ARTE
El Museo Reina Sofía acoge las crípticas críticas de Hito Steyerl
Las nuevas tecnologías son en sí mismas políticas. Y con intención política hace su lectura de nuestro mundo virtual Hito Steyerl, a la que el Museo Reina Sofía abre sus puertas
«Duty-Free Art» , título de esta exposición de Hito Steyerl (Múnich,1966) en el Museo Reina Sofía, se refiere a una situación alegal del mercado del arte cada vez más extendida: los depósitos de arte, con el tiempo, más grandes y sofisticados que se están habilitando en las zonas francas y libres de impuestos de muchos puertos y áreas de tránsito para que los coleccionistas puedan almacenar sus obras sin tener que pagar las correspondientes tasas .
Pero también puede tener un significado opuesto: sería igualmente la manera de referirse a un arte «libre de obligaciones», de la necesidad de ser pedagógico, edificante, caro, bonito o «útil» , un gesto de rebeldía en tiempos de optimización y eficiencia, una manera de reclamar un espacio libre de presión.
Sentido de amenaza
En el espacio entre ambas ideas (las «zonas oscuras» del poscapitalismo global, y el poder del arte como herramienta de crítica o de análisis de esos puntos ciegos) se mueve el trabajo de Steyerl, licenciada en filosofía, falsa documentalista, crítica de cine y densísima teórica de las imágenes y la comunicación.
El resultado de sus trabajos son composiciones francamente arduas, preñadas de oscuras alusiones, cargadas de un inminente sentido de amenaza. No vaya todo esto en su demérito, pero mejor decirlo de antemano: el trabajo de Steyerl es muy, muy exigente, concede poco o nada al espectador desprevenido , utiliza códigos de humor y alusiones conspirativas que se le escaparán a más de uno (a mí mismo, muchas veces, el primero), y, por decirlo de una forma suave, no se esfuerza por hacer amigos. Es coherente, es riguroso, y no es precisamente lo que se llama un plan entretenido para echar la mañana del domingo .
Los problemas a los que la artista hace alusión son fascinantes y acuciantes, y nos atañen a todos
Los problemas a los que hace alusión Steyerl son fascinantes y acuciantes, y nos atañen a todos: la sobresaturación de imágenes, el creciente desplazamiento de la experiencia vital hacia lo virtual, la aparición de «puntos ciegos» sociales y culturales cada vez mayores , fuera de todo control, de los que esos depósitos de arte «duty free» no serían sino un ejemplo menor. Hito Steyerl se refiere, por ejemplo, al abrumador volumen de tráfico de datos constante y en red a través de los nodos informáticos de todo el planeta, y a cómo el 99,9 por ciento de esos archivos son generados por máquinas y para máquinas y resultan inaccesibles -e incomprensibles, por no decir inconcebibles- para las personas.
Steyerl se interesa en sus vídeos por las plantillas narrativas que cada vez más empiezan a condicionar (mediante interfaces informáticas, videojuegos y sistemas operativos) nuestra manera de relacionarnos con el mundo real (o lo que queda de él). Cuando algún político regional ibérico dice que «ha pasado pantalla» está dejando que aflore a sus labios, sin saberlo, una situación profunda que Steyerl no se cansa de recordar: las nuevas tecnologías son en sí mismas políticas, y el modo en que nos enseñan a relacionarnos con la realidad y sirven de cauce a nuestro pensamiento es política en estado puro. El margen para pensar de forma divergente, para evitar las mecánicas del videojuego y el clic en nuestra relación con nuestro propia mente es cada vez más estrecho.
Feo por convicción
En esa pequeña rendija se sitúan los vídeos, las infografías, los falsos documentales y las animaciones de Steyerl. Voluntariamente feístas y desaliñadas, estridentes e incluso chapuceras, esconden estructuras muy complejas, como no puede ser menos para cumplir su función de deconstruir y criticar estructuras narrativas muy complejas a su vez , en las que vivimos inmersos y respiramos a diario. «Cómo no ser visto: un jodido video educativo y didáctico» es un buen ejemplo de todo esto: nos recuerda hasta qué punto vivimos en una sociedad construida en imágenes y saturada de imágenes , y cómo escapar de ellas, o evitar convertirse en una de ellas, es cada vez más arduo. El problema, por desgracia, es que la crítica deba ser (¿necesariamente?) tan críptica e inextricable como la situación que critica.