ARTE
Óscar Muñoz: «El individuo es el principal soporte físico de una imagen»
La Fundación Sorigué sigue mostrando sus fondos con muestras de los artistas representados. Le toca al colombiano Óscar Muñoz, básico en el análisis de la persistencia de la imagen
El colombiano Óscar Muñoz (1951), uno de los máximos representantes de la plástica contemporánea en su país, lleva décadas obsesionado con los mecanismos que conforman una imagen. Por qué éstas aparecen y desaparecen. Gracias a la reciente adquisición de una de sus obras, «El coleccionista», por la Fundación Sorigué , su trabajo vuelve a verse en España (aún queda la huella de su paso por el MEIAC en 2007 y Tabacalera en 2015), contextualizando esa instalación. Ésa es la filosofía de «Des/Materializaciones», que él mismo comisaría, en Lérida hasta el verano de 2018.
No sé si entiende la cita como una retrospectiva. ¿Se quedan líneas de trabajo fuera?
Nunca me planteé este proyecto así, porque hay muchos momentos de mi carrera que no están. Sí que he pensado que es amplio el público aquí que aún no conoce mi trabajo. Su mirada va a ser virgen. Me interesa ese desconocimiento, que lleva aparejado ninguna prevención. Por eso, hay un énfasis en mis formas de hacer: el paso de la imagen analógica a la digital, la pérdida del soporte, su inconsistencia...
¿Qué es una imagen, y por qué no lo es para usted en los momentos anteriores o posteriores a su fijación en un soporte?
Mi análisis no se dirige tanto a lo que conforma o no una imagen, pues para mí, puede incluso serlo algo que no lo es para otro. Imaginemos esas figuras que algunos adivinan a ver en una nube. Hay quien ante esa misma escena no distingue nada. Por eso yo pongo más el énfasis en cuestiones como la de la huella, cierta pulsión o deseo de la imagen por trascender, así como su borradura, su destrucción. Entre ambas pulsiones –y todo lo que eso implica con el pasado, con la Historia, con los procesos de construcción de la memoria y los recuerdos– se sitúa mi trabajo.
Joan Fontcuberta diferencia entre las imágenes analógicas para archivar y las digitales para circular. ¿Es el documento, el soporte, lo que les da entidad?
Ésa es una pregunta que yo me planteo y que plantea la expo desde «El coleccionista». De alguna manera, nosotros mismos somos soportes, contenedores de imágenes que aparecen y desaparecen continuamente y a las que dotamos de una durabilidad, y de una posibilidad de ser o no perturbadoras.
¿Cómo experimentó usted como creador y receptor de imágenes el salto a lo digital?
Los procesos de impresión análogos más primarios, como poner tinta sobre un papel, se relacionan con la escritura, con la memoria, con la transmisión del conocimiento. Ahora tenemos memorias digitales externas que usamos igual que cuando recabábamos un documento en una biblioteca. Pero eso marca la diferencia entre el que busca conservar algo en su cabeza al que deposita los contenidos fuera de ella. La relación con la realidad es distinta.
¿Qué es más peligrosa, la desmemoria o la amnesia?
No lo sé... A mí me parece que ambas son necesarias y sanas. Se sitúan en esa fricción que se da entre el olvido y el recuerdo. Me interesa, sobre todo, situarme en ese punto crítico donde las cosas permanecen o no, se dan o no, se establecen o no. Y en esa lucha, queda una huella.
¿Y qué ocurre cuando los soportes de las imágenes no son aquéllos a los que estamos acostumbrados, como las «Cortinas de baño», la obra más antigua de la exposición?
Esa pieza es de cuando empecé a interesarme por la situación en la que la imagen es casi sombra, y marca cuestiones que sucedieron después. Por ejemplo, los narcisos, que también hablan del tiempo, del movimiento, de la imagen en proceso, de su destrucción.
Lo mismo cabe preguntarle sobre el material de la imagen: ¿Cómo nos enfrentamos a imágenes conformadas por vaho o que se diluyen en el agua?
Las asimilamos igual. La materialidad es importante, y lo es en esta cita, en los que ciertas imágenes se crearon con polvo, carbón o vaho... Pero la cuestión de la visibilidad o de lo transitorio, la incapacidad que tiene una imagen de «manchar» es más interesante para mí.
No se define como fotógrafo. De hecho, ha utilizado mucho el vídeo. ¿Es el dibujo la técnica que todo lo engloba?
Me gusta dibujar, pero tampoco me considero buen dibujante. Se trata de desbaratar y volver a armar determinados mecanismos. Si digo que no soy fotógrafo es porque no tuve tal formación. Ahora todos lo somos, aunque cada vez más ignorantes respecto al sistema de la fotografía. Me interesa cómo la foto ha construido nuestra manera de ver. Y cómo altera nuestra noción de Historia: A través de ellas tenemos una idea de los hechos del pasado. Pero son sólo un punto de vista sobre algo más complicado. Y eso dice mucho de la idea de ser fotógrafo, pues no se trata tan sólo de operar una máquina.
El elemento biográfico es básico en su producción.
Más que ser autobiográfico yo me planteo cómo mirar al otro desde mi punto de vista. Es el mismo extrañamiento que nace cuando uno se reconoce en el personaje de una novela o en el cine. También en la vida política cotidiana.