LIBROS
La mirada oblicua de Javier Vásconez
En «Hoteles del silencio», Javier Vásconez vuelve invisible la fina línea que separa la realidad de la fantasía
Un íntimo convencimiento de que habitaba una patria imaginaria, creada oportunamente por geodésicos españoles y franceses para justificar en el siglo XVIII las tesis de Newton acerca de la casi redondez de la Tierra, despertó en Javier Vásconez el deseo de continuar la geografía física y ascender por la línea de la mano apuntando directamente a la imaginación con el fin de crear un nuevo espacio deseado por él con soberana libertad. Desde los relatos que inauguraron su narrativa, reunidos en «Ciudad lejana», hasta su última novela, «Hoteles del silencio», su empeño ha sido explícito: inventar una realidad gobernada por unas reglas que no han hecho sino ampliarse con coherencia. Una imagen bastaría para resumir su empeño: la de un hombre recluido en un cuarto de una ciudad andina poseído por la obsesión de inventarle un puerto a esa ciudad para traer el mar a las alturas de la más alta cordillera de América. Una misión insensata que retrata la labor de un creador de ficciones: adelgazar la línea imaginaria que separa la realidad de la fantasía hasta lograr que esa frontera se vuelva invisible.
Una ciudad más intuida que descrita, casi borrada por la lluvia constante, es la residencia incómoda de los protagonistas de este autor ecuatoriano. La lluvia pertinaz que la difumina le confiere una presencia intangible, la inconsistencia de un sueño . Desde la vigilia, el personaje que media en la ficción como narrador o desde el que se elige la perspectiva para desarrollar el argumento va rumiando esos sueños, fantasea y da consistencia a lo que apenas era una intuición. Y se aleja saltando en el tiempo y en el espacio de aquella ciudad andina, a la que no obstante regresa inevitablemente, aunque sea para reconocer el horror que le asedia.
«Hoteles del silencio». Javier Vásconez
Narrativa. Pre-Textos, 2016. 330 páginas. 16 euros