ARTE

María Moldes: «Vemos cine en el ‘smartphone’, ¿por qué no el arte?»

La fotógrafa gallega se ha hecho un hueco en el panorama internacional mostrando el lado más «loco» de las playas del levante español

La artista María Moldes, mientras trabajaba en su serie bloop María Moldes

Antonio Ramírez Cerezo

A María Moldes (Pontevedra, 1974) la fotografía la eligió cuando menos lo esperaba. Cerca de cumplir los 40 años, un parón en su trabajo de psicóloga que previamente la había trasladado hasta el levante español, le hizo coger su iPhone y lanzarse a las playas de Benidorm a «robar» los retratos de una parte de la sociedad que las redes sociales y su artificialidad habían dejado de lado. En su cuenta de Instagram empezó a publicar su fotos y «en tan solo tres meses» comenzaron a aparecer en periódicos del prestigio del «The Guardian», «Le Monde» o «Corriere della Sera».

«Cuando empecé no tenía expectativas de nada. Yo hacía, me llegó y nada más». Ahora, sus fotografías y sus «radioactivos» personajes –en ellos hay un amplio protagonismo por parte de personas de la tercera edad– la han hecho superar los 15.000 seguidores en Instagram y mostrar su trabajo en galerías y exposiciones de todo el mundo. También a trabajar con PuxaGallery .

¿Cuándo decidió dedicarse a la fotografía?

Desde el principio gustó mucho mi trabajo. Empecé a aumentar rápido de seguidores en Instagram. Pero cuando comencé a salir en medios fue a partir de subir fotos de Benidorm. Cada vez que salía en prensa se disparaban los seguidores. En Estados Unidos fue donde empezó. Después Alemania y al final España. A partir de ese momento me lo tomé más en serio.

«Escenas de una vida radioactiva» le dio reconocimiento.

Empecé de una forma muy intuitiva. No tenía el concepto muy marcado. Tan solo quería transmitir lo que pensaba de la sociedad. De forma natural fue saliendo mi fotografía.

«Mis influencias no vienen de la fotografía. Lo que ha dejado marca en mí es el cine. Directores como Hitchcok o Almodóvar»

¿Cómo definiría su trabajo hasta ahora?

He ido evolucionando. Es una fotografía muy personal, muy de autor. Es mi punto de vista sobre el mundo en el que vivimos. Mi antídoto contra la sociedad. Cuando fui a Benidorm la primera vez no quise ni bajar del coche. Con el tiempo le cogí el gusto. Ahora intento sacar lo mejor y lo que más me inspira. Cuando pienso en Benidorm, vienen a mi cabeza mis personajes. Entonces me apetece ir.

¿Piensa qué se ha creado un estilo propio?

Yo creo que sí. Tengo muchas carencias aún, pero las estoy estudiando. Lo que sí tengo es un estilo muy marcado que sale de manera natural. Pienso que es reconocible. Mis influencias no vienen de la fotografía. Yo había visto fotografía pero no conocía a muchos fotógrafos. Lo que ha dejado marca en mí es el cine. Directores como Hitchcok o Almodóvar.

¿Por qué expresarse con esta técnica, pues?

Es una tendencia personal por la imagen. Me gusta el momento en el que das en el clavo con una imagen y te das cuenta de que puedes expresarte con ella. Que estás expresando lo que quieres decir. Es un medio muy directo para la gente que lo ve y para ti mismo.

¿Y qué le ofrece la playa?

El colorido que tiene la playa es muy difícil encontrarlo. A mí me gusta la fotografía con color, con luz potente. Encuentro un choque de energía bestial. Eso no lo encuentras en otros sitios.

Fotografía perteneciente a «Escenas de una vida radioactiva» María Moldes

¿Y Benidorm?

Si te sacas los prejuicios, que todos tenemos, y vas allí a observar y disfrutar, es una bestialidad. Encuentras gente de toda Europa, de un cierto tipo de nivel social, de avanzada edad, en un momento de sus vidas que quieren pasarlo bien y pasar de todo… Esa mezcla es súper loca. Es poner el pie y se me dispara la imaginación.

¿Hay algo interesante en hacerse mayor?

Me cansa la imagen que nos dan de juventud, de belleza. Parece que cuando empiezas a hacerte mayor no vas a existir. A nivel fotográfico me aburre esa imagen, y en Instagram más todavía. De repente te encuentras a esta gente y a mí se me hace más interesante. Si a lo mejor viviéramos en un mundo donde la vejez fuese lo más, haría fotos a gente joven. Pero como parece que no existen y me resulta atrayente observarlos, me empezó a gustar. Ahora cuando veo señoras mayores las encuentro guapísimas. Rarezas mías.

¿Sigue siendo mejor ver una fotografía en una galería que en un «smartphone»?

Pienso que no. He expuesto en galerías, exposiciones, festivales… Y está bien. Pero a mí también me gusta ver mi galería de Instagram. Que la vea cualquier persona del mundo y me escriba directamente me aporta mucho más. Sé que hay mucho purismo en la fotografía y esta vno se considera del todo aún, pero creo que es el camino. En Instagram acabas teniendo una conversación con los que ven las fotos. No sé si será siempre en esta red social, pero es el camino. Vemos cine en el «smarthpone», ¿por qué no el arte?

«Tengo muchas carencias aún, pero las estoy estudiando. Lo que sí tengo es un estilo muy marcado que sale de manera natural»

¿Las redes sociales le han abierto muchas puertas?

Las primeras series las moví todas por instagram. A mí me empezó a seguir gente muy importante. Fotografos de la Agencia Magnum , incluso. Después empecé a conocer a gente del sector y lo moví por otros canales. Creo que no hay que dejar las redes sociales de lado. Pero el cauce para entrar en galería es muy lento. Yo di un pelotazo en Instagram, y por eso fui mas rápido. Así me conoció y escogió una galería de Alicante. De otra manera, imposible.

¿Qué le veremos próximamente?

Ahora lo que me apetece es hacer vídeo. Este verano hice uno como parte de Escenas de una vida radioactiva . Puede que siga con la serie. También estoy haciendo una colaboración con Miss Beige .

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