ENSAYO
Un manifiesto para los Balcanes
El balcanólogo Miguel Roán desmonta los estereotipos que atrapan a una región marcada por la guerra
«Padobranci» (paracaidistas) es el término que define en serbocroata a los recién llegados a los Balcanes que con los estereotipos de la zona (guerras, etnias, fanatismos...¡barbarie!) «reproducen la imagen del corresponsal que tuerce el gesto delante de la pantalla o que inyecta sensacionalismos a sus crónicas». Una realidad anclada en el sangriento siglo XX que si se busca, como todos los estereotipos de otras regiones, se encuentra. Para ofrecer una radiografía matizada de los Balcanes -también actualizada desde el prisma sociocultural- una nueva generación de escritores españoles, criados vital y profesionalmente en países balcánicos, se abre paso en el terreno incierto de la «balcanología».
Sin portadas en la prensa
Escribimos «incierto» porque los países de la extinta Yugoslavia han dejado de copar, injustamente, crónicas de actualidad. Como si solo interesase esa región cuando hay convulsión, y es precisamente allí, en los Balcanes occidentales, donde el proyecto europeo tiene aún todo por hacer. Paradojas. Como exponente de esa generación se sitúa el escritor vigués Miguel Roán , fundador del portal web www.balcanismos.com y traductor del serbocroata de obras de Ivo Andric, Faruk Sehic o Dejan Tiago-Stankovic. Tras los brillantes 42 relatos de su anterior libro «Maratón Balcánico» (Caballo de Troya) , profundiza ahora, a modo de ensayo, en los mitos que nublan nuestra visión cuando nos adentramos en los Balcanes.
A raíz de una conferencia pronunciada en la Academia de las Ciencias de Bulgaria, bajo el auspicio de la Embajada de España en Sofía, Roán desarrolla en Balcanismos los siguientes estigmas sobre los pueblos balcánicos: borrascosos, geográficos, exóticos, orientales, periféricos, ideológicos, inhumanos, históricos, puenteados, olvidados, estigmatizados, yugo-eslavos y nostálgicos. «Los Balcanes siempre son ‘‘ese otro’’ que está más al sur, al que puede discriminarse sin más reparos. También ocurre dentro de los mismos Balcanes, con la expresión en serbocroata: ‘‘sto juznije, to tuznij’’ (cuanto más al sur, más triste)».
Cada estereotipo desarrollado es una lección abierta, un camino para adentrarse en esos otros Balcanes: una rama de la que brotan hojas. La disertación sobre el documental «¿De quién es esta canción?» de la búlgara Adela Peeva, la mirada inocente de Europa del filósofo esloveno Slavoj Zizek, los puentes de Ivo Andric e Ismail Kadaré o el acento americano del poeta y dramaturgo Charles Simic son algunas de las historias que se entrelazan con experiencias personales, anécdotas o ideas surgidas al calor de unos vasos de «rakija» con esos mismos colegas que van dando forma a la nueva generación de hispanobalcanólogos nada dada a saltar en paracaídas.