ARTE

Mujeres, hombres y viceversa

La Fundación Canal (Madrid) se centra en la muestra «Percepciones» en cómo los roles femeninos y masculinos han sido plasmados y despedazados por la disciplina fotográfica. Una cita desde las que preguntarse por el sexo de las imágenes

Nickolas Muray

JAVIER DÍAZ-GUARDIOLA

Vaya por delante que esta es una buena exposición de fotografía –«artística y antropológica», dicen sus responsables– con autores de primer nivel y obras clave en el devenir de la técnica. Sin embargo, también hay que precisar que no satisfará a los más exigentes . A muchos, porque encontrarán grandes ausencias si de definir cómo han evolucionado los conceptos de masculinidad y feminidad se trata, y de hacerlo además desde el retrato. Faltan aportaciones de Mapplethorpe, Coplans, Shirin Neshat, Dijkstra o Cindy Shermann , por citar los que vienen bote pronto a la cabeza. También se echa de menos a los artistas españoles, que, como las meigas, haberlos haylos que se hayan ocupado de los asuntos de género.

Para estos hay una respuesta. Y es que esta ambiciosa muestra hunde sus raíces en una colección, la de la G. Eastman House , y, aunqu e sus mimbres no son en absoluto baladíes (este centro neoyorquino está considerado uno de los museos de fotografía más antiguos, con unos 400.000 originales), sus fondos responden a unos gustos determinados con los qu e no se pueden tapar todos los agujeros que se abren a lo largo del recorrido, en el que se repiten además ciertos nombres.

El burro delante

Porque más difícil es contentar a los que en este viaje a la «(r)evolución de los sexos» ven, por ejemplo, una lectura exclusivamente occidental (son tímidos los guiños a otras culturas, como a la árabe que introduce Muhi Aref ); eso por no hablar de la pujanza heteronormativa –lógica, por otro lado–, aunque no lo sea tanto el hecho de que casi siempre vaya en la misma dirección (de ellos a ellas).

Es más, «Percepciones» ni si quiera se plantea ser políticamente correcta. En su análisis a través de la fotografía de los tópicos asociados a cada sexo , su superación y la disolución de roles, los de ellos van por delante, no solo en orden, sino también en número de ejemplos.

«Ama de casa en la cocina» (1939), de Victor Keppler

Fondo rosa, y es el turno de «Sensualidad y sumisión». Ellas son las víctimas. De la mujer se esperó durante décadas que fuera dulce, delicada y compasiva; recatada y silenciosa. Y así le tejieron el traje a medida de la perfecta madre-esposa (el vestido de novia que plasma Fowler, en 1907, o el de graduación, de 1948, de A. Adams) y ama de casa (Norfleet, Keppler, Muray). Si escapaban del hogar, sólo les quedaba servir a otros («Doncellas», de Bill Brandt, de 1939) o ser profesoras (de nuevo Keppler, en 1958).

Dicen que los polos opuestos se atraen (también, a veces, los mismos; pero eso la expo lo refleja con timidez). La siguiente sección lo constata: es la «seducción y el deseo» del otro. Un terreno fértil para la publicidad y el cine (retratos de Joan Crawford o Marilyn, firmados por Muray, o el Paul Newman de Candice Bergen). Pero también para esos álbumes privados en los que la curiosidad anatómica se confundía con más cosas (Goldensky, Wilhelm Gloeden...).

Máscaras que se agrietan

El apartado «El alma desnuda» hace que se agrieten las máscaras. Y hasta en esto se demuestra que hombres y mujeres van a diferentes velocidades, pues, en el mismo tiempo, el cambio experimentado por ellas es más abrumador. Interesante que entren en juego conceptos como el de vejez (Yosuf Karsh y Marla Sweeney), mientras el poder no reside ahora tanto en atributos y poses como en las miradas, desafiantes en la Frida de Muray o la Dietrich y la Garbo de Steichen, mientras se vuelve vulnerable en los presos desnudos de Danny Lyon o el soldado de Louie Palu.

La cita se cierra con el apartado «Quiero ser tú», en el que la atracción de los roles se transforma en «deseo de ser», y donde la expo hace más aguas confundiendo a veces transexualidad con travestismo, o al no entender que la mujer sólo reclama lo que también es suyo. Aún así, hay ejemplos memorables, como las copias más antiguas de Saront, Nadar o Falk.

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