Maceo Parker: «Desde muy joven supe que no necesitaba drogas para tocar»

El saxofonista estadounidense de 76 años, que ha acompañado a nombres como James Brown, George Clinton, Prince, Marvin Gaye o Red Hot Chili Peppers, es considerado hoy en día uno de los pioneros del funk tras seis décadas de carrera

Desde su debut en 1964 con James Brown hasta hoy, Maceo Parker da cientos de conciertos al año por todo el mundo Guillermo Perez Alberto
Israel Viana

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Entrevistar a Maceo Parker (Kinston, Estados Unidos, 1943) es como asistir a sus conciertos. No para de reír e interrumpe sus respuestas para canturrear largos solos de saxofón. No una ni dos veces, sino hasta cuatro. «Perdone... no entiendo qué me quiere decir con esa melodía». «¡Calla, calla, espera!», y continúa: «Turi tu tu tiri-tiri-tata...». Como si no encontrara las palabras y tuviera que explicar con música cómo conoció a James Brown hace 65 años. «Pam pa-ra pam pam...».

«Déjame contarte la versión larga», pide el saxofonista tras preguntarle cómo empezó todo en los 60, cuando se marchó a estudiar música a Greensboro siguiendo a su hermano mayor, Kellis , primer estudiante negro de derecho en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. En 1962 les siguió su hermano pequeño, Melvin , batería, que quiso también estudiar música como Maceo en la Universidad A&T. Pero ambos estaban más interesados en tocar y empezaron a dar conciertos en pequeños clubes.

Su reputación creció rápido. En el campus les conocían como « the funky Parker brothers ». Y si alguien buscaba a un saxofonista y un batería, ellos eran siempre los primeros a los que llamaban. «Una tarde de 1962 nos llamó un joven que necesitaba una banda para actuar en Greensboro la semana siguiente. Reconocí su nombre enseguida. Marvin Gaye había conseguido su primer éxito ese año, " Stubborn Kind of Fellow ", así que reunimos una banda rápido y ensayamos en el club con él unas pocas veces canciones como " Hitch Hike " y " Pride and Joy ". La actuación fue perfecta. Me sorprendió lo suave que era en el escenario. Era obvio por qué se estaba convirtiendo en una gran estrella. Diez años después fui a un concierto suyo en Nueva York y, en el backstage, apareció de la nada y me dio un abrazo gigante para agradecerme aquel día», cuenta Maceo en la autobiografía que publicó en 2013: « 98% Funky Stuff: My Life in Music ».

Solo le faltaban dos años para convertirse, junto a James Brown, en el gran pionero del funk con temas como «Cold Sweat», «Papa's Got A Brand New Bag», «I Got You» o «I Feel Good». Y para ser requerido por figuras como George Clinton, Prince, Ray Charles, Keith Richard, Red Hot Chili Peppers, Ryuichi Sakamoto o Bryan Ferry, sin contar los 16 discos en solitario que grabó tras abandonar a Brown, harto de que este se apropiara de sus ideas.

¿Cómo le fichó James Brown?

En 1962 vino a tocar a Greensboro. Después de su concierto alguien le llevó al club donde actuábamos nosotros y le gustó el grupo, pero sobre todo cómo mi hermano tocaba la batería, así que fue directamente hacia él y se presentó: «Hola, soy James Brown. Sé que todavía estás estudiando, pero si alguna vez dejas los estudios y quieres tocar conmigo, podrías ser mi batería». Y se fue. Dos años después, Melvin dejó la universidad y la siguiente vez que vino a la ciudad, se acercó él: «Hola señor Brown, soy Melvin Parker, ¿se acuerda? Si la oferta sigue en pie, me gustaría aceptarla». «Claro que me acuerdo. Y sigue en pie, sí. Ve a casa, coge ropa y vente ahora mismo si quieres», respondió.

¿Pero usted?

Melvin le interrumpió: «Espere, déjeme presentarle a mi hermano Maceo. Es saxofonista y también le gustaría unirse a la banda». Entonces James Brown se volvió hacia mí y me preguntó [acentúa cada sílaba lentamente]: «¿Sabes-tocar-el-saxofón-barítono?». No podía decirle que no, así que le mentí. «Sí, claro». ¡Madre mía! Y después añadió: «¿Tienes uno?». Podía haberle dicho la verdad esa vez, pero le volví a mentir. Él debió notarlo y añadió: «Te voy a decir una cosa... Si consigues de verdad un saxofón barítono, tienes trabajo». Así que hice lo correcto, porque volví a Kinston, me compre mi saxofón y entré en su banda junto a mi hermano en 1964.

¿Recuerda lo primero que tocó con él?

Mmmm… [comienza a tararear un solo de nuevo].

¿Perdone? No entiendo.

Es difícil… [sigue tarareando]

¿Me está cantando lo primero que tocó con Brown?

¡Espera un minuto! Pa-pa-parapa-pa... No sé, hace tanto tiempo que no puedo recordar el primer tema. A lo mejor me viene después…

No importa. Cuénteme entonces qué os decía acerca de las drogas. Si no me equivoco, tenía una política muy estricta con sus músicos y os las tenía prohibidas...

No tenía que decir nada. Todos sabían que no debían consumirlas delante de él. Algunos de los chicos fumaban marihuana, pero, bueno, así era ese mundo. Yo no quería formar parte de eso y no tomaba nada, ni alcohol ni drogas.

¿Nunca?

No. Yo sabía que las noticias de Charlie Parker, John Coltrane, Miles Davis y su abuso de las drogas eran parte de este mundo, pero aprendí desde muy joven que no las necesitaba para poder tocar. Además, mi hermano y yo estábamos muy orgullosos de ser músicos, salir de gira, madrugar para ensayar y llevar dinero a mi madre para comida. Aquellos que se destrozaban con las drogas supongo que no lo estaban tanto. Yo nunca quise otro trabajo.

¿Con qué músico ha sido usted más feliz en el escenario de todos con los que ha tocado?

Es difícil escoger. Con todos lo he sido mucho, porque encima del escenario siempre lo soy. Siempre doy el cien por cien, independientemente de con quién toque o dónde. Siempre ha sido y será así.

Pero alguno habrá sido más importante para su carrera.

James Brown, quizá, porque él me presentó al mundo. En los conciertos siempre gritaba mi nombre antes de los solos: «¡Vamos Maceo!». Por eso todo el mundo ha escuchado hablar de mí y va a mis conciertos hoy.

¿Cómo cuida su salud para poder dar tantos conciertos al año por el mundo con 76 años?

No hago nada, pero nunca he maltratado mi cuerpo. ¡Jamás! Intento descansar siempre que puedo y comer bien. La vida es corta y al final mueres, así que hay que intentar hacer siempre lo correcto. Las noticias suelen ser trágicas y locas, así que para mí se ha vuelto muy importante promover la paz, el amor y la felicidad. Evitar todas las cosas negativas de este mundo.

Dice que su música es «2% jazz y 98% funk». ¿Nunca pensó en dedicarse al jazz puro?

No. La música que hago es la que más feliz me ha hecho. No me importa si la llamas funk u otra cosa, pero no es jazz. Siempre he estado cerca de lo que hacíamos en la época de James Brown. De niño me imaginaba anuncios en los autobuses como «Maceo Parker toca a Charlie Parker». Pero pronto lo cambié en mi cabeza por «Maceo Parker toca a Maceo Parker». Así nació el sonido por el que me reconocen.

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