LIBROS
El olvidado homenaje de Camus a Madariaga
El octubre de 1956, Camus pronunció en París un discurso en homenaje de Madariaga. Fue una auténtica fiesta de la libertad
El 30 de octubre de 1956, en el Hotel d’Orsay, París, Albert Camus , pronunció El partido de la Libertad , un discurso en homenaje a Salvador de Madariaga , al cumplir éste su setenta cumpleaños. El acto fue organizado por el Gobierno republicano español en el exilio. La celebración se completó con un concierto del Orfeón vasco Guernica y un recital de María Casares , además de las palabras de Salvador de Madariaga bajo el título 12 de octubre de Cervantes . Salvador de Madariaga y Rojo (La Coruña, 23 de julio de 1886-Locarno, 14 de diciembre de 1978) fue un diplomático y escritor español, ministro en 1934 de Instrucción Pública y Bellas Artes y de Justicia de la Segunda República. De pensamiento liberal y europeísta, se exilió tras el inicio de la Guerra Civil en el Reino Unido.
Ahora la editorial Trifolium publica el discurso de Camus, en español y en su original francés, con excelente traducción de Armando Requeixo. Fue una fiesta de la libertad. Camus no dudó en citar, y condenar, los recientes y trágicos acontecimientos ocurridos en Hungría con la entrada de las tropas soviéticas y las tropelías de la dictadura franquista. A esto se llama la equidistancia de la libertad. Ni (h)unos ni (h)otros. Anomalías políticas en Europa. Y denunciar el silencio de buena parte de los intelectuales europeos. Para recordar en palabras de Nietzsche que figuras como Madariaga «optaron por el exilio para poder decir la verdad». Camus denuncia «la acomodación de los intelectuales» ; al «intelectual insensible, dispuesto a justificar cualquier horror en nombre del realismo». Proclama que es necesario «ejercitar el pensamiento para que indague tanto en los secretos del mundo como en las reglas de conducta vital que es necesario asumir».
Intelectual firme
Todo el discurso se tiñe de una sola palabra: libertad. Es el centro de la Europa liberal. La Europa que se construye sobre los cimientos de una tradición y que tiene en nombres como el de Madariaga alguien que «nos ha demostrado con su ejemplo que el intelectual firme puede oponerse al intelectual insensible». Le define como «señor de las letras» y «un camarada en la lucha». Esa lucha no es otra que la de la libertad del individuo sin adjetivos, ni añadidos. Plena, única, innegociable.
Camus no dudó en condenar los trágicos acontecimientos de Hungría y España
Describe lo que considera un «debilitamiento general» y recuerda como gentes como Madariaga, ante el dominio de medios académicos y periodísticos por compañeros de viaje del régimen soviético, se ven abocados a «la clase de soledad en la que viven los que entre nosotros demandan grandes lecciones». No consignas, ni propaganda, ni represión. Es cierto, cuando Camus habla de Madariaga, habla de sí mismo, de la apelación a la inteligencia, pues ésta «sin carácter es mucho peor que la más completa imbecilidad».
Soberanía y dignidad
Camus pronuncia un discurso condenadamente intelectual, como Hayeck, sabe que e l liberalismo se engarza más el ámbito intelectual que en el político. Y esa es la verdadera batalla. La de las ideas. Así, no duda en subrayar cómo «el reverso del odio no es el idealismo tímido, sino la generosa justicia» envuelta en «la bandera de la libertad», porque «la justicia se diluye en el odio como los ríos en el océano». Recuerda a Ortega y señala que están ahí en «el lugar privilegiado donde el individuo libra un combate sin tregua contra las fuerzas de la noche a favor de la vida y la libertad», y alerta sobre una sin par paradoja ahora «nuestros rebeldes se han vuelto hemipléjicos».
Es la Europa «sin miedo, ni odio» . Se muestra orgulloso de haber sido, de ser contemporáneo del homenajeado y apela a la gran traición española, porque «la libertad no es nada sin la autoridad y la autoridad sin la libertad no es más que el sueño del tirano». Madariaga, Ortega, Camus, Berlin, Popper, Aron conforman, entre tantos, esa geografía de una Europa liberal que constituye la vertebración intelectual de un hecho insoslayable: l a soberanía del individuo y el reconocimiento a la dignidad moral de las persona; es decir, a su libertad.