CÓMIC
«Lo que más me gusta son los monstruos»: gráfica de novela dibujada a bolígrafo
El debut de la ilustradora Emil Ferris en el cómic de formato largo es una historia de misterio y pubertad que homenajea a los cómics de horror de los años 60
Vaya por delante que quien firma esta reseña nunca creyó ni se tomó demasiado en serio todo eso de «novela gráfica» . Para él, « La balada del Mar Salado » (1967) de Hugo Pratt no fue otra cosa que –leída y mirada y admirada en el momento de su estreno–la buena nueva de una aventura del Corto Maltés mucho más larga de lo habitual. De igual manera, al ser reeditada en formato libro, « El Eternauta » (1957-59) de Oesterheld/Solano López era algo que originalmente había sido publicado por entregas y de pronto todo junto. Pero en 1978 Will «The Spirit» Eisner publicó la muy celebrada « Contrato con Dios » y ya no hubo modo de contener la histeria del concepto. De pronto, todos querían ser novelistas gráficos.
Y, de acuerdo, tanto « Maus » (1986, ganadora de un Pulitzer) de Art Spiegelman , como «Watchmen» (1986-87) de Dave Gibbons y Alan Moore (quien siempre despreció lo de «novela gráfica» como «puro marketing») , o « Batman: El regreso del Caballero Oscuro » (1986) de Frank Miller eran obras formidables y cumbres del cómic. Pero también, en todo caso, eran tramas que bien podrían haber sido novelas a secas sin necesidad de acompañamiento de dibujos.
EC Comics y Goya
Lo que lleva a afirmar que este portento que es « Lo que más me gusta son los monstruos » –debut por todo lo alto de Emil Ferris (Chicago, 1962)– sí es una novela gráfica. Porque resulta impensable imaginarla en otro estilo y formato (más allá de que Sam «American Beauty» Mendes ya la tenga en carpeta para filmarla) que no sea el de las viñetas dibujadas con bolígrafos Bic de colores, polimorfas y perversas (evocando e invocando claramente los horrores «pulp-gore» de « Tales from the Crypt » y «The Vault of Horrors» sin por eso privarse de Goya o de Grosz o de Dix ), que no dejan de sorprender a cada vuelta de página, y cuya edición/traslación más que traducción española es más que digna de elogio.
Y lo que cuenta «Lo que más me gusta...» (como reproduciendo facsimilarmente su bloc de notas autobiográfico) es la pubertad de Karen Reyes, claro y oscuro alter-ego de Ferris. Una niña creciendo en los turbulentos y febriles años 60 en Chicago (con «inserts/flashbacks» de la Alemania nazi) y en el ojo del huracán de una familia arrasada (madre enferma, hermano mayor con un gran talento para meterse en problemas, ella misma maltratada en la escuela y un amplio reparto de vecinos secundarios un tanto «freaks»), fan de las películas de terror, sintiéndose detectivesca niña-lobo, y obsesionada por la muerte/asesinato en cuarto cerrado de una vecina del piso de arriba : la sobreviviente al Holocausto Anka Silverberg, a la que Karen convierte en su fetiche y tótem y Laura Palmer particular. Todo fluyendo como una muy extraña cruza entre Henry Roth y William S. Burroughs y Donna Tartt .
Esta sí es una verdadera novela gráfica, ya que es imposible imaginarla en otro formato
La historia de Ferris y su libro es igualmente «imaginativa»: en el 2001 quedó paralítica por la picadura de un mosquito exótico y todopoderoso y, recuperando sus movimientos muy lentamente, trabajó durante seis años en «Lo que más me gusta...» Rechazado por más de cuarenta editoriales, finalmente se imprimió en China y la edición completa fue confiscada en Panamá al quebrar la compañía naviera dueña del barco en el que viajaba rumbo a Estados Unidos hasta que en 2017, «Lo que más me gusta...» llegó a buen puerto y fue recibida con fuegos artificiales, premios varios y buena ubicación en las listas de «best-sellers» . Y, sí, de nuevo, por fin: novela gráfica.
Para agosto de este año se ha anunciado ya la publicación de su segunda y última parte , por lo que –nunca mejor dicho– esta reseña (continuará...) en el siguiente episodio o, perdón, capítulo de esta novela. Gráfica.