MÚSICA
La magra cosecha musical de la cuarentena
La mente creadora es imparable. Incluso en estos tiempos confinados. Otra cosa son los resultados. Por lo que vamos viendo en artistas como Bob Dylan, lo perdurable se compuso antes. Lo de ahora, salvo excepciones, lleva camino del olvido
¿Algo destacable? Estrictamente nueva es «No Time For Love Like Now» de Michael Stipe , líder del grupo R.E.M. , que en su presentación apareció emocionado al repetir «I´m missing you». Esto fue hace un mes, cuando vivíamos en una incertidumbre apocalíptica. La canción discurre con buenas intenciones, sin más. Demasiado almíbar.
Neil Young , por el contrario, ha reunido a su venerable banda Crazy Horse para atacar un rock rabioso titulado «Shut It Down» . Cuando abran los bares, a todo volumen y con una cerveza, puede funcionar como descarga grupal de adrenalina; pero, ahora, suena triste, con ese vídeo de imágenes desoladas de diferentes partes del planeta. Y otra vez la lagrimita inducida, al ver el Cristo de Río de Janeiro con todas las banderas del mundo en procesión.
Una posibilidad
Menos pretencioso y, sin embargo, efectivo, es «Lockdown» , de Mike Campbell , el guitarrista de Tom Petty . Aquí Mike toca también la batería y canta, gran sorpresa, y no lo hace nada mal. Tal vez así, sin quererlo, estemos ante la posibilidad de reestructurar los Heartbreakers .
Dion , el de , una de las figuras legendarias del rock and roll, no parece muy asustado, y eso que encarna el espíritu de Nueva York. Dion se ha unido a Joe Bonamassa , y juntos presentan «Blues Comin' On» , un rythm'n'blues energético, adelanto de su nuevo álbum.
Y otros grandes de la música americana, PHISH , han reaparecido con un álbum entero, Sigma Oasis , que será de las cosas más perdurables de esta incierta serie.
Han ido surgiendo ilustres, como Bono , con Jennifer Hudson y Jossik i y su «Let Your Love Be Known» , en recuerdo del personal sanitario. Lo mismo Drexler y su «Codo con codo» . Aunque uno diría estar escuchando la misma canción, cuando Alicia Keys canta su «God Job» . Tal vez tenga algo más de recorrido el rap de Fleur East , la estrella de X Factor, con «Not Alone» . Bryan May , de Queen , se ha esforzado algo al unirse al grupo Kings Daughters en su «Get Up» , una canción que insufla optimismo y para cuyo vídeo contó con cincuenta escenas globales. Es un tanto irónico que el recientemente fallecido Bill Withers , hombre de soul que dejó hace muchos años los escenarios, haya sido elegido para uno de los himnos de lo que llevamos de confinamiento, encarnado en las voces gospel de y otros artistas, que cantan «Lean On Me» . Lenny Kravitz pasea a sus perros en su casa de Bahamas e interpreta su «We Can´t Get It All Together» .
Los Rolling Stones , después de ocho años, lanzan una canción solo en parte compuesta estos días con frases como «la vida era maravillosa y, de pronto, nos vimos todos encerrados». Es el puro estilo de los Stones cuando se ponen asequibles para el gran público, utilizando el ojo de pez en el vídeo para mostrar un planeta vaciado.
Y le llega el turno a Dylan. Tras «Murder Most Foul» , regresa con «I Contain Multitudes». Más acústica, con el acompañamiento de guitarra en primer plano, como una de Phil Och, Fred Neil o Tim Hardin, es más que una simple coda de la anterior. Es una vuelta al East Village , a sus veinte años junto a Richard Fariña en compañía de Joan y su hermana Mimi. Dylan no está nostálgico. Se está despidiendo: «Las flores están muriendo, como todas las cosas». Entre citas a las catacumbas y al corazón delator de Allan Poe , apela a la verdad y a los juramentos que todos nos hicimos, aquellas cosas que por nada íbamos a traicionar. Hay aceptación también de que no todo es como hubieses deseado. Dylan deja el ensueño un instante y mira su taller, sus dibujos. Está pintando. Y recuerda su energía de antaño. Cuando podía «contener multitudes» acompañado de su aliento soplando la armónica.
En «I contain multitudes», Dylan no está nostálgico. Simplemente, se está despidiendo
Hay ironía, autocrítica, cuando se ve subido a un flamante cadillac rojo luciendo un fino bigote con más anillos en los dedos que el coqueto Aristóteles. Pide consejo a su media naranja, a la mitad de su alma. «¿Quién soy? ¿Quién es Dylan?». El abanico va desde Ana Frank en su refugio hasta Indiana Jones en busca del arca perdida . Esto no es nuevo, lleva preguntándoselo desde que aparecieron aquellos chicos malos, esos Rolling del diablo. ¿O era él aquel canto rodado?
En la recta final
Dylan acepta que es viejo , sabe que está en la recta final: «Voy directo a donde las cosas perdidas comienzan de nuevo». Como en un verso de Juan de la Cruz o de W. Blake , todo fluye a la vez. ¿Qué fue de la Tierra Prometida? ¿Cuál es mi país? Comida rápida, crimen organizado, coches veloces. Y yo que soñaba con «contener multitudes». También las mujeres bonitas, reinas o doncellas de múltiples colores. «Todas las reinas de mi vida pasada». Un país donde vamos armados hasta los dientes.
Dylan se desnuda: «Soy un hombre hecho de contradicciones, soy un hombre de muchos estados de ánimo». No olvida, aunque no ha dejado que su corazón se llene por completo de odio. Vida y muerte se dan la mano. No quiere irse, quiere alejar a la Parca . Mantener la mente abierta es el único sendero: «Las sonatas de Beethoven, los preludios de Chopin, acaso suenen en mi funeral». Y alguien, tal vez, algún día, recuerde al chico que contenía las multitudes.