ARTE
El MUSAC en el punto de mira
Se cumplen quince años de la inauguración del MUSAC en León y, con ese motivo, recurre al análisis de sus fondos con cinco exposiciones temáticas que ocupan todo el centro
Se cumplen quince años de la inauguración del MUSAC en León , y, con ese motivo, el museo gira sobre sí mismo, preguntándose por su identidad y el cuerpo que se ha construido en estos años, pero también por su modelo de crecimiento hasta la fecha y cómo madurar en el futuro. Para ello recurre al análisis de sus fondos, que, en esta ocasión, organizados en cinco exposiciones temáticas , ocupan todo el centro. No es la primera vez que ocurre: en tres ocasiones anteriores, con Emergencias (2005), Existencias (2007), y Modelos para armar (2010), otros directores hicieron lo propio con la intención de articular una imagen concreta del camino que se estaba siguiendo.
En esta ocasión, Manuel Olveira , quien pilota la nave desde hace seis años y medio, la orienta hacia sus propios intereses teóricos bajo una perspectiva particular del devenir del arte, la política y la sociedad del presente . Así, las cuestiones de cuerpo, identidad y género, las dinámicas relacionales con el contexto, la sombra del colonialismo o la escritura experimental y los sistemas notacionales son los filtros preferentes empleados aquí para seleccionar y organizar los trabajos que se han sacado de los almacenes.
El MUSAC, que fue el Museo -con mayúsculas- de antes de la crisis, modelo ideal para aquella política de vacas gordas, de todo a lo grande, espectáculo y grandes fastos, se enfrenta hoy a una realidad completamente distinta. Es todo más difícil, más precario y menos deslumbrante , pero también más sensato, sereno y sostenible . El dato que lo resume todo es contundente: en 2007, justo antes del estallido de la burbuja, se contaba con un presupuesto de compras de casi tres millones de euros anuales, cantidad que desde 2013 se ha reducido a 70.000.
Mucho y a lo grande
Rafael Doctor , su primer director, propuso aquella arriesgada idea del «museo del presente», por la cual la política de adquisiciones se restringió radicalmente a obras posteriores a 1989, fecha emblemática de la caída del Muro. Se compró mucho, rápido y a lo grande. Había dinero a espuertas, un mercado recalentado y almacenes enormes vacíos . Fue una oportunidad única que ha dejado en esos fondos, a modo de imagen fija, el retrato de un momento que todavía es pronto para ver con distancia, pero que probablemente a quienes nos sigan les ofrecerá tantas luces como sombras una vez que el tiempo decante los inevitables nombres de relumbrón pasajero, las modas y los intereses del momento. Desde 2013, con la llegada de Olveira, el marco temporal de compras se amplía, justo hasta las fechas que cubren sus propias preocupaciones conceptuales: finales de los años 60, de tal manera que con el presupuesto restringido, al menos pueda comprar lúcida y lucidamente en un territorio teórico que domina bien.
Pero la diferencia no es solo cuánto y por cuánto se compra, sino el qué y cómo. En su selección, Olveira ha priorizado incorporar y visibilizar modelos de trabajo internos a la institución que, con su nuevo proceder, se desvincula en buena medida de su intensa relación anterior con el mercado (las rutilantes compras del MUSAC en ferias o galerías eran envidiadas por cualquier coleccionista privado, por potente que este fuera).
Así, en todas las secciones del recorrido de estas cinco citas que nos ocupan encontramos materiales provenientes del Centro de Documentación del museo -operativo desde 2006-, junto a piezas procedentes de los talleres o de las convocatorias públicas del Laboratorio 987 , mientras que otras surgen de trabajos con la comunidad, o del contexto del centro e incluso del propio personal que trabaja allí. Dinámicas, en fin, inéditas y que el MUSAC está experimentado a la búsqueda no sólo de su personalidad en construcción, sino también de nuevos públicos y usos de unas instalaciones que, ahora como entonces, cuesta mucho mantener llenas de visitantes.
Espectador decisivo
Aunque para ello quizá falte un espectador decisivo: un mecenas, un mago... o el Consejero de Cultura y Turismo correspondiente, por ejemplo, quien sorprendentemente estuvo ausente en la inauguración de este ciclo que celebra el cumpleaños de uno de los buques insignia de la cultura contemporánea en nuestro país, y que antaño no se la habría perdido por nada en el mundo. Preguntado al respecto, Olveira responde con resignación: «De los políticos responsables no percibo ni interés ni obstáculos» . Es el nuevo signo de los tiempos: cuando la política aquí ya no ve tajada, y mientras los públicos desaparecen, es el museo quien se mira a sí mismo en los otros.