Laura Revuelta - Cinco minutos de gloria

Susan Sontag y la enfermedad

La escritora estadounidense era clara, precisa, sin pelos en la lengua y ajena a cualquier intento de agradar a una melancólica pedantería sobre cualquier pasado utópico o futuro de ciencia ficción bienintencionada

La escritora estadounidense Susan Sontag AFP

Me sorprende que en estos días de recomendaciones de pensadores cuya sabiduría responda a los interrogantes que nos acechan, nadie se haya acordado de Susan Sontag , mujer e intelectual lúcida como pocos que nos dejó la pasada centuria. Ahora, en este preciso instante de un siglo XXI tan «cambalache, problemático y febril», que cantaba Gardel , requiero de sus aquilatados pensamientos al igual que de esas mascarillas y guantes que se venden a precio de oro y cuyos anuncios te asaltan en el móvil dentro de unas reglas del juego afines al tráfico de datos.

La otra noche intentaron «hackear» mi teléfono desde la remota provincia de Sichuan , allá en China . Y yo, sentada en el sofá, inventándome contraseñas imposibles. Empiezo a necesitar proteger mi mente tanto o más que mi cuerpo de tuits nocivos y pandemias ideológicas. Sontag era clara, precisa, sin pelos en la lengua y ajena a cualquier intento de agradar a una melancólica pedantería sobre cualquier pasado utópico o futuro de ciencia ficción bienintencionada.

Mucho hablar de «La peste» y sus sucedáneos literarios, pero ni una palabra he oído o leído sobre el ensayo que la pensadora neoyorquina escribió a finales de los setenta titulado «La enfermedad y sus metáforas» . En sus páginas, se adentra en los entresijos de dos afecciones distintas, la tuberculosis y el cáncer , y en contextos históricos diferentes pero muy semejantes. Cuando ella se embarca en la escritura, estaba siendo tratada de esa dolencia a la que nadie llama por su nombre y que acabó con su vida en 2004. A ese texto, una década después, le añadió «El sida y sus metáforas» . Porque pandemias hemos sufrido unas cuantas.

Perdonen que me ponga seria, pero mientras nuestra vida se reduce a dudas tan simples como contar los pasos en el devenir de un pasillo, las palabras de Sontag resuenan en mi conciencia: «La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos».

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