del vodka Absolut. En cierto sentido, la pasión absoluta que le domina está anclada en el poder de la letra.

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