MÚSICA
Mar Otra Vez (otra vez)
Disuelta al poco tiempo de grabar «No he olvidado cómo jugar embarrado», la formación original del grupo madrileño se reúne y se separa en un local de ensayo y en torno a un concierto calificado de irrepetible
![Mar Otra Vez son Andrews Wax, Javier Pérez Corcobado, Julián Sanz, Javier Rodrigo y Luis Corchado](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2015/12/07/Mar%20Otra%20Vez%202--620x349.jpg)
Treinta años han tenido los miembros de la primera formación de Mar Otra Vez para repensar y rehabilitar desde la distancia del tiempo y el espacio un álbum («No he olvidado cómo jugar embarrado/Fiesta del diablo y el cerdo») que la escasez de medios les obligó a grabar en solo tres días. Iban sobrados de nervio y de talento, pero tan apurados que incluso dejaron algún inédito –«Las paredes nos aplastan mientras nos besamos/ Ámame/ Bésame/ Ámame de rabia/ Bésame de rabia” («Ámame»)– que estos días, antes de regresar al silencio y la memoria , se han vuelto a escuchar en Madrid.
Todo eso es de nuevo pasado. Anoche estaba programada su única actuación –irrepetible, dicen– en El Sol . Fuéronse y no hubo nada. Mar Otra Vez no existe. Otra vez. Como hace treinta años. Esta es la crónica apresurada de su reencuentro, el así se hizo de un concierto cuyo argumento no fue la nostalgia, sino la reivindicación de la excelencia, el autohomenaje y la entrega.
Aire, humo y alcohol
«Nos separamos nada más grabar el disco, y apenas tuvimos tiempo de estudiarlo, de desarrollarlo, de sacar todo lo que tenía dentro», lamenta Javier Rodrigo , guitarrista, en un descanso de los ensayos en los que Mar Otra Vez reconstruye su repertorio. Acaban de interpretar «Canción pequeña II», nueve minutos de trastorno y zozobra . Toman aire, humo y alcohol casi de quemar. ¿Sólo trabajáis sobre las seis canciones del primer miniálbum? «¿Te parece poco?», responde Javier Corcobado . «Deberíamos tocarlas durante un día entero, veinticuatro horas para darles vueltas y vueltas» , añade Rodrigo, que se las ha apañado para conseguir un bidón de gasolina oxidado, afinado por la erosión, para que Corcobado lo golpee con las baquetas. «Como tantas otras cosas, en 1985 –confiesa– era más fácil encontrar estos cacharros». Aún tienen a mano la rabia de entonces.
«En 1985 la cabeza me pedía componer música nueva: crear a partir de ruidos, experimentar con sonidos y escribir poesía constantemente. Esto lo aplicábamos a Mar Otra Vez. Y, por supuesto, cantar y gritar... Y explorar los misterios de la vida. Tenía –dice Javier Corcobado– veintiún años». Y el cuerpo, ¿qué le pedía? «Lo mismo», dice el líder del quinteto, ahora metido en el minucioso ensamblaje de una «Canción de amor de un día» que se prolonga durante veinticuatro horas y a la que Mar Otra Vez contribuye con «Nana del fin del mundo», una de las canciones surgidas de este fugaz reencuentro. Quizá no se hayan ido del todo. Quizá vuelvan. Otra vez .
Los verdaderos malditos son quienes murieron sin ver su obra publicada (Javier Pérez Corcobado)
Luis Corchado escobilla despacio la batería y Andrews Wax manipula sus viejos teclados y un iPad en el local de ensayo. Suena «Curiosos». «Me ahogo, me ahogo», repite Corcobado con el micrófono cerca del gaznate. «Desde niño he sido “crooner”. Frank Sinatra, Raphael, Nino Bravo, Julio Iglesias, Antonio Machín, Scott Walker, Camilo Sesto y Roberto Carlos me han acompañado toda mi vida, desde que tengo uso de razón. “Curiosos” es totalmente “crooner“. Aparte de mi faceta ruidista, soy un cantante melódico, y tengo un proyecto para el año que viene para resucitar la figura del “crooner“ aferrado a su micrófono , cantando historias hermosas de amor, vida y muerte», apunta el autor de «La navaja automática de tu voz».
De una u otra forma, maleado o pasado a limpio, lo que empezó hace treinta años tiene continuidad en la obra del cantante madrileño . En «Los estertores de la democracia», álbum de adelanto de «Canción de amor de un día», aparece «Ruido despacio», fragmento de lo que es «mi primer documento sonoro de ruido, grabado junto a mi hermano Gustavo en 1980», señala Corcobado. «Tenía entonces dieciséis años y torturaba una guitarra eléctrica mientras Gustavo, de once años, manipulaba su Scatron ... La pieza completa llenaba las dos caras de una casete, es decir, una hora».
Vuelta al principio
Pasa el tiempo y cambian las etiquetas, pero no la esencia de una obra que no ha perdido su sentido , poco común. Mar Otra Vez, Demonios Tus Ojos, Cría Cuervos, los Chatarreros de Sangre y Cielo, Corcobator... «En todos está Javier Pérez Corcobado. Supongo que esos nombres están determinados por las circunstancias y los músicos que me han acompañado en cada momento... Al final todo es lo mismo: canciones hermosas ».
Fuera de su funda, el lustroso saxofón de Corcobado se apoya sobre el bidón de gasolina. Vuelven a tocar. La siguiente es «La planta baila», cuya letra trae impresa su autor en unos folios grapados. « Me he sentido solo durante muchos años en el mundo artístico, pero no soy un maldito . Estoy vivo. Los verdaderos malditos son aquellos que murieron sin ver su obra publicada o aceptada por el público, aunque fuera minoritario», reflexiona el compositor y poeta.
En «Los estertores de la democracia» Corcobado dice y canta que los políticos «llevan chaleco antimúsica». ¿Solo los políticos? «Lamentablemente –responde– existe una incultura global enorme respecto a la sensibilidad y la asunción de la música . «Canción de amor de un día», en cierta parte, propone un remedio para este mal y apuesta por la salvación de la música. Mar Otra Vez también».
–Ya nadie ladra como usted. ¿Le faltan lecturas y estudios a la generación actual?
–Y gargantas lo suficientemente resistentes.