ARTE

Una mirada sincera y subjetiva, «por el buen camino»

Slowtrack inicia con Antonio Lobo una cita anual que convierte en comisarios de exposiciones a coleccionistas

Fotograma del vídeo «La marea», de Olalla Gómez

FRANCISCO CARPIO

Cierren primero un ojo. Después cierren el otro. Ahora, abran los ojos de la imaginación . Esta podría ser la foto: Un niño escucha atentamente cómo su abuela le alecciona y le anima a seguir: «Por el buen camino». Al menos es así como yo me lo imagino…

«“Por el buen camino”, esa frase que mi abuela me repetía cuando mis acciones iban en aquella dirección que ella esperaba, debió quedar grabada en mi consciente a fuego, porque me asalta cuando mi mirada descubre trabajos de artistas que usan su arte como herramienta de transformación social , asumiendo la tarea de poner en cuestión todo aquello que nos rodea».

Catalizadores del arte

Y es así como nos lo cuenta Antonio Lobo (Sevilla, 1967), un joven coleccionista que comisaría la primera de una serie de muestras sentidas y organizadas por esas –todavía demasiado– rara avis que son nuestros coleccionistas. He manifestado públicamente ya en otras ocasiones la necesidad de una mayor participación del coleccionismo en el sector del arte español contemporáneo , no sólo como sustentadores de un mercado, cada vez más abandonado por nuestras instituciones, sino igualmente como catalizadores de una nueva forma de mirar y admirar el arte .

« Por el Buen Camino. 10 artistas, 20 obras y una acción flamenco social » es una exposición «basada en la admiración, el respeto, la proyección histórica de los trabajos y la amistad, sobre todo, la amistad». Es cierto que esto último puede ser un peligroso punto de partida curatorial, al impedir una mayor distancia y objetividad. Sin embargo, en este caso, lo más importante es la toma de postura, valiente y sincera, por parte del comisario y de los artistas seleccionados, ante una situación de injusticia social, económica y humana tan grave y palpable como la que se vive en nuestro país.

Mordacidad e ironía

La calidad, rigor y diversidad de los artistas elegidos y de sus propuestas (el único pero sería que algunas ya se han visto previamente en Madrid…), encajan bien con estas intenciones. Así, Olalla Gómez reflexiona sobre algunos de los últimos acontecimientos sociales en España, como son el hundimiento de la «cultura del ladrillo» («Strike/Inercia») o la imposibilidad de poner vallas de contención a las mareas ciudadanas («La marea»). Algo tan inútil como «poner puertas al campo» , Octavio Paz «dixit». Eugenio Merino , con mordacidad e ironía crítica, propone un nuevo tipo de paraíso en el que el dinero cayese, como hojas otoñales, de los árboles («Paradise»), o una biblioteca-muro de ideas e ideologías que nos separan en vez de amalgamarnos («La frontera»). Ver la silueta de Angela Merkel atravesada por saetas, como una especie de revisitada estela asiria de la Leona Herida, tal como la imagina Noaz («Refundación del capitalismo Lecc. 03»), seguro que no va a poder cambiar gran cosa pero reconforta… Núria Güell («Resurrección») reflexiona, desde una ácida y lúcida lectura crítica, sobre ciertos pasajes de nuestra –olvidadiza– memoria histórica.

Mi admirada Teresa Margolles , a través de sus fotos («La esperanza») sigue diseccionando –con bisturí de forense– la violencia social y la muerte en México. Avelino Sala propone una singular y pétrea cata arqueológica de las revoluciones sociales («Arqueología de la revuelta»). Andrés Senra nos fotografía –al escribir con luz– que «La felicidad reside en la sumisión». Inquietante. Concha Pérez, Paula Rubio y los colectivos El Banquete y Flox 6x8 completan esta sincera y subjetiva mirada. Sin duda, este proyecto va «por el buen camino»...

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