LIBROS

Olga Merino, la cadena de la sangre

Suicidios, culpas y secretos en esta dura historia rural que nos sirve la periodista y escritora barcelonesa

Olga Merino es autora también de «Cenizas rojas, entre otros títulos»
Carmen R. Santos

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Ángela, Angie, protagonista y voz narradora de La forastera , la nueva novela de la periodista y escritora Olga Merino (Barcelona, 1965) se bebió la juventud a grandes sorbos en la Inglaterra de Margaret Thatcher . En Londres, realiza variopintos trabajos hasta que un pintor, obsesionado hasta el delirio con su arte, la contrata como modelo. Con él mantiene una relación sentimental tan intensa como lo son quienes la viven. Pero la Angie que ahora nos habla ha traspasado la cincuentena y siente la necesidad de refugiarse en la casa familiar, en un innombrado pueblo, pero que se adivina ubicado en el sur en esa España vacía que tan bien investigó Sergio del Molino . Al establecerse allí no solo la verán como la «forastera»: «Creen que estoy loca porque frecuento el cementerio, hablo en voz alta frente a la tumba de mi madre, bebo, me río sola y apenas trato con nadie».

Una luchadora

Y más aún, quieren echarla de su destartalada casa, en la que habita con sus perros, sus remembranzas y sus fantasmas, para construir chalés rurales de lujo y un exclusivo coto de caza. Pero un suceso conmociona a la localidad: el terrateniente don Julián aparece ahorcado en un nogal. A raíz de este suicidio, Angie recuerda otros también acontecidos en el pueblo, hasta en su familia, e incluso tiene miedo de que pueda tentarla ese final y caer en «la cadena de la sangre». Una cadena formada por culpas, secretos, descubrimientos, cobardías, ambiciones y egoísmos que desemboca en un desenlace no por intuido menos impactante.

Olga Merino, autora también de Cenizas rojas y Espuelas de papel , entre otros títulos, nos sumerge en un mundo duro, áspero, claustrofóbico , de violencia directa o soterrada, y regusto crepuscular servido en un estilo realista, con logradas descripciones, y con toques de tremendismo mediante un lenguaje de varios registros -a destacar el uso del vocabulario rural-. Ese universo lo puebla con personajes bien construidos, empezando por Angie, una mujer que lucha por la supervivencia en un ámbito y unas circunstancias hostiles: «Me están echando el cerco, y no es el viento», y en el que muchas veces hay que actuar a ciegas porque «nadie sabe nada de nadie». No descuida Olga Merino a los numerosos secundarios , como Dionisio, el silencioso y fiel capataz, el sacerdote del pueblo, Andrés, y el inmigrante y temporero Ibrahima, entre otros.

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