MÚSICA
«Paint It Black»
De la mano de los londinenses Portion Control, Vomito Negro trae a Madrid una excepcional muestra de la EBM, estilo cuya oscuridad y marginalidad han sido acentuadas por la exclusión a la que ha sido sometido históricamente
Todavía hay clases, o castas. Los que van de negro se quedan en la puerta. No es, por elevación, esa Europa que se tienta la ropa , se autodiagnostica y se pone en cuarentena para neutralizar el ajetreo -quietos parados- amparado por Schengen, la única que ahora baja la barrera y pide papeles. Es en los mapas de la cultura donde precisamente, y de toda la vida, estas reacciones tan culturales pueden apreciarse con la mayor pureza y crudeza.
Sin necesidad de irse de galerías o librerías, donde la gente suele ir más de tapadillo, lo de cocer habas con denominación de origen lo bordan en espacios supuestamente tan abiertos como el rock, donde la identificación, catalogación e inmediata exclusión, tribal o racial -la indumentaria es la primera piel en la genética musical- han funcionado históricamente como mecanismos para reforzar un canon basado en el elitismo que, como en el resto de las bellas artes, proporciona la pertenencia a la clase y la casta. Pintados como una puerta que da al infierno , los que van de negro se quedan la puerta.
Endemismo
Los que van de negro son los seguidores de ese subgénero cruzado que cogió las formas de la música industrial y los fondos góticos del post-punk para fundirse en negro hace más de treinta años. «Entonces todo era posible. No había límites. Bandas tan populares como Depeche Mode, con canciones como «People Are People», sacaron tajada de aquel movimiento, mientras que sus verdaderos artífices fueron olvidados para siempre», se queja Gin Devo, que reivindica el papel fundacional de los australianos SPK. Al frente de Vomito Negro , caudillo de una «electronic body music» (EBM) que desde su sede en Bélgica y con excepciones tan falleras como la de Valencia rara vez ha logrado penetrar en el sur de Europa, Devo encabeza el próximo 5 de marzo en Madrid el cartel del festival Doppelgänger, rara oportunidad de escuchar en directo y fuera de sus casillas a quienes mejor conservan y explotan un estilo cuyo apartamiento, geográfico o no, ha contribuido a subrayar su endemismo.
«No creo que la EBM sea impermeable. Todo depende de la posición de cada uno, y desde qué lado observemos nuestro entorno. A mí, por ejemplo, me resultan impermeables la ópera o el rock sinfónico», señala Devo, que reconoce el inmovilismo de esa audiencia que, viciada por una fidelidad extrema a los patrones originales del género, consume su obra musical. « Hay que tener mucho cuidado a la hora de experimentar . Nuestro público -añade- solo quiere escuchar una copia de una copia de una copia de los clásicos de la EBM». Lo que para Gin Devo es una encerrona creativa («las empresas discográficas son responsables de este bloqueo: si no encajas, estás fuera») ha sido una bendición para los estudiosos de unas teorías evolutivas que, como sucede con las islas Galápagos, merece la pena estudiar a partir de un coto tan cerrado como el de la EBM. Lo que sucede en Bélgica se queda en Bélgica.
El fundador de Vómito Negro asegura que el rock industrial no tiene conciencia política, sino «atmosférica»
Devo, sin embargo, no se rinde . «Tal vez sea bueno -dice- mezclar lo viejo con lo nuevo. Me gusta el sonido antiguo y rebobinar cintas magnéticas, y todavía sigo trabajando con grabadoras analógicas . Lo que nunca he hecho es seguir unas tendencias artísticas que tienen fecha de caducidad. Cuando te enganchas a una moda, mueres con ella».
Angustia y geografía
Sobre las coordenadas geográficas en las que ha sobrevivido la EBM, el líder de Vomito Negro reconoce la dificultad de su deslocalización. «Alguna vez he intentado grabar música industrial en el sur de Europa, pero no funciona... Solo puedo trabajar en Bélgica, quizá por su atmósfera negativa y gris», reconoce Devo, que considera que la actual crisis puede servir de abono a una EBM que surgió en tiempos de zozobra y mudanza . «La política de fronteras abiertas de la UE -sigue- quizá beneficie a las grandes corporaciones, pero ha sido un desastre para nuestra democracia. En "Fall Of An Empire", ya alertamos sobre el colapso de Occidente, el fin de nuestro modo de vida».
El fundador de Vomito Negro asegura que el rock industrial no tiene conciencia política, sino «atmosférica», pero se presta a reflexionar sobre el auge del nacionalismo en Europa y el miedo que, ligado al terrorismo, paraliza su país. «Se trata de acción y reacción, simplemente. No tenemos un problema de mezcla de culturas, sino de convivencia entre religiones y entre dos sociedades , una democrática y otra fundamentalista, que no están preparadas para convivir», comenta Devo. Sugerida, esa violencia cabe en una canción de Vomito Negro: Black pain, black power, black skin, black desire. «La música debe ser tribal, brutal. Hay que intentar atraparla, como a una fiera, grabarla en su forma más pura... Solo quien lo consigue -apunta- es un verdadero artista».