LIBROS
«Loba negra», ese «no sé qué»
Juan Gómez-Jurado publica la secuela de su anterior éxito, «Reina Roja». No defrauda, tiene pillado el punto del público

Hace un par de semanas, estuve charlando sobre el misterio de los «best sellers» con una de las editoras más prestigiosas de este país. Nuestro intercambio de opiniones giró en torno a una pregunta: ¿cómo detectar si un texto de ficción contiene o no el ingrediente secreto que habrá de catapultarlo a la lista de los más vendidos y, yendo más allá, de qué ingrediente se trata ? «Desde luego, no depende de la calidad formal de la obra», me dijo la editora; «ni siquiera es condición imprescindible que la historia sea buena», continuó. Por eso es tan difícil dar con ese «no sé qué» -así lo definió ella-, por encima de la pericia narrativa y de la imaginación, que garantiza el éxito de una novela.
Pues bien, al terminar «Loba negra», la nueva entrega de las aventuras policiales de los personajes creados por Juan Gómez-Jurado Jon Gutiérrez y Antonia Scott, las caprichosas conexiones del cerebro me devolvieron a la conversación; porque no hay duda alguna: ese «no sé qué» indefinible impregna cada una de sus páginas.
Casi con total seguridad, «Loba negra» repetirá la hazaña comercial de su predecesora
Apenas ha pasado un año desde la llegada de «Reina roja» , un fenómeno editorial respaldado por veinte ediciones y más de 250.000 lectores en español , y ya está disponible su secuela. La rapidez con la que ha visto la luz podría despertar suspicacias acerca de su solvencia como aspirante a superventas… gran error: casi con total seguridad, «Loba negra», que, plagada de ramificaciones, elige como punto de partida la Costa del Sol y tiene como hilo conductor la búsqueda, por parte de Jon y Antonia, de Lola Moreno, la esposa de un mafioso ruso amenazada de muerte, repetirá la hazaña comercial de su predecesora. Y lo hará, entre otras cosas, gracias al carisma de Gómez-Jurado, que se intuye detrás tanto de los diálogos -difícil no empatizar con el humor del inspector Jon Gutiérrez o la mordacidad de Mentor-, como de los discursos interiores de sus personajes, a través de los que descubriremos las preocupaciones cotidianas de Antonia, en ocasiones muy próximas a las de cualquier mujer de su edad.
Apoyando la inconfundible voz del autor y quién sabe si integrando ese invisible «no sé qué» que se hace tanto de rogar, tres elementos sostienen la trama y la conectan con un elevado porcentaje de lectores potenciales: reconocimiento, descubrimiento y simplicidad.
Popular y coloquial
Hay en «Loba negra» una equilibrada mezcla de cultura popular y lenguaje coloquial -fragmentos de canciones, palabras construidas a base de sufijos y prefijos, referencias al cine más reciente-; pero, a la vez, como contrapunto a un tono y un elenco ya familiar, la trama incluye no sólo nuevas revelaciones sobre el escenario que se empezó a esbozar en «Reina roja», sino también un giro que sorprende a pesar de insinuarse desde el principio.
Por último e imponiéndose a todo lo anterior, una certeza que no debe malinterpretarse: «Loba negra», un exótico Bourne de tintes ibéricos, brilla porque, sólo en apariencia, resulta simple, digerible como el agua, que le gusta a todo el mundo, y ha sido liberada de sus espinas, la cualidad más difícil de conseguir a la hora de desarrollar una historia orientada a la evasión y el divertimento. Juan Gómez-Jurado, objetivo conseguido .