LIBROS

JT Leroy, la novela que se hizo real

Savannah Knoop relata en «Chica, chico, chica» cómo interpretó, en un rocambolesco engaño literario, al autor de la saga JT

Jaime G. Mora

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Víctima de abusos sexuales cuando era niña, obligada a internarse en un manicomio con 14 años y con trastornos alimenticios, Laura Albert encontró en la escritura la vía para escapar de su pasado tormentoso. Lo hizo tan bien que incluso llegó a convertirse en una escritora de culto, en la década de los 90, cuando se escondió detrás de JT Leroy, el pseudónimo, más bien su álter ego, con el que firmó tres novelas.

La primera de ellas, «Sarah», estaba inspirada en la vida del propio Jeremiah «Terminator» Leroy, un transexual enfermo de sida que, obligado por su madre drogadicta, con 12 años empezó a ejercer la prostitución y que, con 15, ya era adicto a la heroína. El libro se convirtió en un fenómeno editorial. Todos querían conocer a JT Leroy.

Albert se amparó al principio en la timidez y el carácter introvertido de JT, pero el éxito de la obra hizo insostenible el anonimato. ¿Cómo no iba a dar entrevistas el chico del que todo el mundo hablaba, cómo no iba a acudir a los eventos literarios? «Sal, no temas, tienes que vivir la vida», le decían. Albert le pidió a su amiga Savannah Knoop que se hiciera pasar por JT. Tenía 18 años la primera vez que se escondió detrás de unas gafas de sol y una peluca rubia.

«Qué ironía: yo haciéndome pasar por un chico que se hace pasar por una chica», escribe Knoop en «Chica, chico, chica. Cómo me convertí en JT Leroy» (Alpha Decay), el libro en el que da su versión de este pintoresco engaño literario. El falso JT —Savannah— fue durante seis años el juguete preferido de los famosos. Bono , de U2, le aconsejaba que se cuidara de los tiburones, Winona Ryder le buscaba para hacerse fotos y Lou Reed participaba en lecturas públicas de los libros.

El engaño de Albert y Knoop es un extraordinario juego literario: un personaje de ficción que pasa a ser interpretado en la vida real por una joven que nunca había escrito nada y que engatusó a toda la industria cultural y mediática. Asia Argento llegó a adaptar al cine el segundo libro de JT, con un título premonitorio, «El corazón es mentiroso».

«Siempre me han maravillado las cosas que la gente estaba dispuesta a aceptar de JT: su extraño comportamiento, su pasividad, su idiosincracia –escribe Knoop. Nunca se quitaba las gafas. En sus apariciones públicas apenas pronunciaba unas pocas frases torpes–. Algo me decía que Asia no habría sido igual de generosa con Savannah».

En «Chica, chico, chica» queda retratado lo artificioso de la intelectualidad pop. «Lo que les fascinaba era su historia de supervivencia», escribe Knoop. Laura, que era quien respondía a las entrevistas telefónicas y por correo, «tenía un don, casi un sexto sentido, para saber lo que la gente de los medios quería oír».

Mientras duró la farsa, los críticos vieron en JT a un autor de la talla de Flannery O’Connor o Truman Capote . Cuando todo reventó, el fenómeno quedó reducido a una estafa. Albert tuvo que pagar 116.500 dólares a la productora que compró los derechos de Sarah. En la contraportada de los libros siempre se dejó claro que se trataba de ficción.

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