LIBROS

Lecturas para solazarse en el miedo

Novedades en narrativa (y ensayo) de terror que le ayudarán a desvelarse en Halloween

Ilustración de ‘Los sonámbulos’ (Roca) realizada por Opalworks

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Rebaños de sonámbulos que vagan por Estados Unidos, una casa aislada y decrépita (¡ah, las casas y sus secretos, todo un clásico!), un ‘thriller’ de vampiros , una ucronía sobre criaturas criminales en el tardofranquismo, una asesina de niños en la Barcelona de principios del siglo XX y un ensayo sobre los rostros cambiantes de un género que siempre vuelve de ultratumba. Estas son algunas de las novedades en literatura de terror que han llegado a las librerías en vísperas de Halloween : que la fiesta importada sirva también de coartada para dejar volar la imaginación con historias oscuras. No olvidemos nunca esta frase de Lovecraft , autor de cabecera para los amantes del género: «La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo , y el más antiguo y más intenso es el miedo a lo desconocido».

Ese miedo a lo oculto, a lo que no comprendemos, está muy presente en ‘Los sonámbulos’ (Roca Editorial), una contundente novela de más de 800 páginas, mejor libro de terror del año para ‘Publishers Weekly’, ‘The Washington Post’ y ‘Forbes’. Su autor, Chuck Wendig , es uno de los postulantes al título de sucesor de Stephen King (que ha cogido la manía de sucederse a sí mismo); de momento, le rinde homenaje con esta historia apocalíptica , donde las víctimas de una extraña epidemia que convierte a las personas en sonámbulas emprenden un misterioso viaje hacia un destino que solo ellas parecen conocer. No se trata, por tanto, del deambular sin rumbo de los caminantes de ‘The Walking Dead’ (novela gráfica de Robert Kirkman y Charlie Adlard ; la serie basada en la historieta hace tiempo que perdió el norte), aunque hay elementos comunes: los inquietantes rebaños acaban por ser menos terroríficos que los seres vivos (o despiertos) que los rodean en un mundo devastado. Y la descripción de las miserias de la América actual tiene menos carga distópica de lo que parece.

Horror gótico y casa siniestra parecen dos elementos condenados a entenderse. La última entrega de esta relación es ‘La casa al final de Needless Street’ (Alianza), de Catriona Ward . El argumento parece, a priori, bastante tópico: una niña desaparecida años atrás en un excursión a un lago. La hermana obsesionada en su búsqueda. El principal sospechoso que vive aislado con su hija y una gata en una morada con las ventanas tapiadas y rodeada de un bosque. Secretos del pasado . Sin embargo, la autora trata de eludir los trucos habituales (la suspensión de la incredulidad no solo es patrimonio de la ciencia ficción o del ilusionismo) para construir un suspense ‘creíble’ (‘The Times’, en su crítica del libro, habla de ‘horror con integridad’ ). Los capítulos se articulan desde el punto de vista de un personaje (incluyendo la minina, motivo de cierto desasosiego). Un estilo original, que mezcla ternura con horror, que provoca una incomodidad adictiva que enlaza con otras escritoras contemporáneas del género, como la londinense Julia Armfield , autora del sorprendente libro de cuentos ‘El gran despertar’ (Sigilo), o la mexicana Silvia Moreno-Garcia , que ha publicado este año ‘Gótico’ (Minotauro), novela protagonizada por una misteriosa casona con el latido de una criatura viva y unos atormentados y repulsivos habitantes.

También en Alianza encontramos ‘La inquietante historia del horror’ , de Darryl Jones , un espléndido ensayo que analiza la condición ‘tentacular’ y ‘proteica’ de este sentimiento que nos persigue de la cuna a la tumba. Vampiros, fantasmas, hombres lobo, psicópatas… nos han ayudado a través de la historia a una liberación catártica . A veces el horror se manifiesta bizarro o vulgar, como ese Leatherface que persigue adolescentes para trocearlos con su motosierra. Otras, refinado y seductor, como el ‘Drácula’ de Bram Stoker o la ‘Carmilla’ de John Sheridan Le Fanu . Incluso su incorporación a la sociedad de consumo (volvemos inevitablemente a Halloween) hace que cada vez tenga menos posibilidad de ‘horrorizar’ (con la saga ‘Crepúsculo’ , asegura Jones, el horror se incorporó por completo al capitalismo). Pero el autor nos previene: la cultura pop tamizada por la tecnología crea monstruos auténticos , y personajes de los ‘creepypastas’ (historias cortas de terror que circulan por internet), como Slender Man , inspiran actos abominables en la vida real: en 2014, dos niñas de 12 años de Wisconsin apuñalaron a una compañera del colegio tras pasar la noche leyendo ‘creepypastas’ sobre el citado personaje, un humanoide altísimo y delgado con una cabeza blanca y sin rostro, del que ellas se consideraban ‘proxies’ (servidoras). «Slender Man es lo más espeluznante que ha aparecido en mucho tiempo», concluye Jones. Tal vez con permiso de ‘El juego del calamar’ .

La realidad espeluznante se refleja en ‘La mala mujer’ (Alianza), de Marc Pastor , que narra las crueles andanzas de Enriqueta Martí i Ripollés , vecina del Raval, barrio de la Ciudad Condal donde mató a docenas de niños pobres entre 1909 y 1913. Conocida como «la vampira de Barcelona» , esta prostituta y curandera mendigaba disfrazada de vagabunda junto a los pequeños que secuestraba y asesinaba. Por la noche acudía ataviada como una gran señora a ambientes frecuentados por la alta burguesía catalana para ejercer de proxeneta infantil.

Los chupasangres de ficción son clásicos que nunca fallan. ‘Guía del club de lectura para matar vampiros’ (Minotauro), de Grady Hendrix , es el más reciente homenaje a este canon literario. Su protagonista, una mujer de vida anodina, tiene como único refugio de emociones un club de lectura donde un pequeño grupo de amigas disfrutan de novelas que describen crímenes reales. Hasta que conoce a un atractivo hombre de mundo que esconde sangrientas intenciones. Y como el terror mezcla bien con la ciencia ficción y con el humor, a veces genera ucronías híbridas como el entretenidísimo Premio Minotauro 2021, ‘Más fría que la guerra’, de Fabián Plaza Miranda (Madrid, 1973). La culpa del desastre que describe es de los hippies que abrieron el mundo a la magia en 1969 dejando entrar a los ‘malosviajes’ , unas criaturas asesinas. Años después, en una España todavía franquista, un oficial de inteligencia del CESID trata de que nuestro país participe en la pomada internacional ofreciendo un arma secreta llamada Fierabrás . Sin duda, Don Quijote lo sabía.

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