LIBROS

El justo recuerdo a los españoles de la Resistencia

La periodista e investigadora Evelyn Mesquida saca del olvido a los republicanos que, tras combatir en Francia contra el nazismo, fueron repudiados por el gobierno galo

Vehículos de La Nueve, la unidad formada por españoles, tras liberar París en 1944 AFP
Manuel P. Villatoro

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El 26 de agosto de 1944, miles de parisinos se frotaron los ojos como si se desperezaran de un largo e intenso sueño; una de esas siestas que enturbian la mente y anieblan el sentido. La suya, mala pesadilla donde las hubiera, había durado cuatro años y había incluido una torre Eiffel coronada con la bandera del Tercer Reich. Ya liberados por las tropas aliadas, los ciudadanos salieron a los Campos Elíseos para celebrar el desfile de la Victoria. Todavía quedaba mucha Segunda Guerra Mundial, pero Adolf Hitler había sufrido una sonora bofetada en el corazón de Europa. Aquel día, entre vítores y exaltación, Charles de Gaulle , artífice del gobierno galo en el exilio, se dirigió a unos hombres que habían luchado contra el nazismo desde el momento en que los Panzer atravesaron la Línea Maginot en 1940. Sus palabras fueron claras: «Y ahora, volved a vuestras casas» . Aquellos guerrilleros, héroes todos de la contienda, eran españoles.

Discernir si lo expresó con desdén o no es, hoy, imposible. Lo que está claro es que fue un dardo para los miles de republicanos que, tras huir de España, habían colaborado para expulsar a los nazis de Francia . Casi un desprecio a un juguete que ya no le servía. Para la periodista e investigadora española Evelyn Mesquida fue también el inicio de un turbio olvido que ha perdurado durante nada menos que siete décadas. Según explica la alicantina, De Gaulle sabía de la existencia de estos grupos y de s u estrecha colaboración con la Resistencia , pero prefirió exacerbar el papel de los galos en la liberación del país con el objetivo de unir a un pueblo dividido que había navegado en aguas tan turbias como las del colaboracionismo y la pasividad. A cambio, por desgracia, apartó de las páginas de la historia a nuestros compatriotas.

De Gaulle exageró el papel de los galos en la «Résistance» y obvió el de los españoles

En su memoria, y con el objetivo de paliar esta situación, la alicantina (autora también del superventas La Nueve ) ha dado a luz a Y ahora, volved a vuestra casas (Ediciones B). Para sacar del olvido y rendir su particular homenaje a los héroes de la Segunda Guerra Mundial que, como el murciano Roque Carrión (artífice de una infinidad de sabotajes en la base de submarinos germana de Lorient) malvivieron en sus últimos días apartados tanto por España como por Francia. «Dedicó la última parte de su vida a ser taxista. Él, como el resto, quería volver, pero no tenía a dónde. Sus casas eran los bosques en los que se habían escondido y las minas en las que habían trabajado tras cruzar la frontera. Ayudaron a vencer a Hitler, sí, pero no pudieron conseguir su máxima ilusión: regresar. Me gusta pensar que, gracias a este libro, lo han hecho».

Desde luego que cumple su objetivo, y lo logra como pocos expertos hacen: valiéndose de decenas y decenas de testimonios en primera persona. Por las hojas de este nuevo y ágil ensayo pasean desde algunos miembros de la Resistencia , hasta sus familiares y los compañeros que combatieron con ellos. ¿Quién mejor para narrar los hechos? Este estilo no es nuevo, pues la alicantina, que descubrió la existencia de La Nueve (la unidad de republicanos que liberó París de los nazis) en 1998, se ha convertido desde entonces en su voz. Hasta tal punto ha reído y llorado con ellos que muchos la consideraban, en vida, como una compañera de batallas más. «Ellos me deben haber sido conocidos y yo les debo todas las emociones que he vivido con sus historias».

Pesadilla de los nazis

El tortuoso camino de estos combatientes comenzó después de la Guerra Civil. Fue en 1939 cuando más de 300.000 de ellos, acompañados de sus familias, cruzaron la frontera hacia Francia en la «Gran retirada» . Lo cierto es que no fueron bien recibidos por sus vecinos. Con todo, después de que los nazis invadieran el país aprovecharon sus años de experiencia en la lucha para organizar grupos que fueron pioneros en lo que a resistir se refiere. Cuando los galos empezaron a organizarse, nuestros compatriotas ya habían sacado los explosivos de las minas en las que trabajaban y habían atacado vías férreas para molestar, cuanto más pudieran, al nazismo. Se convrtieron en la voz de la experiencia de los nuevos guerrilleros galos y en el brazo armado de la inteligencia aliada (la cual les hizo llegar fusiles a lo largo del conflicto).

Entre los nombres propios que repasa Evelyn Mesquida destacan personajes como Francisco Ponzán , artífice de una red afincada en Francia que logró rescatar (y devolver a su hogar) a unos 1.700 pilotos aliados derribados en el país. Cristino García , fusil en mano, se ganó también el cariño de los galos por liberar a los presos de la cárcel de Nimes. Y todo ello, sin desmerecer a otros como los treinta aragoneses que vencieron a una división alemana en La Madeleine allá por agosto de 1944.

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