TEATRO
Mayorga, reunión, imaginación, crítica
Con más de una treintena de piezas, el dramaturgo madrileño se ha hecho acreedor de numerosos galardones dentro y fuera de nuestras fronteras
Juan Mayorga (Madrid, 1965) escribe teatro. No es tal vez la ocupación más esperable en alguien que es licenciado en Matemáticas y doctor en Filosofía , aunque ambas disciplinas permanecen latentes (y latientes) en su escritura. Para él, el teatro es un «arte de la reunión y la imaginación», un binomio esencial para entender una obra que abarca más de una treintena de títulos y que, además de haber logrado un amplio eco internacional, ha sido reconocida hasta el momento con tres premios Max al mejor autor y otro par de añadidura como mejor adaptador, los Nacionales de Teatro y Literatura Dramática , un Ceres, un Valle-Inclán y el premio Europa Nuevas Realidades Teatrales , entre otros.
Amor a la palabra
Devoto en lo filosófico de Walter Benjamin, en quien centró su tesis doctoral, y de su profesor Reyes Mate, en lo escénico, dejando a un lado influencias más o menos perceptibles de Harold Pinter o Tom Stoppard, Mayorga se considera discípulo de José Sanchis Sinisterra , otro de los nombres mayores de nuestra escritura dramática contemporánea.
«El chico de la última fila», «Cartas de amor a Stalin», «La tortuga de Darwin», «Hamelin», «La paz perpetua» , «El gordo y el flaco», «El crítico», «Los yugoslavos», «La lengua en pedazos», «Reikiavik», «El cartógrafo» (una obra que estrena ahora y que, como él afirma, se asoma «al conflicto entre recordar y olvidar»)... Son algunas de las estaciones de un quehacer en el que la filóloga y estudiosa de la dramaturgia española Claire Spooner advierte que «del compromiso del hombre y del autor con la humanidad se desprende un empeño de hacer del teatro un espacio de consciencia, de memoria y de crítica, así como un profundo amor hacia la palabra».
«De mis críticos espero que miren más lejos y más hondo que yo. Espero de ellos no menos que del artista: imaginación para descubrir constelaciones, coraje para abrir caminos . De la crítica espero, como del teatro, verdad, toda la verdad». Un autor que escribe esto coloca a quienes nos ocupamos de esa tarea ante una responsabilidad y un desafío, el hermoso reto de estar a la altura de la apuesta.