LIBROS
Monika Zgustova: «Mi manera de hacer feminismo es observar a las mujeres más diversas»
En «Un revólver para salir de noche» la escritora checa afincada en España se adentra en los secretos del matrimonio Nabokov
![Monika Zgustova](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2019/10/11/monica-kGPC--1248x698@abc.jpg)
Nacida en Praga (1957), Monika Zgustova ha vivido en varios países hasta que se estableció en España -actualmente reside en la localidad barcelonesa de Sitges-. Estudió literatura comparada en la Universidad de Illinois (Estados Unidos) y ha desarrollado una extensa labor como traductora, sobre todo del checo y el ruso al español y catalán. Entre otros autores, ha vertido a nuestro idioma a Bohumil Hrabal -sobre quien ha escrito una excelente biografía, «Los frutos amargos del jardín de las delicias»-, Jaroslav Hašek, Václav Havel, Milan Kundera, Anna Ajmátova, Dostoyevski y Marina Tsvetáyeva. Paralelamente, tiene en su haber varias novelas y ensayos, como «Vestidas para un baile en la nieve» , estremecedor testimonio sobre varias prisioneras del Gulag soviético; «Las rosas de Stalin», en torno a la hija del dictador, «La mujer silenciosa», y «Jardín de invierno», entre otros títulos, que han alcanzado una gran acogida por parte de los lectores y la crítica. Así ha vuelto a suceder con su última novela, «Un revólver para salir de noche» (Galaxia Gutenberg), una magnífica, y muy entretenida, aproximación a la figura de Véra Nabovov y a su compleja relación con su célebre marido.
Monika Zgustova colabora en varios periódicos con artículos de Opinión.
¿Cuándo y por qué le surgió el proyecto de abordar la figura de Véra Nabokov?
Al leer la obra y las biografías de Vladimir Nabokov, su mujer Véra me resultaba enigmática. Muchas veces se ha hablado del idilio entre los Nabokov, pero yo no me lo creía del todo, tenía la sensación que se trataba de una imagen endulcorada que Véra intentó ofrecer a la posteridad. Entonces me puse a indagar en los detalles de su vida. Escribí mi novela para aclarar mejor las circunstancias de la vida tanto del escritor como de su entorno para que podamos comprender más a fondo su obra literaria. Y creo que he hecho algunos descubrimientos en ese sentido.
¿Cómo se ha documentado?
Aparte de la obra de Nabokov, de su correspondencia y las biografías tanto de él como de Véra, leí los poemas de Vladimir en ruso, muy reveladores sobre su primera época en el exilio berlinés. También busqué la obra de su amante Irina Guadagnini, igualmente en ruso. Solo entonces me sentí satisfecha y pude dedicarme a escribir mi novela con tranquilidad.
«Vladimir era un escritor genial pero poco disciplinado. Véra lo llevó al camino de la creación literaria continua, ordenada y metódica»
¿Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer?
En el caso de los Nabokov fue así. Vladimir era un escritor genial pero poco disciplinado. Véra lo comprendió muy pronto y lo llevó al camino de la creación literaria continua, ordenada y metódica. Le ayudó muchísimo: era su primera lectora, mecanografiaba sus textos, los repasaba, hacía de agente literaria, revisaba las traducciones y ella misma traducía algunos de sus libros.
¿Qué características esenciales tiene Véra Nabokov?
Era una mujer calculadora que casi siempre conseguía lo que se proponía. Logró que Vladimir la considerara imprescindible para su obra y para su vida porque sabía comprenderle. Y consiguió que se convirtiera en uno de los escritores más célebres universalmente y de todos los tiempos. Véra era fría, ambiciosa y precavida, pero al mismo tiempo admiraba y adoraba a Vladimir hasta defenderle de los reseñadores, los críticos, los biógrafos e incluso de los amigos que en una cena pudieran mostrarse en desacuerdo con alguna afirmación suya.
¿Lo que más mortificaba a Véra era la afición de su marido por las mujeres?
Esa era una de las cosas que la mortificaba, pero aprendió rápidamente a dominarla sometiendo a Vladimir a un control riguroso. También su carácter travieso, inquieto y juguetón. A Vladimir le gustaba jugar con todo, desde las mariposas hasta las palabras. Véra era una persona más asentada y los juegos de su esposo la irritaban, aunque solía esconder su malestar. Pero por eso mismo también lo admiraba, porque ella carecía de una imaginación lúdica.
«Véra obligó a su marido a optar por si se quedaría con la familia o con Irina Guadagnini con quien vivió una gran pasión»
¿Hasta qué punto le influía? Le convenció para que se pasara al inglés...
Cada vez más Véra imponía su voluntad de hierro y Vladimir no tenía más remedio que claudicar. Véra impuso el inglés como lengua de expresión literaria, además de ordenarle que únicamente escribiera novelas porque los poemas y los cuentos no venden. Vladimir se mostró como un persona con gran fortaleza interior porque no sucumbió bajo el peso de esas exigencias que le resultaron torturadoras sino que se impuso a las circunstancias.
¿Qué momento en su relación con Nabokov fue más complicado?
En 1937, Vladimir conoció en París a una poeta, también exiliada rusa, Irina Guadagnini con quien vivió una gran pasión. Más tarde Irina entró en su obra literaria como encarnación de varias protagonistas.
«Véra casi siempre conseguía lo que se proponía. Logró que Vladimir la considerara imprescindible para su obra y para su vida porque sabía comprenderle»
¿Pensaron alguna vez en el divorcio?
Véra obligó a Vladimir a optar por si se quedaría con la familia o con Irina. Y cuando se decantó por su esposa y su hijo, le obligó a escribirle bajo dictado a Irina una carta pidiéndole que le devolviera su correspondencia con ella.
Imagino que ha sido y es lectora de Nabokov...
Siempre he sido una gran admiradora de la obra de Nabokov. Me gusta con pasión todo lo que escribió.
¿Recomendaría usted especialmente alguno de sus libros?
El trío de novelas «Lolita», «La defensa» y «Pnin» es mi favorito
De todas las figuras femeninas que usted ha tratado en sus obras, ¿destacaría alguna? ¿por qué?
Todos mis libros son mis hijos y no puedo abandonar ninguno. Pero tal vez destacaría a las mujeres que pasaron años en el Gulag soviético, a las que entrevisté para «Vestidas para un baile en la nieve»; esas mujeres valientes, parecidas a las heroínas mitológicas. Y también subrayaría a Svetlana, la hija de Stalin, protagonista de mi novela «Las rosas de Stalin», una mujer que intentó huir de la sombra tiránica de su padre, una heroína compleja y contradictoria y por lo tanto muy humana.
¿Está trabajando en algún nuevo libro?
Estoy escribiendo una novela y como siempre mis protagonistas son mujeres. Mi manera de hacer feminismo es observar a las mujeres más diversas. Mi novela incipiente trata la violencia que a veces se puede producir en las familias, violencia tanto contra como entre las mujeres.