ARTE

Una obra «cargada de deseo fecundo»: las «Semillas» de Jaime Miranda Bambarén para Madrid

El escultor peruano Jaime Miranda Bambarén presenta «Semillas (resurrección)» en el Centro Cultural Conde Duque como parte de la participación de Perú con ARCOMadrid

Jaime Miranda Bambarén (izq.) y Gustavo Buntinx Camila Alvarenga

Camila Alvarenga

Con motivo de ARCOMadrid, en que Perú es el país invitado a la feria, el escultor peruano Jaime Miranda Bambarén quiso traer a España un proyecto vivo. « Semillas (resurrección) » , una instalación compuesta por nueve esferas, de las centenares que esculpió Bambarén a lo largo de nueve años, a partir de la madera de eucaliptos talados por los depredadores en Perú.

«Semillas (resurrección)» está expuesto en el Centro Cultural Conde Duque –junto a la exposición « Miradas x Espacios, video-translaciones », comisionados por los peruanos Jorge Villacorta y José-Carlos Mariátegui , también con motivo de ARCO – hasta el 24 de marzo con entrada gratuita. En entrevista a ABC de ARCO, Bambarén y Buntinx explicaron la instalación, sus orígenes y sus objetivos.

Detalle de la instalación de «Semillas» Camila Alvarenga

–¿Cómo definirían su proyecto?

–Jaime Miranda Bambarén: En el Centro Cultural Conde Duque se están presentando nueve piezas del centenar de «semillas» que he producido y que configuran una instalación especial. Son todas obras hechas a partir de árboles caídos, depredados por los «bárbaros», digamos, muchos de ellos sembrados por españoles en la época de la conquista. Yo intento darles una nueva vida a través de esta propuesta . Y en este espacio, con la arquitectura de Conde Duque, cobran un significado especial por la carga histórica del edificio, siendo este el ex cuartel de la guardia de la monarquía borbónica. Esta obra es un acto de retorno, pero también proyecciones de un delirio personal.

–¿Qué delirio personal?

–J.M.B.: Una deriva icónica asociada a otros delirios. Es una deriva icónica de otros proyectos. Esta instalación tiene que ver con lo ecológico, pero también con lo espiritual, a partir de mi interés por la torcida metabolización del proyecto estético católico y barroco, que comparto con Gustavo (Buntinx). Entonces pienso la obra para un público futuro. Digamos que (el delirio es de que) en cien años una secta evangélica con pretensiones ecologistas pueda tomar estos objetos como instrumentos litúrgicos.

–O sea, que va más allá de sólo una reflexión ecologista.

–Gustavo Buntinx: Las esculturas provienen de árboles depredados. Su tala indiscriminada e ilegal es parte de la catástrofe generalizada que está destrozando, no solo Perú, sino el mundo. Entonces, claro, hay una reflexión ecológica evidente. Pero este es el punto de partida. Hay una vocación espiritual religiosa para la obra , como un arte sacro contemporáneo. Pero eso no hace de esto un arte blasfemo, sino, por el contrario, devoto. Hay múltiples lecturas que esta instalación emite, posibilitadas por su disposición.

–¿Entonces la configuración de las «semillas» refuerzan ese significado?

–G.M.: Sí. El artífice ha querido deliberadamente configurar con los óvulos un espermatozoide bajo la idea de una presencia fecundante. Para nosotros era muy significativo traer a España, y en particular para este espacio, una pieza tan «lubricamente» cargada de deseo, pero de deseo fecundo. Es casi como devolver a España la semilla perdida con el ánimo de instarles a recuperar esa vocación reproductiva que ha decaído hasta el punto en que le acerca la extinción demográfica: ustedes tienen un crecimiento demográfico negativo, se enfrentan a la despoblación... Queríamos darles algo de la libido que a nosotros sí nos sobra con la esperanza de devolverles la pulsión reproductiva. Pero nada de lo que estoy diciendo tendría importancia alguna si las piezas no tuviesen esa forma espléndida, el elemento plástico indiscutible que les da una presencia tan cargada, tan expresiva.

–Entonces, ¿por qué esferas?

–J.M.B: Por mi fascinación por lo circundante, por lo prehispánico contemporáneo y por lo animista que existe entre nosotros. Además de porque son semillas.

–G.M.: Hay que señalar que esta es una obra absolutamente subversiva y transgresora en tiempos en que la definición de lo contemporáneo está demarcada por la idea de la desmaterialización de la obra. Se prioriza el archivo, el concepto, el documento, el boceto, y todo eso parecía muy radical en los años 60, 70 pero ahora se ha convertido en el «establishment». Es el nuevo discurso incluso del mercado. El mercado siempre va a encontrar maneras de que el arte no objetual se objetualice en algo que se pueda vender. Así que Jaime, muy subversivamente, está planteando una materialidad radical. Piense que las semillas mayores, por ejemplo, miden 2,10 metros de diámetro y pesan casi 4 toneladas.

–J.M.B.: La escala de las piezas es el enigma atrapado en el objeto.

–¿Y cuál es el enigma?

–J.M.B.: El enigma son las preguntas que se despiertan en quien ve estos objetos. La pregunta es más importante que las respuesta. Las semillas son objetos que ocupan físicamente un espacio, pero también son ideas que inseminan la psique del espectador.

–Cuando acabe la exposición, ¿qué destino le gustaría a usted que tuviesen las «semillas»?

–J.M.B: Yo creo que deberían quedarse en España, como un retorno. Sería una batalla perdida que no sean acogidas al ser estas maderas de los primeros eucaliptos sembrados por españoles en Perú .

– ¿Pero piensa venderlas?

–J.M.B: Todo es relativo. Depende mucho del destino. Si el destino es apropiado, temas de venta o donación se relativizan.

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