ARTE

Juana de Aizpuru en estado (demasiado) puro

La exposición que el Patio Herreriano de Valladolid acaba de inaugurar recoge obras de una treintena de creadores representados por la prestigiosa galerista

«Puteneir» (2005), fotografía de Wolfgang Tillmans

NOEMÍ MÉNDEZ

Revisar trayectorias o colecciones tan vinculadas a su propietario, como la de la galerista Juana de Aizpuru , no se plantea como una tarea fácil. Llevar casi medio siglo siendo como ella toda una institución dentro del arte contemporáneo requiere de un rigor, cuidado y atención por parte del Museo Patio Hereriano de Valladolid , la institución implicada ahora en el planteamiento expositivo de parte de sus fondos. Porque es difícil conseguir, en justa medida, entender la magnitud de lo que significa su figura en la cultura española. Juana de Aizpuru es una de las responsables de que conozcamos aquí a artistas como Kippenberger , de que exista ARCO , una de las ferias de arte de referencia, y de mostrarnos cómo diversas generaciones de artistas crecen en su galería de un modo exponencial, permitiendo dibujar un interesante mapa de lo contemporáneo en el arte.

La exposición que el Patio Herreriano acaba de inaugurar ocupa cuatro salas del centro y recoge obras de una treintena de creadores que Juana de Aizpuru ha representado o sigue representando en la actualidad. Comisariada por su hija, Margarita de Aizpuru, carece de una tesis comisarial que ordene las piezas dentro del espacio de un modo académico o con una lectura esclarecedora o didáctica para el público.

Cantidad sobre calidad

Quizás la cercanía de la comisaria a todas las piezas o artistas que se exponen en las salas (más de un centenar, que se convierten en demasiadas para el espacio asignado en el centro) no permite al espectador comprender la magnitud de lo que observa , ya que debe permanecer atento a no tropezarse con la pieza siguiente si quiere pararse con detenimiento ante cualquiera de las obras que tiene ante sí, primando finalmente el aspecto de cantidad ante lo que realmente es el quid de toda exhibición de arte: la calidad de los trabajos y los artistas representados en una exposición.

Lo cierto y positivo es que es ésta una ocasión única para observar trabajos de artistas nacionales como Pilar Albarracín, Dora García, Montserrat Soto, Cristina García Rodero, Cristina Lucas, Miguel Ángel Campano, Luis Claramunt, Jordi Colomer, Fernando Sánchez Castillo, Alberto García Alix, Rogelio López Cuenca o Federico Guzmán . Y aunque la ordenación de sus trabajos no atiende a fechas o trayectorias (lo que dificulta entender, por ejmplo, una pieza como Sistema de gradación de lo real , de más de cinco metros, de Dora García, sin la más mínima perspectiva para ello o conviviendo con lenguajes e investigaciones que poco o nada tienen que ver con el suyo), poder disfrutar de todo este conjunto de obras reconocibles dentro de nuestra Historia del Arte más cercana es un privilegio.

Imagen de una época

forman parte de la plantilla de grandes creadores extranjeros que componen la cita y que evidencian que la misma habría requerido una asignación espacial mayor y coherente con lo que la selección comisarial o la colección requieren. Extracto de una colección -título de la muestra- se queda finalmente en una aproximación a los diversos lenguajes contemporáneos y al resumen de una trayectoria tan personal, intensa e interesante como la de Juana de Aizpuru, que habría precisado de un elixir concentrado y reducido para dejar una mejor sensación al visitante.

Juana de Aizpuru en estado (demasiado) puro

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