LIBROS

Las lecciones de Tolstoi en su lecho de muerte

Cuando ya se encontraba muy enfermo, el escritor ruso acometió un original ejercicio filosófico en «El camino de la vida», donde reunió frases de grandes pensadores

Tolstoi con sus nietos Ilia y Sonia

CÉSAR ANTONIO MOLINA

Este libro fue publicado en ruso en el año 1911, meses después del fallecimiento del autor. En francés vio la luz un año después y, en inglés, en el año 1919. En «El camino de la vida», Tolstoi reunió textos de grandes personalidades que lo ayudaban a explicarse a sí mismo. En el año 1901 estuvo convaleciente de una grave enfermedad. Colgado del cabecero de su cama, tenía un calendario del que iba arrancando las hojas diarias y leyendo, con interés, el aforismo que venía incluido. Así, al doliente se le ocurrió la idea de por qué no podía él hacer su propio calendario. Lo hizo y se convirtió en una gran antología de textos dividida en varios tomos. El primero se tituló «Pensamientos de hombres sabios para cada día». Son máximas agrupadas en meses y no solo una sino varias. El segundo se denominó «Círculo de lectura», pensamientos de diversos escritores sobre la verdad, la vida y la conducta. Estaba dividido por meses y días, pero se añadió un lema al principio de cada día, alrededor del cual giraban los pensamientos elegidos por cada fecha, y una frase final, concluyente, con la que terminar la jornada. Se añadió, además, una lectura semanal del propio Tolstoi o de otro escritor. «El camino de la vida» es el tercer tomo. Reúne los pensamientos de grandes sabios en torno a la religión y la filosofía. Estos textos tienen la intención de ayudar al ser humano a ir por el buen camino.

No pudo hacer revisión del material. Estaba en malas condiciones físicas y mentales

Como el propio autor escribe en el «Prolegómeno», para que el hombre pueda llevar una vida de bien, es necesario que sepa lo que debe y lo que no debe hacerse. Y, para saberlo, debe de entender qué es él mismo y el mundo en el cual vive. Todas las citas de grandes filósofos o escritores aquí reunidas, coinciden en lo que a cada ser humano le dice su razón y su conciencia. El mundo se divide entre lo real cotidiano y aquello otro impalpable pero que está ahí y cada uno de nosotros lo percibimos aunque lo desconozcamos. Tolstoi se refiere al alma. De la misma manera, el principio universal invisible que existe por sí mismo y que da vida a todo lo vivo lo llamamos Dios. Tolstoi siempre fue un gran creyente a su manera heterodoxa que en este libro queda también muy patente. Para que alma y Dios puedan coincidir hay que apartarse de todo lo que lo demora, por ejemplo, el pecado, al que Tolstoi identifica fundamentalmente con la violencia, el orgullo, la vanidad, la lujuria o la mentira. Pero de entre las cosas más graves, el autor de este compendio lo resume en tres: la superstición de la iglesia; la superstición del Estado y la superstición de la ciencia .

Enemigo de los ateos

Tolstoi renegaba de los sacerdotes y de su influencia política y espiritual. Para él, cada persona tenía el derecho de creer en su dios de manera semejante a los librepensadores. Creer, pues Tolstoi siempre fue enemigo declarado de los ateos pero, sobre todo, de los agnósticos. Tolstoi era, políticamente, una especie de anarquista y, por eso, no soportaba a los políticos que vivían del esfuerzo del pueblo. El era un defensor del individuo y al estado solo le gustaban las masas controladas para sus propios fines. La ciencia también fue otro de sus enemigos más cervales. La consideraba una idolatría, un gran mal porque hacía creer a la gente que la felicidad se podía conseguir en la tierra materialmente alejándose de lo espiritual. Frente a todo esto, Tolstoi hace una gran defensa de los animales.

Un capítulo por día

El libro está dividido en treinta y un capítulos y cada capítulo está dedicado a un tema trascendental: la fe, el alma, Dios, el amor, los pecados, los excesos, la lujuria, la holgazanería, la avaricia, la ira, la soberbia, la desigualdad, la violencia, el castigo, la vanidad, el estado, las falsas creencias, la ciencia, el esfuerzo, la vida, el no hacer, la palabra, el pensamiento, la abnegación, la humildad, la veracidad, la muerte y el más allá. Capítulos o fascículos como así se publicaron, de uno en uno y a un precio asequible. Están divididos en apartados que se van dando paso los unos a los otros . La idea de Tolstoi era que el lector leyera un capítulo por día.

Tolstoi no pudo hacer una revisión última de todo este material porque se enfrentaba ya a sus últimas semanas de vida en unas condiciones físicas y mentales muy depauperadas. Lo llevó a cabo un colaborador. Debajo de cada título iba, en primer lugar, un pensamiento que representaba y guiaba todo el número. No se sabe muy bien de dónde extrajo todos estos materiales, probablemente de los libros y periódicos, e incluso de los propios calendarios. Tampoco se sabe si eran traducciones directas o a través de otras lenguas. Lo importante para él era utilizar estos pensamientos para despertar los mejores sentimientos en las personas . La lista de autores citados es grandísima. De entre los cientos de citas me quedo con esta: «Si quieres vivir tranquilo y libre, aprende a no desear aquello de lo que puedes prescindir». La labor, como siempre, de Selma Ancira impagable.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación