LIBROS
La novela gráfica española salta fronteras
De que la novela gráfica española triunfe fuera de nuestro país tienen la «culpa» Juanjo Sáez, Gabi Beltrán y Tomeu Seguí. Sus títulos, «Hit Emocional» e «Historias del barrio», llegan a México, Alemania, Francia y, si sigue la racha, Reino Unido
La novela gráfica, el cómic, la historieta y la viñeta viven un momento de esplendor en España y siguen dando nuevos nombres: Álvaro Ortiz , Nadar , Alfonso Zapico . El pasado septiembre estuvieron en el Festival de cómic Entreviñetas de Colombia Ana Galvañ y Joan Cornellà (que firmó ejemplares de «Zonzo» hace unos días en Nueva York). Juanjo Sáez publica «Hit Emocional» con Sexto Piso en México y en España, y el 5 de diciembre lo presentará en la Feria Internacional de Guadalajara (México). Y Gabi Beltrán visitó el 8 de octubre el HarbourFront, festival de literatura de Hamburgo (Alemania), invitado por el Instituto Cervantes. Sus «Historias del barrio. Caminos» (Astiberri), creadas junto al dibujante Bartolomé Seguí , se editan en abril de 2016 en la editorial alemana Avant Verlag; en junio aparecieron en Francia de la mano de Gallimard en su colección «Bande Dessinée».
En el caso de Gabi Beltrán todo empezó por la necesidad de contar su infancia en el barrio chino de Palma . Tomeu Seguí se ofreció a dibujar esos relatos. De ahí han salido dos libros, «Historias del barrio» e «Historias del barrio. Caminos», ambos publicados en España por Astiberri. Conquistan por su honestidad y por su narrativa cruda , directa, implacable. Tras Francia y Alemania, hay negociaciones para que lleguen al Reino Unido.
Beltrán fue ayudante de Max , pero dejó el cómic por la ilustración. En 2014 publicó el libro de relatos «La gente no es como tú» (Sloper). En cuanto a Seguí y el guionista Felipe Hernández Cava , lograron el Premio Nacional de Cómic en 2009 por «Las serpientes ciegas» . Escritores como José Carlos Llop y Enric González elogiaron el primer volumen de «Historias del barrio».
¿Les ha servido de purga contar algo tan personal?
Gabi Beltrán: Siempre digo lo mismo, es más bien al revés: he podido contar esto porque yo ya había hecho terapia . Si escribes desde la emoción, eres incapaz de corregir desde la razón. Y yo no quería que quedase una historia excesivamente emocional o sentimental, o de crítica social.
¿Cómo captar la rudeza de esas historias tan de supervivencia?
Tomeu Seguí: La idea era evitar el dramatismo y la rudeza del tipo de películas de esos años, como «El pico» o «Navajeros», que no era en absoluto el aire que tenían estas historias. Hubiera sido fácil, con unos dibujos más realistas, retratar eso, reforzar ese aspecto, que no es el importante en los textos de Gabi. Opté por un dibujo más naif .
Las historias que contamos, si son honestas y los personajes creíbles, son universales (G. Beltrán)
Tenía una responsabilidad: estaba trabajando con material muy sensible. Había que tratar temas duros y hacerlo desde la humanidad , conseguir que uno sienta que esos personajes no son personajes del barrio chino de Palma sino que podrían ser personajes de cualquier barrio marginal de cualquier ciudad del mundo. Los autores que me gustan en literatura no son necesariamente españoles y sin embargo me identifico con su obra; por ejemplo, Richard Ford . Historias que transcurren en el norte de Estados Unidos, en pueblos paupérrimos, arrasados por el paro y demás. Allí, con la diferencia de las armas.
G. Beltrán: Historias que, si son honestas y los personajes creíbles, son universales , porque al fin y al cabo tenemos las mismas inquietudes y sufrimos por las mismas cosas .
«Cosas» como la adolescencia.
G. Beltrán: Es un periodo de desconcierto total, porque de la infancia tienes que pasar a la madurez y no sabes cuál es tu sitio en el mundo . Te descubres a ti mismo, vienen tus primeros miedos. Si además de esos problemas típicos encima vives en un barrio como el mío se multiplica por mil la frustración, el no entenderte con tus padres, el buscar esos refugios en otros lugares. Ahora quizás se buscan en las redes sociales. En aquella época lo único que podía hacer era refugiarme en los libros, en los cómics , en la música Y esa búsqueda de la soledad era un descanso. Tener que estar siempre dando la talla, soportar la violencia, es duro para un chaval de trece a diecisiete años.
Madurar a base de palos, con marcas que no se ven.
T. Seguí: Exacto. Tanto Gabi como yo no queríamos plasmar esa violencia latente, que está debajo de todas las historias. No lo hemos hecho a lo Tarantino . «Historias del barrio. Caminos» comienza con una cita de Don DeLillo: «Sabiendo que no vales nada, lo único que puede gratificarte la vanidad es apostar contra la muerte».
Cuando publicaron el primer volumen de «Historias del barrio», ¿se les quedó algo en el tintero?
G. Beltrán: La idea era hacer tres libros. Me quedé bastante agotado emocionalmente con los dos primeros. Porque a raíz de ellos contactaron conmigo supervivientes del barrio a los que no había visto en veinticinco años. Y luego las entrevistas, las invitaciones a festivales, el volver a rememorarlo todo... Sí que podría hacerse un tercero. Pero desde el momento en que me marcho del barrio ya no podría llamarse «Historias del barrio». Lo que ocurrió después es que desgraciadamente volví en el 84, y cometí un error que me espabiló , porque fue el que me llevó a la cárcel. Eso no lo he contado en los libros. No sé si contar eso serviría de algo. Tengo la impresión de que estropearía lo que ya está hecho.
T. Seguí: Yo creo que con «Historias del barrio. Caminos» queda todo bastante cerrado.
¿Al final sí hay un resquicio para la esperanza?
G. Beltrán: Es un drama social. Son personajes que lo están pasando mal. Desde el señor Paco, que fallece, hasta la vecina loca. Yo hablaba desde mi perspectiva: la vida puede ser muy jodida. Pero también hay un momento en que la responsabilidad es tuya . Y a veces no te queda más remedio que abandonarlo todo y empezar de cero, con lo que eso supone de sensación de miedo y de angustia.
Que les publiquen en Francia y en Alemania debe de ser un honor.
G. Beltrán: En Alemania fui a una cárcel de jóvenes, en Berlín, y en Palma también he ido varias veces. Supongo que la parte social, de esperanza, les interesaba mucho a los educadores, para demostrar que se puede salir de la delincuencia juvenil . Casi me resultaron más interesante esos encuentros que las presentaciones. Además, te preguntan cosas que ningún periodista te pregunta. Ellos están viviendo eso, están encerrados.
¿Le preguntan cosas como qué?
G. Beltrán: Te miran como pensando: «Quién es este gilipollas». No se lo terminan de creer . Vas vestido con camisa, eres más mayor que ellos. Mi misión consiste en hacerles ver que yo fui uno de ellos. Te preguntan sobre las drogas, sobre cómo salir de ellas. En Berlín me preguntaron si alguna vez me habían disparado. Les dije que sí, que me dispararon en la pierna con dieciséis o diecisiete años. Estas cosas hacen que te los vayas ganando. Yo fui muy sincero y les expliqué qué es lo que hice: a veces hay que dejarlo todo y empezar de cero .
La ficción no me interesa, la veo con truco. El testimonio me interesa más, por eso es lo que hago yo (Juanjo Sáez)
Y eso no es fácil, no os penséis que de pronto la vida os va a tratar bien. De cada cien chicos se salvan tres . La manera de cambiar es que recuperen el amor propio, la autoestima, que se consideren a sí mismos válidos. Y en el momento en que se consigue eso no tienes necesidad de andar por ahí repartiendo hostias . Toleras mejor la frustración, tienes autoconfianza.
Juanjo Sáez, por su parte, se prepara para presentar «Hit Emocional» (Sexto Piso) en la Feria Internacional de Guadalajara . La cita será en México el 5 de diciembre.
Siempre ha jugado a desnudarse. Aquí también, a la hora de hablar de su padre. ¿Es un homenaje?
El vínculo musical lo tenía más con mi padre que con mi madre. Aunque él ya no era un rocker, pero a su manera sí que me había transmitido su pasión por la música, el rollo rebelde; él a su manera lo tenía… El hermano de mi padre era un prenda, murió muy joven , con treinta y seis años; fue un tío muy al límite. Estaba idolatrado en la familia. Yo no lo conocí. Era un tipo que vivía deprisa. Sin ley. En su barrio, cuando ellos eran jóvenes, no había policía ni nada, era un barrio sin ley. Y el más guay era el que controlaba . Tiene un punto legendario de las historias del rock and roll, del rebelde, del tío de barrio que busca salir del barrio.
Lo bonito es cómo le transmite su padre esa pasión por hacer algo.
Sí. Mi familia, por las dos partes, ha sido gente muy humilde que ha intentado trascender un poco su realidad, su entorno. Y eso yo creo que lo he heredado. Tirar p’alante. Mi padre tenía la máxima, relacionada con el «rock», de salir del barrio. Era prácticamente analfabeto, aprendió a leer y escribir en la mili. La realidad es esa. Ahora tiene un hijo que es dibujante y al que le hacen entrevistas ... Es una historia de luchar desde abajo, de no aceptar tu destino; esas cosas. Es muy épico, y eso lo aprendí de él.
¿Y no le da un poco de vergüenza desnudarse y mostrar cómo es?
No, porque las cosas más íntimas yo tampoco las cuento. Hay una parte que me reservo . Lo que cuento lo hago porque no me da vergüenza. Y es que el tema testimonial me interesa más que la ficción . A mí la ficción no me interesa mucho, porque para pajas mentales ya tengo las mías. Lo que me gusta leer son cosas de ese tipo, testimoniales, de experiencias de vida: «Le pasó esto y lo otro y reaccionó así». La ficción la veo con truco. Como que te lo organizas todo para quedar guay. El testimonio me interesa más, por eso es lo que hago yo. ¿Y vergüenza? Pues hasta cierto punto. La gente que hacemos este tipo de cosas tenemos ese punto de ego o esa necesidad de comunicar que te lleva a ello. No todo el mundo lo hace. Al menos intento hacerlo con honestidad. Doy la brasa con lo mío. Pero lo intento hacer de una forma verdadera. Con lo bueno y lo malo. También cuento cosas chungas. Me critico a mí mismo.
No tiene ningún pudor en decir ciertas cosas, en tocar temas delicados…
No, porque intento decirlo bien. Desde la honestidad y el respeto. Creo que todo cabe. Y a mí no me da vergüenza. De mis pies pa’dentro mando yo. Y al que no le guste, que no mire . Pero creo que es lícito lo que yo digo y lo que pienso. No sé erigirme como representante de nada, pero también tengo la oportunidad de expresar determinadas cosas públicamente, y de esta manera tengo el deber de hacerlo.
Sus dos anteriores libros, «Yo» y «Crisis de ansiedad», eran muy introspectivos.
Lo pasé muy mal. Pasé una depresión y se notó en esos dos libros . Ahora estoy bien. Tengo ganas de participar, de compartir, de hacer cosas. Son etapas. Que uno ya tiene una edad. La crisis de los cuarenta la llevaba mal, pero ahora lo llevo bien, porque veo que aún me queda y hay que aprovechar. No puedo perder el tiempo.