ARTE
Lo que los ojos de Leandro Erlich (no) ven
Ni los grandes símbolos escapan a los juegos visuales de Leandro Erlich. Nogueras/Blanchard ofrece algunos ejemplos
Les propongo hacer un ejercicio de «urbanismo-ficción»: Imagínense con qué cara nos despertaríamos los madrileños si una mañana viéramos que, por ejemplo, el frontón de la Puerta de Alcalá ha desaparecido de repente , sin ningún tipo de aviso previo… Algo no muy diferente es lo que plantea Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973) con su proyecto « La democracia del símbolo ». A través de él convirtió el Obelisco que se eleva en Buenos Aires, un auténtico símbolo urbanístico de la ciudad, en el protagonista de una singular –y monumental– intervención de arte público . Su propuesta constaba de dos partes: en primer lugar, interviniendo directamente en este monumento, haciendo desaparecer su pináculo superior, sin emplear ningún truco digital ; por otro lado, volviéndolo a materializar –por el arte de magia del arte– en el exterior del museo MALBA , mediante una maqueta a tamaño natural, haciendo posible por primera vez su acceso al público.
«La democracia del símbolo y otras historias» es la cuarta exposición que el artista argentino presenta en Madrid y da cuenta, entre otros, de este proyecto, a través de una fotografía de la intervención y de una maqueta a escala reducida de la parte superior del obelisco porteño . El trabajo de este creador, de quien ya pudimos ver una peculiar instalación – La Torre (2008)–, en el Museo Reina Sofía, se inscribe dentro de las ambiguas fronteras perceptivas que separan lo real de lo ficticio . Como prestidigitador, lo mismo saca de la chistera de su imaginación el conejo blanco de la punta de un monumento que una sucesión de engaños visuales-conceptuales-urbanísticos, igual que si fueran infinitos pañuelos de colores.
Anzuelos ópticos
Como señalaba Rudolf Arnheim , uno de los máximos especialistas en psicología perceptiva del arte, en « El pensamiento visual »: «Los pensadores griegos distinguieron el uso prudente de la experiencia sensorial de su uso imprudente . El criterio para evaluar la percepción se consideró la razón y no los sentidos. Malos testigos son los ojos y los oídos para los hombres –diría Heráclito–, si no tienen estos almas que comprendan su lenguaje». Así, nuestra respuesta perceptiva ante el mundo, sea fiable o engañosa, supone, sin embargo, nuestra principal herramienta para estructurarlo, entenderlo, aprenderlo y, finalmente, aprehenderlo.
Es en este equívoco estanque sobre el que Erlich lanza sus anzuelos ópticos y escenográficos y sus ilusorios simulacros. Un territorio en el que lo ordinario puede ser perceptivamente extraordinario y viceversa . Para él, sus obras tratan de reflexionar y profundizar en la experiencia banal de los espacios cotidianos. «Por lo tanto –afirma– no es realmente lo surrealista, sino lo “real” lo que me interesa . El “muy real”: lo ordinario y la forma en que concebimos nuestra noción de la realidad. No hay mejor lugar para cuestionar la realidad que en lo ordinario».
La exposición se compone igualmente de otras piezas de muy similar genealogía. Como «Brooms» (2015), una instalación a base de dos escobas idénticas que al apoyarse entre sí nos transmiten una sencilla pero eficaz sensación especular, con un perceptivo guiño de ecos duchampianos . O también «Pulled by the roots» y «Maison Fond», ambas de 2015, que, de nuevo, mediante la estrategia de presentar maquetas de edificios a escala, muestran otros aspectos de la realidad, como nuestra relación con la naturaleza y con lo urbano, cuestionando el hecho de que aquello que los ojos nos transmiten no es del todo cierto , sino quizás únicamente la ilusión de una engañosa experiencia sensorial.