LIBROS

Más allá del caballero andante

Cervantes no es sólo el autor del «Quijote». Fue un poeta de enormes recursos y, sobre todo, dio a la imprenta otras maravillosas narraciones, como «La Galatea», las «Novelas ejemplares» y «Persiles y Sigismunda»

David Rubín adaptó «El retablo de las maravillas» para «Miguel EN Cervantes» (Astiberri, 2015)

ANDRÉS IBÁÑEZ

El esplendor del «Quijote» ha oscurecido el resto de la obra de Cervantes, que se lee poco o nada a pesar de sus inmensos méritos . Es muy típico del alma española no dejar pasar cosa buena sin castigo, y suponer que por cada cosa feliz tiene que haber una infeliz. Así, la leyenda de que Cervantes es mal poeta, establecida por él mismo al principio de su « Viaje del Parnaso », que es, por cierto, una obra poética admirable. Cervantes es un poeta de enormes recursos y dentro de los poetas renacentistas debería ocupar un puesto preeminente , sobre todo por sus sonetos, por ejemplo «Quién dejará del verde prado umbroso» de «La Galatea», maravilloso ejemplo que rivaliza con los de contemporáneos suyos mucho más famosos, como Francisco de Figueroa , por ejemplo, al que sus contemporáneos llamaban «el divino» sin que hoy podamos entender muy bien por qué.

Sólo algunos especialistas leen « La Galatea », la primera obra publicada por Cervantes, una novela pastoril escrita cuando el género ya estaba bien asentado. En sus escenas colectivas, llenas de danzas y celebraciones, se siente la luz del sol, los perfumes de las flores, el cansancio del atardecer, la sensación de placer de ser joven y estar en el campo . ¿De dónde, sino del arte de un verdadero novelista, pueden surgir esas sensaciones a un tiempo idílicas y tan reales que las sentimos en la piel y en los ojos? «La Galatea» es, como toda la pastoril, el intento de una literatura psicológica, novela lírica de las emociones y los estados de la psique más que de los hechos externos. Mezcla la fantasía pastoril con la realidad del campo español, a los pastores con aldeanos y cortesanos, y anuda infinidad de historias románticas que alcanzan a otros climas y otras razas. Es una obra melancólica que clama una y otra vez contra el amor en una serie de sonetos y canciones memorables , pero que defiende la amistad y la libertad individual, dos de los grandes temas cervantinos que florecerán en el «Quijote». El prototipo de Marcela, la pastora que elige vivir según su inclinación y su santa gana y no según las convenciones, lo hallamos por doquier. Es un libro lleno de música y «maravilloso silencio» que termina con la descripción de un mágico lugar de las orillas del Tajo, el «valle de los Cipreses», en el que «la industria de sus moradores ha hecho tanto que la naturaleza, encorporada con el Arte, es hecha artífice y connatural del Arte, y de entrambas a dos se ha hecho una tercia Naturaleza, a la cual no sabré dar nombre». Es aquí donde se encuentra la tumba de Meliso ( Diego Hurtado de Mendoza ), de la cual, brotando de un fuego mágico, aparece la «ninfa» Calíope para cantar un gran elogio de la poesía.

Un trozo de vida

«La Galatea» es el primer intento de Cervantes de conciliar imaginación y realidad, literatura y vida. La «tercia Naturaleza» del final es el ideal barroco del jardín, pero también la sobrenaturaleza de Lezama Lima , el «reino de la imagen». Si la Naturaleza renacentista puede ser «natura naturata», la creada que sigue las leyes establecidas, o bien «natura naturans», la Naturaleza en su aspecto creativo, esa «tercia Naturaleza» iría más allá y crearía un reino donde la Naturaleza se une al arte. Ese reino es la poesía, es decir, la literatura .

No son tan leídas ni tan recordadas como debieran las «Novelas ejemplares», doce maravillas de la literatura europea de todos los tiempos . Hay allí novelas románticas al estilo italiano, como «La española inglesa», llenas de casualidades, naufragios, reconocimientos, pura trama, y también obras totalmente modernas como «Rinconete y Cortadillo» , un relato que aspira a ser un trozo de vida, hecho a base de acontecimientos sin sentido en sí mismos que se van sumando para crear la sensación de un lugar y de un momento, y donde la simetría de la trama se sustituye por la entropía de la realidad. Hay la unión de ambos modelos en obras tan fascinantes como «La ilustre fregona» y hay, finalmente, y para asombro perpetuo de cualquier lector que se precie, «El casamiento engañoso» y «El coloquio de los perros», una doble novela que bastaría por sí sola para justificar y explicar el arte literario, una de las cumbres de la literatura universal y también la obra narrativa más moderna que conozco. Tanto que probablemente no gustará a aquellos que no saben disfrutar de Borges , de Bolaño , de Foster Wallace o de Murakami .

«La Galatea» ya defiende la amistad y la libertad individual, dos de los grandes temas que florecerán en el «Quijote»

Dos perros discuten sobre el lenguaje y sobre la capacidad que este tiene para decir la verdad. Pero sea cual sea el resultado de esa conversación, ¿acaso no sabemos que el diálogo es obra de un alférez llamado Campuzano, timador profesional, y no sabemos también que Campuzano es una creación de Miguel de Cervantes, novelista? La literatura nunca puede decir la verdad ni representar la realidad, dice Cervantes, porque es artificio , es decir, construcción, como lo es nuestro punto de vista. «Los ojos ven como por espejo de alinde, que todas las cosas se les hacen mayores», leemos en «La Galatea». La realidad no existe, dice Cervantes, sólo existe lo que decimos y leemos sobre ella , lo que vemos y pensamos de ella. Todas las obras de Cervantes sugieren que debemos aprender a leer de la manera correcta o, dicho de otra forma, que debemos entender la imaginación para salir de la fantasía. Porque tan fantasía es creer en fantasmas o en embrujos como creer que lo que dice un texto es la Realidad . Este matiz del «realismo» cervantino suele pasar inadvertido. La bruja Cañizares le explica a Berganza que las hechiceras van al encuentro con el demonio en su imaginación: «Porque todo lo que nos pasa en la fantasía es tan intensamente que no hay diferenciarlo de cuando vamos real y verdaderamente».

Así debemos leer la última obra de Cervantes, otra que nadie lee jamás, el maravilloso « Persiles », última evolución de la idea de la literatura como «tercera Naturaleza». Novela llena de maravillas, de «bárbaros» que viven en islas remotas, de naufragios que son la fuente de inspiración literaria de «Robinson Crusoe», de alfombras voladoras, de mujeres lobo, de brujas y de magos, de príncipes y caníbales, de una ermita dentro de la cual hay una cueva dentro de la cual hay un pozo por el que, al descender, se alcanza un valle maravilloso iluminado por el cielo, el «Persiles» representa el triunfo de la imaginación .

De isla en isla

Es también, como «La española inglesa», la novela europea y Europa como novela y como sueño de convivencia . Sus protagonistas son escandinavos: Persiles de Thule (Islandia), Sigismunda de la mítica Frislandia, los otros de las más variadas nacionalidades (entre ellos un español, Antonio, casado con una bárbara) y todos se van encontrando de isla en isla, de idioma en idioma, de país en país , hasta llegar a Roma, centro de la civilización.

Persiles y Sigismunda viven tanto que llegan a conocer a sus bisnietos. Esos somos nosotros, los bisnietos de Cervantes . Nosotros, que hemos hecho de olvidar a nuestros clásicos un hábito, que leemos los clásicos de cualquier lengua menos los de la nuestra.

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