LIBROS
«Via Labirinto», diario íntimo en verso
Juan Manuel Bonet recopila toda su poesía en «Via Labirinto». Versos de un poeta secreto en los que palpitan cultura, belleza, verdad y vida. Un proyecto lírico inigualable
![Obra de Josef Sudek, uno de los fotógrafos que protagonizan los versos de Bonet](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2016/02/29/Foto%20Marques--620x349.jpg)
Aunque haya aparecido con pie de imprenta del año pasado, es una noticia fantástica que este 2016 comience con la distribución de la poesía reunida de Juan Manuel Bonet (París, 1953), un libro largamente deseado y verdaderamente importante que, en lo que a la poesía española se refiere, pone ya el listón muy alto para quienes quieran publicar en los próximos meses un volumen más especial, nutritivo o revelador que este. Bonet, tan conocido y respetado en otras áreas, es en buena medida un poeta secreto cuyos pocos libros son muy difíciles de encontrar y que ha publicado buena parte de su producción en escurridizas y reducidísimas tiradas de catálogos o ediciones de artista, así como en revistas remotas, de modo que este volumen viene por fin a reparar una dispersión que me parece que complacía mucho a su autor. Y el considerable porcentaje de poemas estrictamente inéditos que aquí se recuperan viene a culminar el valor de un libro que en cierta medida sorprende incluso a quienes ya teníamos a Bonet por uno de los poetas españoles vivos más singulares, diferentes y, en fin, mejores.
En uno de los poemas de «Polonia-Noche» se avisa de que hay que «Aprender del arte de la foto / que los momentos no decisivos / importan ». Es esa una magnífica clave para leer una obra poética que, en lo esencial, no ha variado desde sus primeros balbuceos de 1978 hasta los últimos poemas escritos. Bonet es, pues, un poeta que siempre supo lo que quería hacer, y el hecho de que para esta recopilación no haya repudiado ningún poema publicado da cuenta también del rigor y de la rara seguridad con la que Bonet ha «encontrado» y «dicho» sus poemas.
Ojos curiosos
«Lo que se haga se hará por convicción», afirma su admirado Juan Larrea en ese intenso y deslumbrado «Diario del Nuevo Mundo» que se exhumó el año pasado, y desde luego lo de Bonet ha sido un trabajo de consciencia creadora tenaz y modesta, perpetua y en voz baja, infatigable y con vocación «minimal » , aunque esa sencillez extrema de muchos de sus versos revela en realidad una mirada excepcionalmente honda.
El mundo de un poeta tan viajero como él es igual de ancho que el real, pero mucho más profundo, y siempre encuentra el modo más personal pero directo de expresar instantes que él decide que son locuaces, empeñado por congelarlos en poemas que muy expresamente confiesan ese afán, e sa necesidad de dibujar el «skyline» de una ciudad , de atravesar una niebla, de fantasear con un fotógrafo que pisó las mismas baldosas.
La realidad, tan prosaica, se transforma en vida, siempre lírica, en los poemas de Bonet, y leyéndolos apetece mucho ser poeta, es decir, salir al mundo y al tiempo con ojos más curiosos, más atentos, más hambrientos, actitud que Bonet ya traía de cuna pero que pudo enriquecer notablemente gracias al ejemplo de Ramón Gaya, a quien van dedicados varios versos.
La sencillez extrema de muchos de sus versos revela en realidad una mirada honda
En su reciente ensayo «París-Modiano» (Fórcola), Fernando Castillo habla de Juan Manuel Bonet (un gran admirador del Nobel francés) como de alguien «entregado al dato y a la literatura del inventario», pero esa es una tendencia del autor que no ha pasado exactamente a su poesía: hay, por fortuna, muy pocos poemas-lista o poemas-cóctel en «Via Labirinto», aunque también es verdad que a lo largo de sus páginas vamos encontrando referencias a buena parte de sus fetiches, de sus lecturas preferidas, de sus lugares frecuentados (o frecuentemente soñados), de ese festival de lecturas, cuadros y artistas a los que está dedicando su vida.
Mensajes cifrados
Incluso el ficticio poeta Pavel Hrádok, su genial «alter ego» checo, recoge el amor de Bonet por, por ejemplo, Josef Sudek, al igual que su aversión por los totalitarismos que cancelaron esas primeras décadas del siglo XX en las que el autor vive sumergido: «Apenas nueve o diez versos, / para decir que un día esta ciudad / será libre, y que entonces / podremos escribir verdaderos versos, / no calderilla, no baratijas, / no mensajes cifrados, / no llamadas a empuñar las armas». Más de una década después, en «Nord-Sud», y con la compañía de las magníficas y enigmáticas fotografías de Bernard Plossu, Bonet hace un apóstrofe tan simple como sublime: «Reloj, mide sólo las horas / de una Europa libre, feliz ».
Sin estar en absoluto lejos del espíritu de su crucial « Diccionario de las vanguardias en España », pero con un registro naturalmente muy distinto, los poemas de «Via Labirinto» recrean la melodía de aquellos años, refundan aquel mundo y reconstruyen aquel tiempo, a la vez que dejan muchas páginas para una especie de «diario íntimo en verso» en el que Bonet, como hiciera en «La ronda de los días», va anotando otro tipo de descubrimientos que, decididamente, no podrían decirse de otra forma, construyendo u n discreto y silencioso banquete de cultura, belleza, verdad y vida que es completamente distinto a cualquier otro proyecto poético que se esté llevando a cabo en este país en este momento.