LIBROS

María Tena: «Con historias que no son reales nos acercamos más a la vida»

El último Premio Tusquets de Novela ha recaído en «Nada que no sepas», donde la autora madrileña vuelve su mirada a un Uruguay en el que pasó su niñez. Recuerdos a flor de piel en una escritura muy trabajada

La escritora María Tena
Carmen R. Santos

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María Tena nació en Madrid en 1953, pero pasó buena parte de su infancia y adolescencia en Dublín y Montevideo. Su padre era diplómatico y su madre poeta. Licenciada en Filosofía y Letras , en la especialidad de Literatura Hispánica, y en Derecho, su tesis de licenciatura versó sobre las revistas poéticas españolas de 1900 a 1936.

Ha desarrollado su vida profesional en el ámbito de la administración pública , centrándose en proyectos culturales y educativos. Entre otros cargos, fue responsable de la Dirección del Centro del Libro y de la Lectura y de la Dirección del Centro de las Letras Españolas del ministerio de Cultura.

Colabora habitualmente en varias revistas literarias y es profesora de Escritura Creativa. Con «Nada que no sepas» se ha alzado con el XIV Premio Tusquets de Novela, que no es el primer reconocimiento que recibe. En 2017 obtuvo el Premio Málaga de Novela convocado por la Fundación Lara y el Ayuntamiento malagueño con «El novio chino» . Anteriormente, en 2002 y 2007, fue finalista del Premio Herralde con, respectivamente, «Tenemos que vernos» y «Todavía tú», ambas publicadas por Anagrama. Asimismo, en 2010, su novela «La fragilidad de las panteras» (Espasa), quedó finalista del Premio Primavera.

¿Es «Nada que no sepas» su novela más personal?

Uno pasa tantas horas con cada novela que todas forman parte de nuestra carne, nuestras angustias, nuestra alegría. Pero quizá el tema de «Nada que no sepas» haya sido una de las mejores decisiones que he tomado en literatura. Rescatar unos años de una infancia y adolescencia que había perdido me trajo muchas imágenes potentes de aquella sociedad de los sesenta. De aquella época feliz.

¿Encierra elementos autobiográficos, en la estela de la autoficción?

No pensé en el género mientras la escribía. No es mi novela sino la de un país querido y añorado. La de unas personas que eran amigas y que se parecen algo a los amigos de mis padres y a ellos mismos. El retrato de los sesenta en dos generaciones. Y el final de la fiesta.

«Dios está en los detalles, lo dijo Nabokov. Lo concreto es lo que sostiene la ficción»

O quizá eso no es relevante, pues como confiesa la narradora «las ficciones también son verdad»? ¿Ofrecen, como dijo Mario Vargas Llosa, «la verdad de las mentiras»?

Claro, Vargas Llosa usa esa expresión genial para hablar justamente del milagro de la ficción. Del modo en que a través de historias que no son reales nos acercamos más a la vida que si intentáramos copiar exactamente lo que nos pasa. La vida no es verosímil. Eso a veces nos descorazona y no lo entendemos. La ficción siempre consuela porque es coherente. Hasta los cuentos más crueles y absurdos, resultan más lógicos y consoladores que la vida real.

¿Volvió a Uruguay antes de escribirla o durante su redacción?

Me fui a los 12 años y volví cuarenta años después. A partir de esa vuelta, regreso casi todos los años. Ese conocimiento adulto de un mundo que tenía cierta coherencia me hizo concebir la novela.

¿El recuerdo es un buen material novelístico?

La memoria y la imaginación tienen la misma materia prima, las imágenes. Se puede asaltar los dos armarios, son infinitos. Y siempre funcionan bien.

«En la infancia está todo lo que seremos. Y están también nuestros padres a los que miramos sin cesar»

¿«La verdadera patria del hombre es su infancia», según máxima atribuida a Rilke?

En la infancia está todo lo que seremos. Y están también nuestros padres a los que miramos sin cesar. La patria del hombre también son ellos. Por exceso o por defecto. Y cuando se mueren seguimos mirándolos. Nos siguen marcando con su ausencia, con su recuerdo.

¿Por qué pone en mayúscula a los personajes de Papá y Mamá? Quizá para otorgarles, más allá de sus indudables singularidades, un sentido general, arquetípico?

O quién sabe, quizá para marcar que no son exactamente mis padres. Que son los personajes complejos y contradictorios de una novela que he pensado y cuidado mucho. Son personajes fuertes y débiles, como los seres humanos. Pero no son ellos.

Hay un gran contraste entre la sociedad española y la uruguaya de ese momento...

En España se había acabado la posguerra, pero Franco mandaba todavía con mano de hierro. La democracia aún estaba muy lejos. Y estos personajes pasan de esos límites económicos e ideológicos a la libertad de un país laico y a un grupo de gente joven, culta, libre, y sin demasiados problemas económicos. Uruguay era entonces llamado «La Suiza de América».

«La ambivalencia de las historias familiares, esos paralelismos que se establecen», leemos en «Nada que no sepas». ¿De alguna manera la relación de la protagonista con Yuyo rememora/homenajea... la de sus respectivos madre y padre?

Esas casualidades a veces suceden. Me gusta lo del homenaje, no lo había pensado. Por otro lado, esa segunda relación queda abierta en la novela. No sabemos lo que va a pasar con ella.

¿Descubrir lo que le sucedió a su madre, cómo murió, le proporciona a la protagonista un cierto alivio?

Más que alivio cierra una etapa. Un signo de interrogación. Y libera en parte a la protagonista de todas esas fantasías siniestras que produce a veces la ignorancia.

«Lo importante no son tanto las grandes frases como los detalles», señala la narradora. Creo que usted ha seguido esa idea, sin duda esencial en la novelística...

Dios está en los detalles, lo dijo Nabokov. Lo concreto es lo que sostiene la ficción. Hay que poner al personaje en medio de la escena, oírle hablar, ver sus gestos, intentar adivinar sus emociones, el conflicto que le mueve. Un proceso delicado y sutil ese decir sin decir, sin mostrar del todo.

Su estilo aparenta sencillez y facilidad de lectura, pero está muy trabajado...

Trabajo mucho para que todo parezca más fácil, con menos artificio. Que no sobre nada, que el alimento que cocinamos no tenga ni demasiada sal ni demasiada azúcar, que no queme pero que tampoco se quede frío.

Usted es profesora de escritura creativa. ¿El escritor nace o se hace?

Cada hora que dedicamos al trabajo nos hace mejores. La gente se queda con el romanticismo y no se da cuenta del esfuerzo callado y a veces torturado del escritor. Un escritor se hace y se sigue haciendo hasta la última página que escribe.

«La gente se queda con el romanticismo y no se da cuenta del esfuerzo callado y a veces torturado del escritor»

¿Qué consejo imprescindible le daría a alguien que quiera escribir novelas?

Que no tenga prisa, que se arme de paciencia. El tiempo es un valor literario de primer orden. Lo importante es lo que queda, no llegar antes.

¿Qué opina de movimientos como el #MeToo y del nuevo resurgir del feminismo?

Ha habido escritoras extraordinarias en todo el mundo. Pero también mucho silencio. Y mucho abuso no solo físico sobre las mujeres. Empezamos a conocer todo ese sufrimiento. No necesariamente es mejor escritora una que fue maltratada. Pero lo seguro es que mucho talento femenino en todas las artes se ha quedado en el camino por una desigualdad de siglos.

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