LIBROS

Latrocinio nazi de bienes artísticos

Este estudio de Miguel Martorell encaja el monumental rompecabezas de aquel colosal expolio

Miguel Martorell, autor de este trabajo

Antonio López Vega

Desde la caída del Muro de Berlín hemos asistido a un renacer de estudios, biografías, exposiciones, novelas o películas, que han empezado a cubrir un vacío hasta entonces clamoroso: el del expolio nazi de bienes artísticos. Aparece ahora una obra ejemplar en la que Miguel Martorell lleva trabajando de manera intermitente algo más de dos décadas. Un portentoso fresco de lo que fue el saqueo cultural que acometió el III Reich conforme fue ocupando Europa. Tal y como se indica desde el mismo prólogo, este libro tiene «algo de biografía colectiva. Por sus páginas pasan jerarcas nazis, financieros y especuladores de varios países europeos, marchantes y galeristas, prestigiosos historiadores del arte, mafiosos franceses, aventureros de diverso pelaje, contrabandistas».

Parapetado en la documentación que recabó al acabar la II Guerra Mundial Theodore Rousseau, Martorell rastrea los difusos perfiles de Alois Miedl, quien fuera el principal agente en Holanda de Walter Andreas Hofer, a la sazón el gran marchante de arte del número dos del régimen nazi, Hermann Goering.

Por sus páginas pasan jerarcas nazis, financieros y especuladores de varios países europeos, marchantes, galeristas...

Con un pulso narrativo vibrante , el autor nos muestra las diferentes funciones que cumplió el mundo del arte en el universo nazi. En lo ideológico, triunfó el arte «puro» alemán frente al «degenerado» de vanguardia -si bien hubo cierta condescendencia con la arquitectura funcionalista, el cine de Leni Riefenstahl...-. Aunque, obviamente, nunca pudo definirse en qué consistía esa «pureza» artística, lo cierto es que inspirados en el völkisch, se primaron las obras figurativas que exaltaban las supuestas tradiciones y valores propiamente germanos. El gusto por la tierra, la naturaleza, lo rural y los valores perennes del ser alemán llevó a que se impusiera entre las elites nazis, l a querencia por los viejos maestros germanos y flamencos de los siglos XV al XVII y por los paisajistas alemanes decimonónicos.

Siniestra lógica

En lo económico, generó pingües beneficios en el ámbito particular, si bien fracasó en lo oficial, donde la corrupción -estructural en III Reich- llevó a que aquel saqueo no cumpliera la función que pudo haber tenido en la obtención de divisas extranjeras. La inundación del mercado con aquella colosal oferta, al tiempo que favoreció la proliferación de farsantes. La siniestra lógica del régimen de Hitler, llevó al expolio en la Europa occidental y a un infatigable genocidio cultural en la oriental. Mientras en el oeste, el III Reich respetó los museos públicos y las propiedades de las confesiones religiosas, en el este también persiguió acabar con la memoria eslava.

Miedl, personaje ambiguo que supo moverse con extraordinaria habilidad en los terrenos paralegales generados en los recovecos y contornos de poder del III Reich fue, por encima de todo, un hombre de negocios. Cuando perdió la posición de privilegio que tenía en Alemania, se trasladó a Holanda. Allí continuó haciendo fortuna como marchante, estafador, banquero, empresario y, consecuencia de ello, accionista y propietario de imponentes inmuebles como el castillo ¡con foso! de Nyenrode. En él celebró fiestas -memorables por diferentes motivos- a las que acudían lo más granado del nazismo y el colaboracionismo .

A la España de Franco

Devoto esposo de Dora Fleischer, cuyo origen judío la exponía de manera dramática en la Europa del III Reich, fue sensible, y en ocasiones solidario aunque siempre de manera interesada, con la persecución que sufrieron los hijos de Sion. Esa se convertiría en su principal coartada para intentar explicar su trayectoria durante la guerra cuando, tras el hundimiento nazi, intentó garantizarse un futuro a través de la importación, por vías legales e ilegales, de lienzos y otros bienes artísticos, valores, acciones o títulos de deuda a la España de Franco -por cierto, no sin la ayuda y connivencia de personas bien posicionadas en la Dictadura.

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