LIBROS

Neil MacGregor, entre el andamio de los dioses y el meridiano de Greenwich

Neil MacGregor publica «Vivir con los dioses», un compendio de tesoros culturales que muestran cómo las creencias y ritos han estructurado la convivencia humana desde hace miles de años

Neil MacGregor, exdirector del British Museum Isabel Permuy
Jesús García Calero

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En la era de la cultura fragmentaria y los saberes escindidos todo humanismo requiere una conversación . Neil MacGregor (Glasgow, 1946), exdirector del British Museum que se hizo célebre por « La historia del mundo en 100 objetos », conoce al dedillo las virtudes del nuevo humanista y no para de proponer esa interlocución a través del terreno que mejor domina: la pieza de museo y su contexto para enriquecer la reflexión sobre el presente.

Su nuevo libro, « Vivir con los dioses », (Debate), viene a acompañarnos en el dilema de las sociedades laicas occidentales que se enfrentan a un auge inesperado de la religión en la esfera pública, tanto en sentido positivo –la conexión a través de los ritos y las creencias compartidas– como en sentidos más preocupantes –la yihad, las persecuciones a los creyentes maronitas o cristianos en general o los éxodos y matanzas como los de los rohingyas–.

Los objetos hablan

El libro es un alarde de datos e imágenes que tratan de hilvanar un discurso con ambición global en el que las creencias emergen, de principio a fin, como parte de la estructura social y del conflicto humano. Capacidad de comunicación no le falta a Neil MacGregor y por eso resulta placentero ir de su mano por la historia de los ritos , un rompecabezas difícil de casar. Los objetos hablan, son elocuentes; MacGregor los ordena y otorga aliento. Pero a veces el discurso decae , se nota que, en origen, este libro es un programa de radio de la BBC para un público concreto y da un enorme protagonismo a la cultura inglesa y de la Commonwealth, a los objetos y expertos del Museo Británico. El resultado es menos universal que el empeño del libro y queda escorado hacia la marca país.

Aun así, el libro se lee como una novela y tiene un arranque verdaderamente brillante, con el orden de los días y los dioses que muestra la etimología y con uno de los primeros vestigios de culto: una imagen de hombre león, o dios león, que corresponden a una liturgia de los humanos de hace 40.000 años. Ritos de sangre en el amanecer de Europa y fundación de una sociedad para la que la liturgia fue como un esqueleto o un andamio que la sostenía en pie.

En este libro triunfa el empeño de que «formamos parte de un relato mucho mayor que nosotros»

En la Europa de hoy, que se cree impermeable a los ritos antiguos, pero que ha terminado creyendo en cualquier cosa, como anunciaba Chesterton –y el libro llega hasta las «religiones» totalitarias que asolaron nuestro continente, bajo rituales revolucionarios, laicos o directamente deicidas– este relato sin embargo cumple una extraña función: volver la vista hacia un tiempo en el que se trataba de incluir a todos los miembros en el cómputo de la convivencia , un elemento de la religión que MacGregor confronta con la segregación actual de los inmigrantes y los excluidos y que destaca una y otra vez a lo largo del libro, prolijo por demás en ejemplos extraídos de religiones monoteístas, politeístas o animistas de toda la historia y de todo el globo. Pero merecería más peso lo hispanoamericano , y cuando aborda mitos como El Dorado o el mundo sacrificial azteca parece demasiado epitelial. Y para la relación rota de Europa y el entorno natural, o la explotación insostenible de recursos, aporta un eje esencial: el dominio sobre la creación contrasta con la búsqueda de armonía de otras creencias . Por ejemplo, la caza de las focas por parte de los yupik del ártico resulta un relato revelador.

Caza de historias

Vivir con los dioses crece en su presentación de los elementos primordiales de las narraciones míticas : el fuego, el agua, la luz del «sol invictus», los muertos. MacGregor subraya las virtudes de la trama humana de ritos y convivencia, y recuerda que Roma integraba los dioses de los vencidos , algo que sugiere para Europa hoy.

Pero la misión del libro es más la caza de historias que dar solución a nuestros demonios. El autor cita a Joan Didion : «Nos contamos historias para poder vivir». Incluso las de las liturgias del poder (y aquí habla de la Reina de Inglaterra, que es también cabeza de la Iglesia anglicana).

Triunfa el empeño humano y arqueológico de que «formamos parte de un relato mucho mayor que nosotros» . Algo de eso hay, solo falta que los dioses nos escuchen.

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