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Lester Bangs, tal vez el mejor crítico de rock del mundo

Si alguien quiere saber de la banda sonora del siglo XX, debe leer sus artículos, ahora traducidos por primera vez al castellano

Lester Bangs, fotografiado con Deborah Harry, de Blondie

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Dos datos previos que ya dicen mucho del personaje en cuestión, Lesley Conway Bangs -más conocido como Lester Bangs para los mortales e inmortales que el escenario de la música ha dado-: su fecha de nacimiento, 1948, en Escondido (California), y la de defunción, 1982, en Nueva York. Treinta y cuatro años de vida y obra, que dan fe, una vez más, sobre esa ley no escrita pero cien veces cumplida de muere joven y deja una bonita leyenda . ¿Cómo no va ser leyenda alguien en cuya biografía (edulcorada) se basa la película «Casi Famosos» («Almost Famous», 2000), donde el también malogrado Philip Seymour Hoffman le encarnaba? ¿Cómo no va a ser leyenda alguien que aparece mencionado en una canción de R.E.M. («It’s the End of the World and We Know It») y en otra de The Ramones («It’s Not My Place»)? Leyenda, sin lugar a dudas.

Cuenta la Wikipedia que acabó con Lester Bangs una sobredosis de Valium , y quien escribió su necrológica en aquellos días, Diego A. Manrique, que «tras combinar alegremente analgésicos, calmantes y medicina para la gripe». Otros especifican que se pasó con el jarabe, en concreto, mezclado y agitado con otros potingues. Toda muerte resulta trágica, más si llega en plenitud de facultades, pero también está ese otro refrán «de genio y figura, hasta la sepultura» que, aunque no lo conociera, Lester Bangs llevó a rajatabla.

Surreal

El señor Bangs fue surreal hasta sus últimas consecuencias y, por si no había quedado claro, tenemos los textos que recopila esta edición de la r ecién nacida editorial Libros del Kultrum , que nos anuncia que se va a especializar en estos menesteres músico-parlantes y delirantes. Lester Bangs no escribía como los mismísimos ángeles, sino como el diablo en persona y de esa brillantez endiablada, iconoclasta, surgen su fama (el título del mejor crítico de rock de todos los tiempos) y las disputas con el editor de la revista «Rolling Stone» , Jann Wenner. Le pone de patitas en la calle por ser «irrespetuoso» con artistas que funcionan en el mercado. Y, claro, «Rolling Stone», que nació también con ínfulas alternativas en un San Francisco «on the road», ya debía estar a favor del viento por aquel entonces. Cuando a Bangs le largan de esta revista pasa por «Creem», de la que llega a ser editor en los 70, y «Village Voice».

No escribía como los ángeles sino como el diablo en persona. De ahí surgen sus disputas

Decía que para saber de lo «irrespetuoso» que Lester Bangs era con todo -y todos- basta con coger cualquiera de los numerosos textos publicados en las citadas publicaciones de cuya recopilación se ha encargado el periodista y crítico Greil Marcus para este ensayo de descacharrante título («Reacciones psicóticas y mierda en el carburador»). Pasan todos por ahí y andan por sus líneas como por filo de navaja en manos de un navajero: James Taylor, Coltrane, Lou Reed, Iggy Pop, Lennon , The Clash...

Lester Bangs, que siempre anduvo a la sombra de Burroughs y por sus andanzas les conocemos, dejó pergeñadas frases que nunca llegaron a buen puerto: «Me siento cada vez más como Tom Sawyer en su propio funeral... Voy a noquearme y volveré con un estado de ánimo más razonable. Y tal vez acabe destrozándolo todo».

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