A. Ibáñez - COMUNICADOS DE LA TORTUGA CELESTE
Una (nueva) defensa de la imaginación
Todos los sistemas represivos odian la imaginación. Y los que odian la imaginación son los mismos que odian el placer, el cuerpo, la libertad y la individualidad

Me gustaría comenzar observando que todos los sistemas represivos odian la imaginación, y que los que odian la imaginación son los mismos que odian el placer, el cuerpo, la libertad y la individualidad. ¿Son demasiadas cosas para empezar? El hecho es que dentro del mapa del ser humano, sexualidad e imaginación están unidas . En cierto modo, son lo mismo, y son lo mismo que libertad, amor e individualidad. Entiendo por individualidad el derecho que tenemos todos y cada uno de nosotros a vivir nuestra vida de acuerdo con nuestros deseos y nuestros sueños y a hacer lo que queramos para desarrollar como mejor nos parezca nuestro potencial humano. Esta libertad ha de ser el centro no sólo de la vida psíquica, sino también de la vida social. La democracia es el sistema que nos permite ser individuos libres , el único sistema que nos permite ser individuos libres. «Las agrupaciones humanas tienen un propósito principal: conquistar el derecho que todo el mundo tiene a ser diferente, a ser especial, a sentir, pensar y vivir cada uno a su manera», escribe Vasili Grossman en «Vida y destino». Defender la imaginación es defender la libertad.
El pecado de enamorarse
En la Edad Media, estar enamorado era considerado un pecado. Incluso estar enamorado de la propia esposa era considerado un pecado de adulterio . El amor romántico surgió, pues, en una sociedad enferma que iba contra las leyes de la vida, del cuerpo y de la naturaleza, y lo hizo a través del lenguaje del arte: la poesía, el canto, la música, la narración, luego la novela y la ópera. Ya hemos dicho que los que odian la imaginación odian la libertad y la individualidad. Desprecian también la felicidad y la belleza , es decir, el arte. Claro está que revisten ese desprecio con una máscara ética y política: ¿cómo puedes estar ahí escribiendo novelas, te dicen, mientras el mundo está lleno de injusticias? Pero ¿en qué consisten esas injusticias? Gran parte de los horrores que hay en el mundo suceden porque el elemento femenino está reprimido, y porque son valores masculinos como el control, la utilidad o el intelecto los que priman . Pero la imaginación representa, precisamente, el elemento femenino. Cuando escribo poesía, cuando canto, cuando pinto, estoy construyendo la gran casa de las posibilidades de la libertad humana.
Gran parte de los errores que hay hoy en el mundo suceden porque el elemento femenino está reprimido
(El lenguaje del arte es el lenguaje del placer, la belleza y la felicidad. ¿Cuál es la esencia de la música? El canto, la danza. ¿Para qué danzamos? Para expresar la felicidad de vivir. ¿Para qué cantamos? Para alejar el miedo. Cuando cantamos nos sentimos hermosos. Cuando leemos, sentimos que nuestra vida es hermosa –o que podría serlo. Los cuerpos siempre son hermosos cuando bailan . La literatura nos enseña que la vida es hermosa. Es hermosa porque es poesía. El arte no sólo se nos revela como belleza: nos revela nuestra propia belleza).
La imaginación es nuestro derecho a ser libres y a autocrearnos, nuestro derecho a tener tiempo, a amar y a ser felices. Pero es algo más, todavía más. Es una herramienta de evolución . Una herramienta de evolución de la conciencia. Lo digo torpemente porque no lo sé decir mejor.
Deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos al estudio de la conciencia . Esa es nuestra América, nuestra Luna, nuestra Alpha Centauri. Pronto la física avanzada comenzará a ocuparse de ella, y la integrará en el trinomio materia-energía-conciencia . Por el momento, digamos que la conciencia humana tiene la forma de un árbol cuyas raíces nos son más o menos conocidas, pero cuya copa, los niveles superiores de la conciencia (las «zonas dormidas» del cerebro), nos son casi por completo desconocidas. Y digamos también que ese árbol vive y crece gracias a la lluvia y la luz que recibe de fuerzas que están «fuera» de nosotros. Fuerzas que son potencias, ángeles, dioses, Dios (eso que llamamos «Dios»), el Ser Supremo, el Yo, Shiva . El nombre no importa, ni la forma que le demos. Esas fuerzas superiores, que no son otra cosa que energía, una energía inmensamente sutil y refinada , son las que nos dan la vida. Son en verdad el origen de todo lo que nos ilumina y nos ayuda, pero están infinitamente lejos de nosotros. ¿Cómo podemos ponernos en contacto con ellas? No existe un lenguaje directo, ni una línea de teléfono directa . El lenguaje que está a nuestro alcance para hacerlo, el único de que disponemos, es la imaginación.
Línea directa con nosotros mismos
La imaginación es el lenguaje que utilizan las fuerzas superiores, o bien la totalidad de la psique, o la profundidad del alma (no importa mucho cómo lo expresemos) para ponerse en contacto con nosotros. Es un lenguaje diferente del lenguaje de las palabras , que funciona por medio de signos y significados. El lenguaje de la imaginación tiene forma y funciona por medio de formas (imágenes, símbolos, historias, personajes, animales, colores , etcétera), pero no es un lenguaje analítico, como el de las palabras, sino sintético. No procede por diferenciaciones, sino por similitudes y vínculos. Esto se debe a que el mensaje que pretende traernos tiene que ver, precisamente, con las similitudes y los vínculos. Es un lenguaje de amor . Me vincula con los otros seres humanos. Me permite sentir que son lo mismo que yo: que todos somos hermanos. Que somos, de hecho, el mismo ser .
La imaginación es un lenguaje, pero también una herramienta de evolución de la conciencia. El cultivo de la imaginación estimula las zonas dormidas del cerebro y despierta en nosotros facultades intelectuales y emocionales ampliadas. Necesitamos la imaginación no para «soñar» o para «evadirnos de la realidad» sino, precisamente, para despertar y para comprender. La necesitamos para evolucionar, para ir más allá de nuestras fantasías de miedo y control y para dejar de matarnos.