LIBROS
Naipaul, el observador indomable
V. S. Naipaul falleció el pasado agosto. Dejó una obra y una huella rotundas y polémicas. Estos son sus ensayos completos
Personaje siempre inmerso en agrias polémicas, V. S. Naipaul construiría toda su voluminosa y magnífica obra, formada por novelas, libros de viajes y ensayos en torno al desarraigo, los márgenes y esas periferias más invisibles , ya fueran las geográficas como las raciales, religiosas, espirituales o culturales. Unas múltiples periferias provocadas tanto por la colonización («la esquizofrenia colonial», como él la llamaría) como por la descolonización y nuevas formas de migración. «Ser de las colonias (diría Naipaul, Premio Nobel de Literatura 2001 ) significa ser un tanto ridículo e insólito sobre todo a ojos de alguien de la metrópoli».
Nacido en 1932 en el seno de una familia emigrante de origen hindú de la localidad de Chaguanas , cerca de Puerto España, en la isla caribeña de Trinidad, el peso de sus orígenes y de sus comienzos como escritor, con la sombra de su padre -un escritor y periodista local que nunca triunfó- pesaría de forma decisiva en su posterior carrera llevada a cabo en la metrópoli, en Londres , donde se instaló desde comienzos de los 50.
Su lucha como escritor sería transmitir los complejos paisajes de la descolonización
Heredero natural de Conrad en su papel de reflejar el destino moral de los imperios y sus repercusiones, en el momento de concederle el galardón la Academia sueca hizo hincapié en su «autoridad de narrador, fundada sobre la memoria de lo que otros han olvidado: la historia de los perdedores». Erudito y indócil viajero, su lucha como escritor sería transmitir de una manera universalmente comprensible, no parabólica ni aproximada, fuera de los estereotipos, complejos paisajes de las descolonizaciones tantas veces caóticas y «nihilistas» , a lo que se unía la tiranía de la raza, el desafío de la modernidad en los nuevos países independientes y, sobre todo, la dificultad de aprehender identidades sutiles, siempre ligeramente diferenciadas, traídas de segunda mano por emigrantes de cualquier época y procedencia. «He aprendido a ver más allá de la suciedad y las figuras acostadas en hamacas (…)», dirá en uno de los espléndidos textos («A mitad del viaje») que integra la edición de sus Ensayos reunidos (El escritor y su mundo) .
Trinidad y Calcuta (o India, en su más amplio espectro), isla Mauricio, la Honduras británica, Granada tras la invasión estadounidense, la Guayana de Evelyn Waugh, el Poder Negro y un retrato memorable de esa estrambótica mezcla de revolucionario, delincuente despiadado, antiguo chulo, camello y corredor de apuestas que sería Michael de Freitas , más conocido como Michael X , se combinan con páginas de incisiva lucidez sobre el Congo y la figura de Mobutu, la Argentina y el Buenos Aires de la dictadura, de Perón, de la momia de Evita y, sobrevolando, la sombra majestuosa y a ratos criticada de Borges («entre lo absurdo y lo perfecto»).
Naturalezas vivas
Todo ello da cuenta de un escritor omnívoro al que nada le era extraño para tejer sus potentes «naturalezas vivas»: procesos políticos, apreciaciones críticas y culturales, consideraciones religiosas, fugaces e irónicos instantes captados aquí y allá, así como un reparto de lujo de decenas de personajes que entran y salen de la escena con el vigor y la potencia trágica de actores shakesperianos y exóticos. En las estupendas páginas dedicadas a «acontecimientos americanos» es capítulo aparte el desternillante seguimiento que Naipaul lleva a cabo de Norman Mailer en 1969 , durante su campaña a la alcaldía de Nueva York. El agudo ojo de Naipaul, tan experto en apreciar «lo ridículo» en las apuestas más desorbitadas, luce en todo su esplendor.