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Modernos libretos «políticamente correctos»
El «progresismo» nos sirve un «nuevo esplendor» operístico
Como es bien sabido, las grandes óperas se resienten de unos libretos pasados de moda , caducos, que hoy no interesan a nadie. Felizmente, varios directores de escena actuales resuelven el problema encargando un nuevo texto, que el público sienta más próximo.
Podemos ver La flauta mágica como metáfora de la resurrección del fascismo europeo. La Traviata , como la historia de una mujer destrozada por el capitalismo paternalista y machista. Aida , una mirada con empatía a los yihadistas. En nombre de las geishas, Madame Butterfly reclama una discriminación positiva que le permita competir en Eurovisión. La Boheme , un grupo de «indignados» que exige ser amparado por la bondadosa abuelita Carmena… La lista es inacabable.
También este novedoso sistema pretende salvar a nuestro género lírico del estigma «zarzuelero», castizo y casposo, del que se siente tan ajena la actual España progresista. ¿Para qué escuchar rancias historias de un viejo verde boticario, en la época de la globalización, o de unas corralas, en el Madrid de los rascacielos? Con arrojo y destreza, todo se puede arreglar, prescindiendo de unos textos vetustos que ya no interesan y sustituyéndolos por nuevos libretos. A nadie le importa que algunos de esos viejos textos los escribieran autores como Arniches, Pio Baroja, Benavente, los Quintero, Martínez Sierra, López Silva, Ramos Carrión, Juan Ignacio Luca de Tena, Romero, los Fernández Shaw…
La Gran Vía puede verse como una defensa de las medidas de cierre al tráfico. La verbena de la Paloma , como un antecedente del PSOE, pues Julián es «un honrado cajista», igual que aquel Pablo Iglesias. La corte del Faraón , como una reivindicación del orgullo gay… Basta con prescindir de viejos libretos para que la ópera y la zarzuela vivan una etapa de nuevo esplendor.